El 11 de febrero, en su red X, el reconocido winemaker Alejandro Vigil sostenía que la caída del consumo global de alcohol no sólo se venía dando en el vino: “el volumen en la cerveza cayó fuerte. Es algo que se viene viendo a nivel mundial y la movida de grupos anti alcohol y migración a la marihuana”.
Las bodegas “mueren” por captar a los más jóvenes, pero cada vez es más difícil hacer que ese grupo entre y consuma en el segmento de vino.
Al parecer hoy, en el segmento “placer”, no sólo se compite con otras bebidas con alcohol, sino también con el uso recreacional de marihuana.
Una reciente nota publicada por el New York Times sostiene que “un nuevo estudio revela un cambio significativo en las preferencias de consumo de drogas en Estados Unidos: cada vez más personas están utilizando cannabis de manera regular, mientras que el consumo frecuente de alcohol se ha mantenido estable. Por primera vez en los registros, el cannabis ha superado al alcohol como la droga diaria preferida por los estadounidenses”.
En la misma nota se indica que “en 2022, 17,7 millones de personas reportaron usar cannabis todos los días o casi todos los días, comparado con 14,7 millones que informaron consumir alcohol con la misma frecuencia. Y aunque el consumo de alcohol sigue siendo más común que el de cannabis, el estudio encontró que el consumo frecuente de alcohol ha disminuido ligeramente en los últimos 15 años. En contraste, la proporción de personas en EE.UU. que usa cannabis frecuentemente ha aumentado quince veces desde 1992, año en que el uso diario de cannabis alcanzó su punto más bajo”.
Probablemente la industria vitivinícola debería comenzar a trabajar sobre cómo atraer de nuevo a esos jóvenes a la vez que se deberían resaltar los estudios que indican que el consumo responsable podría tener beneficios para la salud. Por lo tanto, a los movimientos antialcohol, ahora hay que sumar los que hoy prefieren este tipo de drogas, mal llamadas “recreativas”.
Una nota al margen: mientras se trata de desarrollar legislación sobre alcohol cero al volante, se estará pensando en cómo desarrollar métodos que permitan determinar en el momento si alguien está manejando bajo sustancias. Al final, siempre se termina cortando el hilo por lo más fino.