La metafísica es una rama central de la filosofía, es la disciplina académica que trata de lo esencial, vale decir de las causas y fundamentos primeros de las cosas. Va más allá de la ideología porque se mete en las profundidades del alma humana, no en su periferia.
Aunque no lo parezca, en la Argentina el debate político es cada vez más metafísico, ya que las partes en pugna se van diferenciando incluso sobre el sentido del ser, de la existencia, en una mezcla de filosofía y psicología donde los que supuestamente hallan la verdad, consideran que los que no piensan como ellos están locos.
Así, metafísicamente, lo expresa Cristina Kirchner cuando afirma: “Nosotros sabemos por qué somos peronistas o kirchneristas. Pero los que son macristas, o de Cambiemos ¿por qué son? ¿Qué razones, pueden invocar?.... Muchas veces, en su gran mayoría, es el odio hacia el otro”.
La dirigente política más poderosa de la Argentina y una de las que más influye en los ámbitos intelectuales y artísticos, tiene muy en claro por qué es lo que es, pero no entiende por qué los macristas -o sea, todos los que no son peronistas o filoperonistas- son lo que son. Hasta que lo descubre: la mayoría de los que no son como ella es, es porque odian, mientras que ella y los suyos aman. Es lo mismo que diferenciar entre bondad y maldad, o entre mentira y verdad. O entre cordura y locura. Grandes dilemas filosóficos. No son pensamientos distintos, es el pensar contra el no pensar. No nos diferencian ideas sino un muro existencial, dos maneras de entender la naturaleza humana. O mejor dicho, el peronismo y el macrismo son dos formas diametralmente opuestas de la naturaleza humana. O_peor, una es humana y la otra no lo es.
Pero Cristina no se queda allí, sino que avanza filosóficamente en lo central de la teoría política cuando dice, sacándole a Alberto el micrófono para corregirlo, que : “Solo en los gobiernos donde gobiernan las grandes mayorías, es que las minorías adquieren derechos, porque si gobiernan las minorías solo se reconocen a sí mismas”.
Pero Cristina no habla de las minorías y las mayorías electorales sino de las mayorías metafísicas. Cristina cree que el peronismo es mayoría por definición, histórica primero y filosófica después, mientras que el macrismo es la última expresión de los que siempre serán minorías aunque ganen una elección por el 90% de los votos. Es que las minorías son las que se representan a sí mismas, mientras que las mayorías son las que representan a todo el pueblo. ¿Y quién lo dice? La filosofía popular, la peronista, la que siempre hace lo que el pueblo quiere. Es una definición esencialista del ser filosófico de la argentinidad donde sólo el peronismo es mayoría siempre, por sus contenidos, no por sus votos. Y si alguna vez pierde una elección es porque la lógica golpista encontró una forma de enquistarse en la elección, un equívoco. Por eso Macri basura vós sós la dictadura, aunque haya sacado más del 50%_de los votos y haya respetado la legitimidad republicana, esa que para la filosofía K es aquella con la que se disfraza la oligarquía a fin de simular gobernar democráticamente.
Pero para que esto no quede sólo en Cristina, esta semana fue el propio presidente Alberto quien intentó seguir sus pasos, aunque claro, en una forma groncha, vulgarota, a su estilo.
Por eso defendió a la profesora que para adoctrinarlos gritó y amenazó a sus alumnos. Según el presidente: “Que haya tenido lugar ese debate es formidable. Es un debate que abre las cabezas de los alumnos... porque es evidente que el chico tiene una idea formada que es el resultado de escuchar cosas dichas, como por ejemplo: ‘El peronismo gobernó los últimos 70 años’. Y lo repite el chico. Ella se exalta porque sabe cómo es la verdad”.
Lo que dice Alberto es tan falso como lo que dice la profe. Analicemos.
Un chico le pregunta a su profe si el peronismo no tiene culpa alguna en la crisis actual ya que en los últimos 70 años gobernó 37. Y la profe indignada le dice que es mentira, que el peronismo apenas gobernó 23 años”.
La opinión del chico está basada en la realidad fáctica, dice cuántos años en las últimas 7 décadas gobernó el peronismo, 37 años. No hay ideología en eso, sino una comprobación demostrable. Pero para Fernández eso es el resultado de que el chico es vez de mente abierta tiene una idea formada por escuchar dichas cosas….. o sea que fue influenciado por los medios hegemónicos y los gorilas. En cambio la maestra realmente sabe cual es la verdad y no tolera que el niño mienta influenciado por terceros. Es que para ella el peronismo está formado sólo por los 9 años del primer Perón, los 12 de Néstor y Cristina, y los 2 de Alberto. El resto, vale decir, Perón e Isabel en los 70, Menem en los 90 y Duhalde en los 2000, no son -según ella- parte del peronismo.
Eso es puro falseamiento histórico con la finalidad de adoctrinar, diferenciando al peronismo verdadero del falso según una interpretación del todo subjetiva de la profesora contra la verdad objetiva que dice el alumno.
O sea, el alumno dijo la verdad y la profesora la mentira. Por lo cual Alberto interpretó -según lo que ya es su costumbre- la escena exactamente al revés de cómo fue en realidad. El peronismo gobernó en la Argentina 37 años como dijo el chico y no 23 como dijo la profesora. La única verdad es la realidad.
Todo ocurrió en la Escuela Secundaria Técnica Nº2 “María Eva Duarte”, de la localidad bonaerense de Ciudad Evita, partido de La Matanza. La escuela y la localidad se llaman las dos Eva Perón, emulando los tiempos del culto a la personalidad donde todo se llamaba Perón o Evita.
La profesora impone odio contra el que piensa distinto y lo dice con odio, está enojada, no quiere escuchar al alumno ni enseñarle sino ganarle un debate aprovechando la superioridad objetiva que su cargo le otorga.
Pero ella es apenas la punta del iceberg de algo que volvió con fuerza a toda al país: la convicción militante de que adoctrinar en la escuela es un modo de educar. Y hasta tienen sus argumentos político-filosóficos: si la oligarquía educa imponiendo su concepción sin decirlo, vendiéndose como objetiva, como dueña del sentido común, porque maneja los “aparatos de dominación ideológica”, ellos, los que representan al pueblo, deben desenmascarar ese engaño imponiendo la verdadera versión a los niños.
“Si la historia la escriben los que ganan eso quiere decir que hay otra historia, la verdadera historia, quien quiera oír que oiga”. eso cantaba el progresismo en los 80, pero el problema es que hoy los que han ganado rotundamente el combate cultural son los pero-progre-kirchneristas, y no están imponiendo ninguna verdad sino una ideología, para colmo de una antigüedad enorme y que en vez de abrir la cabeza de la gente, se la cierra. No se debate así en la escuela, eso en todo caso puede ser en la televisión o en un comité, pero en la escuela el profesor -sobre todo en ciencias sociales, en los temas opinables- debe estimular al alumno para que busque la verdad, no debe ofrecérsela como un dogma, porque eso jamás es ninguna verdad. Una cosa es ser peronista, pero otra cosa es decir que Perón te ama antes que tus padres, cosa que hasta el mismo que lo dijo hace 70 años, se arrepintió hace 50 años. Y ahora aprendices de brujo tratan de revivirlo con medio siglo de retraso.
Pero ojo, no sólo en el oficialismo peronista ha entrado esa grieta metafísica, sino que a veces también caen en ella del lado opuesto, como cuando Macri dice que “hoy la verdadera grieta de la Argentina... es entre los que mienten y los que decimos la verdad... Además, en vez de representar a los que trabajan, representan a los que no trabajan y a los que quieren siempre vivir del trabajo ajeno”.
O sea, el expresidente se siente “representante” de los que dicen la verdad y de los que trabajan, mientras que para él, el peronismo en el gobierno “representa” a los mentirosos y a los vagos. Para este Macri los partidos no se diferencian por sostener, legítimamente, ideas diversas sino por representar esencias distintas como el pueblo vago o el trabajador. La grieta metafísica nos está invadiendo. La inventó uno de los bandos en pugna, pero el otro debe evitar caer en ella.