No es novedad. El oficialismo provincial lidera con comodidad los sondeos previos a las elecciones primarias del próximo domingo. Casi todos los encuestadores coinciden en que Cambia Mendoza corre con clara ventaja sobre el Frente de Todos. Hay polarización.
Las fuerzas que compiten por el tercer lugar, y que aspiran a lograr los porcentajes exigidos para poder competir en las generales de noviembre, se mantienen muy distantes.
Sin embargo, la generalizada apatía ciudadana y el nivel de indecisos o portadores del llamado voto bronca pueden modificar vaticinios de las encuestas y deparar alguna sorpresa la noche del domingo 12.
Como ya hemos señalado en columnas anteriores, Suárez tomó el rumbo de la campaña hace un mes. Salió a poner en valor su gestión de gobierno y, en ese marco, se lo vio públicamente muy activo.
Al margen de la conflictiva relación que ha venido manteniendo el Gobierno con la oposición por el manejo de la pandemia, y de la demorada solución para el justo reclamo de los médicos, en general la gente valora lo que se hizo en la provincia en materia sanitaria.
Siempre se dijo que la crisis provocada por la peste marcaría toda gestión a la que haya tocado administrar las políticas para enfrentar a ese flagelo. Aquí y en todo el mundo. Por lo tanto, Suárez no fue la excepción.
En el entorno del Gobernador enfatizan en ese sentido. “La pandemia fue todo: las libertades a partir del mes de mayo del año pasado, la economía funcionando, la presencialidad en las escuelas, el manejo frente a las exigencias de la Nación, el manejo local del plan de vacunación”.
Sin duda, gestionar la pandemia no es solo estar atento a lo sanitario, sino movilizar a todo un gobierno atravesado por esa realidad. Hubo un manejo correcto. La oposición buscó y halló algunas debilidades. Pero en el balance el Gobierno logró salir airoso.
La pandemia, por otra parte, obligó a la administración de Suárez a cambiar sobre la marcha muchos planes de gestión.
Y varios de los proyectos que sobrevivieron y llegaron a ser promovidos, como las reformas institucional y educativa, quedaron frenados hasta nuevo aviso.
En estos casos la pandemia fue la cobertura que permitió disimular falencias políticas para llevar a buen destino a dichas iniciativas.
En líneas generales, Suárez adoptó aquí durante mucho tiempo el estilo de Rodríguez Larreta, basado en el diálogo y la búsqueda de consensos.
Más que nada, prudencia por parte del Gobernador cuando la única solución parecía ser la distancia social y el encierro.
Luego llegarían las primeras gestiones para una paulatina reapertura de las actividades económicas, estrategia en la que no hubo problemas en la provincia y que de algún modo marcó el rumbo en el orden nacional, por lo menos entre las jurisdicciones con más población y mayor actividad productiva y comercial.
Y ya en campaña, el Gobernador sumó a lo que pudo mostrar de su gestión su total alineamiento con los precandidatos nacionales del oficialismo local.
“Hemos puesto lo mejor de nosotros para que la gente nos acompañe”, señalaba el jefe del Ejecutivo ya en campaña.
En ese equipo se destacan los nombres que el propio Suárez siempre quiso que estuvieran presentes en las listas para esta elección: Alfredo Cornejo y Julio Cobos. Este usó antes la misma estrategia: dos años como diputado nacional y luego el salto al Senado.
Sin dudas, es Cornejo la gran referencia. Aun en los tiempos en los que la pandemia obligaba al alineamiento con la Nación, nunca desde el equipo de Suárez mostraron algún fastidio por las apreciaciones públicas casi siempre punzantes de Cornejo, muy crítico con la administración de Alberto Fernández.
“Nosotros tenemos que gestionar la pandemia. El (por Cornejo) cumple su rol de opositor en el Congreso”, solían decir, palabras más palabras menos, los allegados al Gobernador.
Sin embargo, varias veces desde el área de Hacienda hubo quejas a viva voz porque no llegaban los recursos que se prometían desde Casa Rosada.
Por eso no debe sorprender que la campaña haya confirmado la sintonía entre ambos. “Mi gobierno es una continuidad (del de Cornejo) en la forma de gestionar en la austeridad, en estar cerca de la gente”, decía públicamente Suárez en los primeros días de agosto, ya en campaña.
Era la manera de demostrar por qué nunca insinuó la más mínima intención de acceder a algunas mieles ofrecidas por el justicialismo para despegarse políticamente de su antecesor.
La deuda de la provincia, la obsesión del PJ, nunca fue motivo para algún tipo de resquebrajamiento en la relación dentro del oficialismo provincial.
Resultados a la vista. En una elección unificada, y ante la necesidad de Suárez de plebiscitar una gestión marcada por el virus, la fuerza tractora de Cornejo fija el rumbo.
¿Necesitaba volver a competir?
No necesariamente; su mandato como diputado nacional vence dentro de dos años.
Pero siempre es importante para un político de su porte someterse al veredicto popular; las urnas arrojan la mejor encuesta.