“La verdad no está del lado del que más grita o tiene más poder” R. Tagore
Esta afirmación categórica hace que cada día sigamos más convencidos de nuestras convicciones.
La gran pregunta
¿Una economía saludable es el producto de una cultura política que genera resultados eficientes? o ¿una cultura política eficiente es el resultado de una economía sana?
Sin duda, la primera es la correcta: es imposible tener una economía saludable con una clase política ineficiente o desquiciada y el círculo se retroalimenta “in aeternum”, porque una economía desquiciada no puede generar nunca una clase política eficiente.
Y aquí en estas simples afirmaciones, podemos entender, gran parte del descalabro generado a lo largo de tantos años.
Nuestra crisis es definitivamente política, no económica y en ella se enfrentan dos sistemas políticos antagónicos: República – Constitución versus Democracia Populista versión siglo XXI.
¿Por qué siglo XXI?
Porque el Populismo no pretende ya llegar al gobierno por la vía del golpe militar como lo hizo en 1943 en nuestro país o el fallido golpe de Hugo Chaves en febrero de 1992 en Venezuela, sino que busca llegar mediante la vía republicana del voto por mayoría y luego va desarticulando y desarmando la República por adentro, con una estrategia de más largo plazo pero también más segura.
¿Cómo logra esto?:
• Con el desarrollo de una economía cada vez más estatista - centralizada y desactivando todo tipo de incentivos a la actividad privada, el desarrollo de emprendedores, innovadores y de crecimiento empresarial por competencia e idoneidad individual: el famoso mérito. Así la actual cantidad de empleados en blanco en la actividad privada es la misma de la década del setenta, con una población que se duplicó en ese período y una enorme cantidad de asalariados en negro que no puede participar de los beneficios de una sociedad transparente y dentro de la ley.
• Creando una dirigencia empresaria selectiva y próspera pero totalmente dependiente de las prebendas y subsidios del Estado, propio de un “capitalismo de amigos”.
• Mediante una política de cooptación del empleado público con un crecimiento exponencial: el Estado es el principal empleador con casi 4 millones de personas. Incrementándole de manera desproporcionada sus ingresos por encima de los de un trabajador en la actividad privada y mantenido mediante impuestos a la actividad privada o emisión espuria junto a la estabilidad en sus cargos, lo que genera la adhesión apasionada a las banderas y candidatos del populismo.
• Mediante la colonización sistemática de la estructura burocrática del Estado poniendo gente en todos los cargos altos, medios y bajos de su administración de una manera continua e imparable y desactivando todos los procedimientos y gente que no sea incondicional con su ideología.
• A través de la multiplicación de la pobreza, con seres humanos convertidos en “Estado- dependientes totales” que son inmensos bolsones de pobreza administrados con sigilo, devoción casi religiosa y obsesión por intendentes “eternos” de esas localidades, arrasadas de toda prosperidad, bienestar económico, educación y calidad de vida aceptable.
Antes de la pandemia ya había ocho millones de personas que recibían asistencia del Estado y ahora va por los once millones.
Un dato que clarifica todo esto
En 2019, el Estado pagó 21,4 millones de beneficios, entre jubilaciones, asignaciones familiares, AUH y diversos planes sociales.
Para este año, por la pandemia y la cuarentena, se pagarán más de 33 millones de beneficios a 27 millones de personas.
• Con una obsesión prolija y meticulosa para destruir sistemáticamente todo vestigio de federalismo pero la clave más importante es:
• Mediante la destrucción de los dos reaseguros de la vida republicana: el Poder Judicial con su colonización sistemática y paciente pero definitiva, junto a la destrucción de la Constitución Republicana y la imprescindible necesidad de crear una Constitución Democrática Populista.
Por último
Si vamos a seguir fracasando en materia económica, como lo venimos haciendo desde hace tantos años, por favor, hagámoslo dentro de las libertades republicanas, porque es la única posibilidad verdadera de aprender y no seguir cayendo como sociedad.
Estas libertades contienen, sin duda, los valores esenciales que hacen a una mejor calidad de vida como seres humanos.