En 1966 el Dr. Cyrus Poonawalla comenzó la fabricación de inmunológicos y generó Serum Instituto de la India. El mayor fabricante de vacunas del mundo, en manos de una familia. A partir de esta historia, la India es conocida como la “farmacia del mundo”. Satisface el 40% de la demanda de medicamentos genéricos en los EE UU y el 25% de todos los medicamentos en el Reino Unido. El 60% de la producción mundial de vacunas se realiza en la India, lo que la convierte en un proveedor clave de medicinas asequibles para África, América Latina y el sudeste asiático; y las vacunas dominan en las agencias de la ONU, como UNICEF. Los puntos débiles de la industria farmacéutica india son los controles en los procesos de producción, la calidad y procedimientos de los estudios clínicos, y la dependencia de China para numerosos principios activos (PI), lo que hace que el sector sea vulnerable a las posibles interrupciones de la cadena de suministro.
Hay varias compañías farmacéuticas de clase mundial. El impulso más importante de esta expansión es el precio conveniente de productos que son altamente competitivos frente a los remedios de las grandes farmacéuticas. Esto se sostiene en dos razones: la primera, el bajo costo de producción beneficiado por los bajos salarios; el ingreso de los trabajadores indios se ubica en un promedio de 500 dólares anuales (es un país con un desarrollo humano muy pobre). La segunda, no hay una inversión sobresaliente en I&D. Es una industria replicadora y aprovecha patentes vencidas para el desarrollo de productos genéricos y biosimilares, con la significativa ventaja del costo de producción. Y esta es la principal fortaleza competitiva para entrar en mercados de salud pública en países desarrollados y de ingreso medio. Wolckhardt, una importante farmacéutica con raíces en la India, presente en numerosos países y con diversas categorías terapéuticas, es un abastecedor importante del sistema público de salud del Reino Unido, donde cuenta con plantas de producción. Por otro lado, prácticamente no tiene relevancia los medicamentos indios en los mercados privados; en Estados Unidos, Europa o Japón, dominan las marcas de las grandes farmacéuticas con tratamientos y tecnologías novedosos, pero significativamente más caros o con precios inalcanzables para el paciente. Esta es la estrategia que ejecutan para diferenciarse de los competidores que producen genéricos y biosimilares. Por supuesto, esa estrategia de las “Big pharma” genera un encarecimiento y un gasto excesivo en los presupuestos de los sistemas de salud pública y complican los ingresos de las obras sociales, los seguros y prepagas.
Argentina, como lo hace la salud pública brasileña, puede aprovechar la oportunidad del costo-beneficio de los medicamentos y vacunas de la India. Sin embargo, es muy importante conectarse comercialmente con laboratorios que garanticen la calidad y la continuidad del abastecimiento. Siendo función del Estado -y no de los privados- manejar la iniciativa para la salud pública. ANMAT, muy respetada en el mundo de los reguladores sanitarios, aun con recursos limitados, debe cumplir su función, independiente y confidencial, para autorizar productos con el respaldo de documentación precisa, datos pertinentes de bioseguridad, y aprovechar la información disponible de otros reguladores, como la FDA en EE UU, la EMA en la Unión Europea y ANVISA en Brasil. Por supuesto, que un medicamento que está autorizado en un país desarrollado debería facilitar que ANMAT agilice la autorización en Argentina. Sin embargo, que un medicamento este autorizado por la FDA, por ejemplo, no lo hace vendible automáticamente en la Unión Europea: aun así, tiene que pasar por el análisis de la agencia europea de medicamentos. Lo mismo ocurre en Brasil, donde ANVISA no solo evalúa la seguridad y los estudios clínicos, sino que también controla, en el lugar, que la fábrica cumpla con las buenas prácticas de producción, algo que está en el protocolo de todos los reguladores farmacéuticos. En este sentido, una característica del gobierno de Brasil es que establece acuerdos de transferencia tecnológica con aquellas farmacéuticas que buscan entrar al mercado de la salud pública. De esta manera, los laboratorios del Estado, como Fiocruz y Butantan, se hacen cargo de la producción y de la entrega al Ministerio de Salud, después de un periodo de pruebas clínicas y análisis de bioseguridad.
Los gobiernos de Estados Unidos y la Unión Europea iniciaron recientemente una lucha para bajar los costos de la salud pública. Desde la política se está observando que la población con menores recursos se debilita en su bienestar por no poder acceder a los tratamientos adecuados por los costos y el poder de los seguros privados. Así que están tomando medidas que afectarán a las grandes farmacéuticas, con efecto positivo para la entrada de los fármacos indios y de otros países con ventaja en costo.
Argentina debe restablecer un sistema de salud que fue ejemplo en Latinoamérica. Con modernización e innovación. Los centros públicos de atención, las obras sociales y el PAMI, cuando se controlan y están correctamente gestionados, son una opción invalorable para pacientes que no acceden a las prepagas o no cuenta con la formalización laboral -una mayoría. Importar medicamentos desde la India no es suficiente si no se mejora rápidamente la atención y calidad de la salud pública. Una política de Estado vital.
* El autor es especialista en estrategia y desarrollo de negocios. heraclito.com.