Amanece con pelo largo el día curvo de las mujeres. /¡Qué poco es un solo día, hermanas, / qué poco, para que el mundo acumule flores frente a nuestras casas!
Así comienza Gioconda Belli, la poeta latinoamericana, el poema “Ocho de marzo”, homenaje al Día Internacional de la Mujer. Siento que tiene razón. Qué poco un solo día; ha transcurrido ya un año desde que nos pusimos a escribir sobre esta fecha.
Olimpia de Gouges (1748-1793), dramaturga gala, inspirada en la Revolución Francesa, escribió la Declaración de los Derechos de la Mujer ciudadana, que comenzaba con esta frase: “Hombre, ¿eres capaz de ser justo?/ Una mujer te hace esta pregunta”. Hoy en 2022 se impone cambiar el interrogante: “Mujer, ¿cuánta injusticia más eres capaz de soportar?”
De Gouges defendió la igualdad entre el hombre y la mujer en diversos aspectos: igualdad en el derecho a voto, en el acceso al trabajo público, a acceder a la vida política, a poseer y controlar propiedades, a integrar el ejército. Dijo Olimpia: “Si la mujer puede subir al cadalso, también se le debería reconocer el derecho de poder subir a la Tribuna”.
Hoy, 8 de marzo, al parecer, las puertas están abiertas y es ocasión de preguntar qué queremos las mujeres del siglo XXI. Queremos ni más ni menos un ámbito que ayude a tomar las riendas de nuestras vidas. En el siglo XXI ya no es creíble que una mujer feminista odia a los hombres o está en contra de ellos. Una mujer autónoma camina, comparte y exige, a quien quiera acompañarla que no camine ni un paso adelante ni un paso atrás.
Aunque algunas personas ven agresivas las posiciones que se toman para defender derechos que indudablemente tenemos las mujeres, nos interpelamos: ¿Lo natural se convierte en ataque? ¿Cuándo sucedió esto?
No podemos hacer un viaje al inconsciente de cada persona, de cada sociedad que le teme a la libertad del otro o de la “otra”. No atacamos, nos defendemos. La iniciativa de celebrar el Día Internacional de la Mujer fue asumida en febrero de 1909 en los EEUU por iniciativa del Partido Socialista Americano. Al año siguiente tal idea fue recogida por Clara Zetkin en Copenhague, durante la Conferencia Internacional de la Mujer Socialista. Durante la Segunda Conferencia en Moscú 1921, el 8 de marzo fue confirmado, en conmemoración de una manifestación de mujeres contra el zarismo, en 1917.
Aunque la historia de la mujer en la antigüedad está en buena medida sesgada por quienes la contaban —los hombres— no obstante, destacan algunas figuras literarias y otras reales.
El Día Internacional de la Mujer se refiere a las mujeres corrientes como artífices de la historia y hunde raíces en la lucha plurisecular por participar en la sociedad en pie de igualdad con el hombre. En la Revolución Francesa, los parisinos que pedían libertad, igualdad y fraternidad, marcharon hacia Versalles para exigir el sufragio femenino.
Desde el punto de vista historiográfico, la posición social de la mujer fue objeto de investigación recién en las últimas décadas, al tomar visibilidad la llamada cuestión femenina.
La discriminación y vulneración sistemática de los derechos de la mujer se manifiesta de muchas y variadas modalidades: el acoso y la discriminación laboral, la discriminación en el acceso a la educación, la prostitución coactiva y la infantil, la trata y la violencia sexuales, el abuso intrafamiliar, el maltrato de las niñas, la mutilación genital, el matrimonio coercitivo, la problemática del aborto, la violencia doméstica y en las relaciones íntimas, la tiranía de la belleza “oficial” que incluye el requisito de la delgadez y los trastornos de la alimentación asociados.
Pero éstas son sólo algunas de las cuestiones que vulneran los derechos humanos de la mujer. Nos interesa referirnos básicamente al derecho a la integridad física, psicológica y emocional, a la libertad de conciencia y de libre pensamiento. Porque la igualdad y la no discriminación han sido consagradas en normas jurídicas internacionales de alcance general y gozan de rango constitucional en nuestro país. Hoy, las mujeres somos las llamadas a iniciar este cambio de mentalidad. Podemos mutar el paradigma, pero es necesario un cambio de nuestro arquetipo interior para luego, como madres, erradicar el precedente machista en la crianza de nuestros hijos varones.
El Día de la Mujer tiene además el objetivo de tomar conciencia de que la situación actual de la mujer, por más que la tengamos “normalizada”, no es normal. Nuestro cuerpo social —y nos referimos a la comunidad global— está gravemente enfermo. Se trata de una enfermedad autoinmune: los procesos internos atacan a un componente esencial, irreemplazable e imprescindible de la sociedad, la mujer. No puede existir una sociedad sin mujeres como no podría existir la humanidad misma sin ellas.
La violación de los derechos de la mujer es una violación de la dignidad humana.
Una de las revoluciones de nuestra sociedad en el siglo pasado fue, sin duda, el logro social de la equiparación de derechos y deberes del hombre y de la mujer, derechos que a nosotras se nos limitaron durante mucho tiempo.
No se puede, sin embargo, cantar victoria por completo. Las mujeres hasta hoy, debemos luchar, y mucho, por cada centímetro de libertad y justicia que le vamos arrancando a la sociedad. No solo tenemos que demostrar lo que valemos, sino que se nos exige mucho más que al varón para poder alcanzar las mismas metas.
*La autora es periodista y escritora