La pobreza se volvió un slogan de campaña

¿No será hora de que la lucidez le quite el protagonismo a la mezquindad en el debate público y la sensatez prime para poder construir políticas públicas que realmente aborden, de manera seria y profunda, la situación estructural de la pobreza?

La pobreza se volvió un slogan de campaña
Imagen ilustrativa / Archivo.

Asistimos a una película repetida. Otra vez los números de pobreza. Nuevamente desfilan por los medios los representantes de la “grieta” golpeándose el pecho. Indignados van tirándose culpas como cuchillos de una punta a la otra del ring. La culpa es de Macri dicen algunos, la culpa es de Cristina dicen los del otro bando, en un coro que se replica hace años.

¿Será que la famosa grieta es tan voraz que ha logrado devorarse las ideas para salir de una situación que parece empeorar año tras año?

Los números son estremecedores, pero al igual que una herida, a medida que pasa el tiempo se adormece y solo vuelve a doler cuando algo la destapa.

Repasemos: el 42% de argentinos son pobres, casi 20 millones. El 10% son indigentes, es decir, no llegan a juntar el dinero necesario para acceder a la canasta básica alimentaria, la misma es de 20.000 pesos. Según nuestros indicadores el 75% de las personas que se acercan a pedir asistencia alimentaria son menores de 35 años. Es decir que en nuestro país, mientras más joven, más pobre. Este dato se refuerza con la siguiente cifra: 6 de cada 10 menores de 17 años está bajo la línea de pobreza. El 22% de las personas que se acercan a pedir una mano en el barrio viven con menos de 10.000 pesos al mes y el 33% con menos de 20.000.

El panorama es desolador, parece tierra arrasada.

Seguramente estos números le suenan conocidos a gran parte de los argentinos, al igual que una canción de moda que se escucha de fondo permanentemente.

Ahora, la pregunta es la siguiente: si todos los sectores de la dirigencia política están de acuerdo con que la pobreza es uno de los principales dramas argentinos, ¿por qué cuando surge la posibilidad de discutir un impuesto a la riqueza a través del cual se busque distribuir el ingreso, hay sectores que se oponen?

¿Cuál es la razón para que se diga con tanta liviandad que en este país sobran los planes?, teniendo en cuenta que sin esta red extendida de políticas sociales tendríamos peores índices sociales que un país africano.

¿Por qué todavía hay espacios que hacen la vista gorda a los escándalos de corrupción, en donde se les ha robado directamente a quienes menos tienen a través de programas de vivienda que nunca se construyeron? Hay millones de pesos que en vez de terminar en servicios que le mejoren la calidad de vida a millones de familias (educación, salud, infraestructura) están en las cuentas bancarias de testaferros que son un monumento viviente a la corrupción?

¿No será que para la grieta la pobreza se volvió un eslogan de campaña? Desde la famosa: “pobreza cero” hasta “el vamos a llenar las heladeras”, han pasado solo algunos años y ¿con qué nos volvemos encontrar? Con la Argentina que duele, esa en donde las escenas de pobreza obscena siguen escondidas a plena vista.

¿No será hora de que la lucidez le quite el protagonismo a la mezquindad en el debate público y la sensatez prime para poder construir políticas públicas que realmente aborden, de manera seria y profunda, la situación estructural de la pobreza?

Saliendo de los lugares comunes, innovando e incorporando nuevas ideas para no seguir repitiendo recetas que se han cansado de fracasar durante décadas, trayéndonos a un presente en el que pasar necesidades es moneda corriente.

Desde Barrios de Pie aportamos nuestro grano de arena con tareas de asistencia, promoción e intervención comunitaria. Sostenemos 274 centros alimentarios en toda la provincia. Asistimos a 15.000 niños y niñas por semana. Fortalecemos la concientización y prevención sobre Covid, con cientos de monitores barriales que se encargan de colaborar para contener la segunda ola. Promovemos cooperativas de trabajo y emprendimientos productivos para incentivar la cultura del trabajo en nuestros barrios, apostando fuertemente por el trabajo como proyecto de vida para progresar. Organizamos a cientos de jóvenes para que su rutina no sea la esquina, promoviendo la vuelta a la escuela y la terminalidad educativa.

La soluciones mágicas no existen, y salir de esta encerrona nos va a llevar años, pero la mitad de todo camino que se inicia es empezar.

La realidad está tocando a la puerta, ya es hora de escuchar el llamado.

*El autor de la nota es Coordinador provincial de Barrios de Pie.

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