En un momento crucial de la historia de América y el mundo, un líder visionario se encumbró para liderar la lucha por la independencia de América. José Francisco de San Martín, el Libertador de Argentina, Chile y Perú, es una figura icónica que sigue inspirando a generaciones pasadas, presentes y futuras. A pocos años de su llegada al Plata y desde setiembre de 1814 se había desempeñado como Gobernador Intendente de Cuyo, donde no solo se dedicó a la organización militar, sino que también impulsó reformas económicas, políticas y sociales que fortalecieron la región y transformaron a Cuyo en uno de los núcleos políticos y punto de apoyo para el Congreso de Tucumán y la Declaración de la Independencia. Bajo su liderazgo, Mendoza y Cuyo todo se transformó en un bastión de la libertad, donde se forjaron los cimientos de una epopeya que cambiaría el destino de América.
La preparación del plan de liberación continental fue meticulosa y ardua, durante 2 años se planificó y preparó cada uno de los detalles: desde la formación del ejército, la logística del cruce y la estrategia militar hasta el andamiaje político institucional que debía sustentarlo. San Martín sabía que la travesía por la Cordillera de Los Andes, no sería fácil, aún hoy, con todos los adelantos sigue siendo un gran reto. Recordemos que las condiciones adversas, con temperaturas extremas y terrenos escarpados de gran dificultad para el paso de las 6 columnas del ejército, representaban un desafío monumental para las 5.423 almas, 1.600 caballos de guerra, casi 10.000 mulas y más de 500 reses en pie, en números redondos, más aparejos, pertrechos y víveres, que significaban un desafío pocas veces visto en la historia. Sin embargo, la determinación y el ingenio del Libertador y sus equipos fueron claves para superar los obstáculos. Se mapearon, repasaron y prepararon los pasos: muchos transitados frecuentemente por baqueanos y ganado, otros utilizados muy poco, sólo por bandidos y contrabandistas, dado sus dificultades. Así se dispusieron provisiones y establecieron rutas de contacto entre las columnas; y se preparó a la tropa en espíritu y aparejos para la travesía en alta montaña; en tanto se desarrolló una guerra de zapa (espionaje) que fue el complemento perfecto del cruce.
Pese a todo San Martín, con su liderazgo empático y su visión estratégica, logró mantener la moral de sus tropas y guiarlas hacia la victoria. El 12 de febrero de 1817, el Ejército de Los Andes, que había descendió desde la cordillera pocos días antes, derrotó a las fuerzas españolas en la Batalla de Chacabuco. En palabras del propio San Martín: “Al ejército de los Andes queda para siempre la gloria de decir: en veinticuatro días hemos hecho la campaña, pasamos las cordilleras más elevadas del globo, concluimos con los tiranos, y dimos la libertad a Chile”. Lo que realmente quedaría firme un año después al lograr el triunfo definitivo en Maipú. Fue el comienzo del fin del dominio español en América, abriendo una grieta en el poder realista y permitiendo la futura expedición libertadora hacia el Perú.
En ese momento San Martín se convirtió en un héroe de talla internacional, los papeles públicos (periódicos) de América y Europa comenzaron a dar cuenta de su gran campaña continental, destacando no sólo su genio militar sino curiosamente su prudencia y humildad. Correspondencia e informes confidenciales, llegaban a las principales potencias con su semblanza: por ejemplo un fragmento del informe del agente norteamericano W. G. D. Worthington, remitido a su ministro en Washington, relata el encuentro con San Martín antes y después de la Batalla de Maipú: “Poco antes de iniciarse la batalla de Maipú, lo visité en su tienda.(…) Recordando que en Talca (Cancha Rayada) le habían tomado de sorpresa, me aventuré a decirle - Parece, General, que Osorio avanza con mucha precaución. Por el énfasis con que me contestó, comprendí que había comprendido mi intención. Nons le verrons... (Veremos) fue toda su respuesta y no en tono de duda, antes bien como si tuviera puestos los ojos sobre el enemigo. Me acompañó hasta fuera de la tienda y me agradeció dijo el honor de mi visita. Al estrechar su mano y en momentos en que el choque de los ejércitos parecía inminente, le dije: - De esta batalla, Señor General, depende, no solamente la libertad de Chile, sino acaso de toda la América Española. No sólo Buenos Aires, Chile y Perú tienen los ojos puestos en Vd. sino todo el mundo civilizado. Dije esto sin presunción y con cierta tímida solemnidad, como lo sentía, y como lo sintió él, por la forma en que escuchó mis palabras, y luego se inclinó y se volvió a su tienda. (…) Vi a San Martin después de la batalla de Maipú, porque estuve por la noche a congratular al Director (O `Higgins). San Martin estaba sentado a su derecha. Me pareció despreocupado y tranquilo. Vestía un sencillo levitón azul. Al felicitarlo muy particularmente por el reciente suceso, sonriendo con modestia, me contesto la suerte de la guerra, nada más…” (Busaniche, J.L,1942).
Otros informes, esta vez al almirantazgo británico, del Comodoro William Bowles expresaban sobre San Martín: “Quizás no carezca de interés si concluyo este despacho con un pequeño boceto de la persona que ha sido su principal sujeto y que ciertamente no tiene igual al presente, en esta parte de América del Sur, sea por su influencia o por su talento. […]El general San Martín tiene en la actualidad cerca de cuarenta y cinco años; es alto, de constitución fuerte, tez oscura y porte notable. Su educación es perfecta y sus modales y conversación en extremo placenteros. Su forma de vida es en sumo grado simple y austera e incluso es raro que se siente a la mesa, pues prefiere comer en pocos minutos cualquier plato que esté preparado cuando siente con hambre ... Hace caso omiso del dinero y es, creo, muy poco más rico de lo que era cuando llegó a este país, aunque si su perspectivas hubieran sido interesadas o personales habría podido amasar una gran fortuna desde su entrada en Chile. Es un hombre muy culto, lee muchísimo y posee una gran cantidad de información general. Su sistema de política es amplio y liberal, en particular con relación al comercio, que entiende bien. Su salud es mala, y padece violentas hemorragias pulmonares: la consecuencia de una caída de su caballo hace ya algunos años”. (Lynch, J, 2009).
La historia de San Martín y la lucha por la independencia tuvo y tiene un impacto mundial sin precedentes, siendo un testimonio de la poderosa combinación de liderazgo, visión, trabajo y determinación. Su legado puede ser una gran inspiración para los líderes de hoy en día, ya que su nombre se ha convertido en sinónimo de libertad, honestidad, esfuerzo, equilibrio y justicia. ¿Qué podemos aprender de la vida y obra del Libertador San Martín? ¿Cómo podemos aplicar sus principios de liderazgo y visión en nuestros propios desafíos y objetivos? Parte de las respuestas a estas preguntas las hemos volcado a lo largo de los años en las distintas ediciones en el libro “San Martín, Modelo de Líder Americano”, donde examinamos en profundidad su legado y su influencia en la historia de América y el Mundo, como un modelo de Liderazgo digno de imitar.
(*) El autor es docente de la Universidad Nacional de Cuyo y Escritor. Autor del Libro: “San Martín, Modelo de Líder Americano” Bs. As. 2014, 1era. Edición. Mendoza 2020 – 2da. Edición. Miembro correspondiente por Mendoza de la Academia Nacional Sanmartiniana.