La región en el contexto global

Lula recibió pedidos y presiones de los países del G7 para que se alineara con su posición en apoyo de Ucrania, o que al menos condenara a Rusia por su acciones militares. Lula eludió ceder a ambas pretensiones. Pero Zelensky evitó reunirse con su colega brasileño.

El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva.
El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva.

En la tercera semana de mayo tuvieron lugar cuatro cumbres globales en las cuales la presencia de América Latina fue casi nula: la Cumbre Anual de Jefes de Gobierno del G7; la reunión del Grupo QUAD (integrado por Estados Unidos, Japón, India y Australia); la Cumbre de China con los cinco países de Asia Central (Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán, Turkmenistán y Uzbekistán); y la Cumbre de los Países Árabes.

La presencia de América Latina estuvo sólo reducida a los países invitados a la Cumbre del G7, que fueron ocho, y sólo Brasil entre ellos. Los invitados fueron India, Indonesia, Corea del Sur, Australia, Vietnam, Comoras -que ocupa la presidencia pro témpore de la Unión Africana-, Islas Cook -que preside el Foro de Islas del Pacífico- y Brasil. Países latinoamericanos que integran el G20 -que se reúne en septiembre en Nueva Delhi-, como Argentina y México, no fueron invitados a la del G7. El presidente Lula puso prioridad en la guerra de Ucrania, en la cual intenta jugar un rol de mediación, como también lo hacen Sudáfrica y otros cinco países del continente africano (Zambia, Senegal, Congo, Uganda y Egipto), ninguno de los cuales fue invitado a la Cumbre de Hiroshima. El líder brasileño recibió pedidos y presiones de los países del G7 para que se alineara con su posición en apoyo de Ucrania, o que al menos condenara a Rusia por su acciones militares. Lula eludió ceder a ambas pretensiones. Pero Zelensky evitó reunirse con su colega brasileño. La posición de Brasil representa la de toda América Latina y el Caribe. Sus treinta y tres países condenan la invasión rusa a Ucrania, pero al mismo tiempo eluden participar en las sanciones económicas impuestas por Occidente. No es diferente a las que asumen otros de los países de Asia que fueron invitados a la Cumbre del G7, como India, Indonesia y Vietnam.

A ello hay que agregar que la política estadounidense para esta región tiene como prioridad frenar la creciente influencia de China. Washington acepta las relaciones comerciales entre Beijing y América Latina y el Caribe y ve con reservas las que tienen lugar en materia de inversión en infraestructura. Pero está firmemente dispuesto a impedirlas en lo tecnológico y militar. China desarrolla una estrategia de largo plazo y sin ansiedad. Impedir el avance de la tecnología 5G de la empresa Huawei es una prioridad estadounidense en el corto plazo, la que ha logrado en forma dispar, ya que países como Brasil ya han decidido establecerla, pero excluyendo los canales de comunicación estatales. En países como Chile y Uruguay, la empresa china negocia alternativas similares. La argumentación estadounidense es que Huawei es una empresa paraestatal china que controla el gobierno y que transfiere los datos que obtiene de sus usuarios en el mundo, a los servicios de inteligencia de Beijing. Otra empresa china, Tik Tok, ha tenido sanciones en Estados Unidos, argumentando razones análogas. Una situación particular se da en el caso de Argentina, que enfrenta un dilema financiero ante la posibilidad de caer en default con el Fondo Monetario Internacional el próximo mes de junio. Las gestiones que realiza el presidente Alberto Fernández con la Administración Biden para lograr que el FMI adelante fondos comprometidos no están teniendo resultados, y su ministro de Economía, Sergio Massa, viajará el 30 y 31 de mayo a China para obtener autorización para convertir en dólares parte de los 19 mil millones en yuanes, que constituyen casi la mitad de las reservas del Banco Central argentino.

La crisis político-institucional que vive Ecuador es un caso que pone en evidencia cómo actúan las potencias globales en la región. El presidente Guillermo Lasso -un banquero de centroderecha alineado con Washington-, ante la inminencia de su destitución por juicio político en el Congreso, decidió utilizar la llamada “muerte cruzada”, un instrumento constitucional que permite al presidente disolver el Congreso y llamar elecciones para presidente y legisladores en un plazo no mayor a cinco meses, durante el cual gobierna por decreto. La elección tendría lugar dentro de tres meses, el 20 de agosto. El Departamento de Estado expresó públicamente su respaldo al presidente ecuatoriano, argumentando que su decisión se encuadra dentro de lo establecido por la constitución ecuatoriana. El ex presidente Rafael Correa, condenado por corrupción por la justicia, es el líder más importante de la oposición. Se trata de un populista que cuando fue gobierno, se alineó con la Alianza Bolivariana de las Américas, constituída por Hugo Chávez y Fidel Castro. Teóricamente, un eventual triunfo de un candidato que responda a Correa sería un hecho favorable a los intereses de China en la región. Pero esta mantiene una posición neutral frente al conflicto ecuatoriano. Cabe señalar que el gobierno de Lasso, pese a su alineamiento con Washington, inició negociaciones para un tratado de libre comercio con Beijing.

América Latina es una región relativamente homogénea, pero hoy su influencia global es limitada.

* El autor es Director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría.

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