La prisa en el habla

La prisa en la vida cotidiana ha sido siempre una característica de la existencia humana, pero mucho más en el vertiginoso siglo XXI.

La prisa en el habla

Un conocido refrán español reza “Vísteme despacio, que tengo prisa”, paremia que nos aconseja no apresurarnos cuando estamos apurados por hacer algo. Este consejo nos hace pensar que la prisa en la vida cotidiana ha sido siempre una característica de la existencia humana, característica que se ha agudizado en el vertiginoso siglo XXI.

Un repaso por el vocabulario de uso da cuenta de la existencia de un repertorio surtido de palabras de todo tipo, que reflejan la celeridad. Si vamos al campo de los sustantivos, nos encontramos con ‘apuro’ y ‘rapidez’. Para el primero, hallamos la definición de “apremio, prisa, urgencia”, pero también, con connotación negativa, “aprieto, conflicto, dificultad; estrechez, escasez, penuria”. Si decimos que alguien tiene un ‘apuro’, habremos querido significar que su conflicto, sea económico o de otra índole, debe solucionarse con prontitud.

Precisamente, sinónimo de ‘rapidez’ es ‘celeridad’, que se define como “prontitud, velocidad”, sustantivos que resultan sinónimos entre sí. Otra posibilidad es ‘presteza’, definido como “diligencia y brevedad en ejecutar algo”: “Se movió con presteza para agilizar el trámite”. También ‘ligereza’ se interpreta como sinónimo de ‘rapidez’, pero suma valores negativos, como los de “inconstancia, volubilidad, inestabilidad”: “Se tomó el asunto con increíble ligereza”.

El sustantivo ‘premura’, por su parte, parece llevar la rapidez al extremo puesto que queda definido como “aprieto, apuro, urgencia, instancia”: “Me asustó la premura con que exigía la resolución del problema”. Comparte su definición con la de ‘prisa’, en que se pondera la necesidad o deseo de ejecutar algo con urgencia. En esa gradación, marca entonces un extremo el sustantivo ‘urgencia’ ya que con él se indica la necesidad o falta apremiante que se precisan para algún asunto: “Esa sección del hospital se destina a urgencias”. En tal sentido, desde diciembre de 2021, se incorporó al diccionario el término ‘urgenciólogo’, para nombrar al especialista, dentro del hospital, en urgencias.

En el ámbito de la hidrografía, encontramos el sustantivo ‘rabión’, cuyo concepto incorpora la noción de impetuosidad: “corriente del río en los lugares donde la estrechez o inclinación del cauce se hace muy violenta e impetuosa”. Asimismo, aparecen los sustantivos ‘rápido’ o ‘corredera’, que designan la sección de un río donde el cauce tiene una pendiente relativamente pronunciada, lo que provoca un aumento en la velocidad y turbulencia del agua.

Si vamos al campo de los adjetivos, encontramos la dupla ‘rápido’ y ‘raudo’, que derivan del mismo vocablo latino “rapidus”; uno evolucionó conforme a los cambios fonéticos propios del dinamismo del idioma, mientras que el otro se conservó idéntico a su origen. El primero de la dupla se define con connotaciones positivas, como “que se mueve, se hace o sucede a gran velocidad, muy deprisa: “Hice un rápido giro a la izquierda”. Pero, con connotaciones negativas, hallamos “que se hace a la ligera, sin profundizar”: “No puedo contestarte porque solamente di una rápida mirada al tema”. En relación con el primer valor, encontramos acuñadas expresiones habituales que dan cuenta de la necesidad de resolver y ejecutar nuestros actos lo más aceleradamente posible: ‘tren rápido’, ‘comida rápida’, ‘acero rápido’, ‘cocción rápida’, ‘rápido efecto’, como muestras de la prisa cotidiana.

Por su parte, el adjetivo ‘raudo’ marca una diferencia respecto de su doblete ya que suma un rasgo distinto: el diccionario nos indica “violento, precipitado”. Es una voz culta, no usada en el coloquio diario. De este término, deriva ‘raudal’ o caudal de agua que corre en forma violenta, mientras que, en sentido figurado, equivale a “abundancia de cosas que rápidamente y como de golpe concurren o se derraman”. Con este valor y en plural se toma ‘a raudales’, equivalente a “abundantemente”: “En estos días, reciben pedidos de material a raudales”.

Algunos sinónimos de ‘rápido’ son ‘veloz’, ‘pronto’, ‘acelerado’, ‘precipitado’, cada uno con rasgos que van más allá de la rapidez; así, ‘veloz’ es “ligero y pronto en el movimiento; ágil en lo que ejecuta o discurre”: ‘auto veloz’, ‘mente veloz’. Por su parte, ‘pronto’ agrega a la idea de presteza la de estar “dispuesto, aparejado para la ejecución de algo”: “Siempre está pronto a servir al prójimo”. En el caso de ‘acelerado’, las connotaciones que se agregan son las de “nervioso, excesivamente excitado”: “Conviene que se modere y que no observe una conducta tan acelerada”. En cuanto a ‘precipitado’, su concepto es el de “que actúa con prisa”. En este adjetivo, es importante conocer su origen latino: el adjetivo “praeceps” (que se lanza de cabeza) y el verbo “praecipitare” (lanzar algo con la cabeza por delante, hacer apresuradamente, lanzar locamente algo a su realización).

¿Qué adverbios dan idea de rapidez, fuera de los derivados de los adjetivos que hemos indicado, como ‘rápidamente’, ‘aceleradamente’, ‘prontamente’, ‘velozmente’, ‘precipitadamente’, ‘raudamente’? El léxico nos arroja ‘enseguida’, cuyo valor es “inmediatamente, a continuación”: “Apenas reciba la orden, ejecútela enseguida”. Es válida también la escritura en dos palabras: ‘en seguida’. Otra posibilidad es la locución adverbial ‘de repente’, como equivalente a “súbitamente, sin preparación, sin discurrir o pensar”: “Todo se presentaba tranquilo cuando, de repente, alguien entró en el recinto, a los gritos”. Esta locución se equipara a ‘repentinamente’, ‘de súbito’, ‘súbitamente’, referidos a acciones que se llevan a cabo de modo precipitado, impetuoso o violento. Por su lado, hallamos también la locución ‘de pronto’, que une a la idea de “apresuradamente” la de “sin reflexión”: “Se equivocó al proceder así porque lo hizo de pronto y sin consultar a nadie”. Una locución adverbial que puede escribirse en una sola palabra o en dos es ‘de prisa/de prisa’ y la más completa ‘de prisa y corriendo’: “Es su modo de andar por la vida, siempre de prisa y corriendo”. Por supuesto, el adverbio ‘ya’ equivale a “inmediatamente, ahora mismo”: “Me arregla esto ya”.

Cerramos esta nota con dos paremias: “Sin prisa, pero sin pausa” nos da la idea de emprender una actividad sin apurarnos, pero sin claudicar ni detenernos en su realización; la otra nos la da el Centro Virtual Cervantes: “Las prisas nunca son buenas”, recomendación de proceder siempre con calma.

* La autora es profesora consulta de la UNCuyo.

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