La filiación y la afiliación

En nuestro país y en Uruguay,e xiste una expresión coloquial: “ser alguien hijo del rigor”, que da a entender que las personas solamente parecen actuar adecuadamente cuando se las castiga o apremia: “Reaccionó bien ante la reprimenda por aquello de que todos somos hijos del rigor”.

La filiación  y la afiliación

A la mayoría de los hablantes no se les ocurre asociar el vocablo ‘hijo’, con ‘filial’, ‘filiación’ y ‘afiliación’. Al remontarnos a la etimología de estos vocablos, vemos un denominador común: el término latino “filius” y su femenino “filia” traducidos, respectivamente, como “hijo” e “hija”.

Veamos, entonces, cómo en el español actual están emparentados todos estos vocablos: de la evolución fonética de aquellos términos latinos, por cambio de “li” en nuestra “j” y de la “f” en “h”, obtenemos el actual ‘hijo’, palabra muy rica en valores, según podemos averiguar en el diccionario académico. En primer lugar, se exalta la relación de un ‘hijo’ respecto de sus padres o de su país, pueblo o provincia de origen: “Pedro es hijo de un bodeguero” y “Les hablo a los hijos de esta bendita tierra”. Derivada de estos valores esenciales, se da el significado afectivo y coloquial por el que se puede llamar ‘hijo’, con cariño, a alguien a quien se quiere bien: “No se desanime, hijo mío, todo saldrá conforme a lo previsto”.

En cuanto a los vegetales, se consideran ‘hijos’ los retoños o renuevos que echan las plantas: “Ese arbolito es un hijo del añoso plátano de la entrada”.

Dentro de las órdenes religiosas, se llama ‘hijos/hijas’ a aquellas personas que han tomado los hábitos, con relación al fundador de la orden o a la casa donde los tomó: “Es hijo de la orden del Carmelo”. En este sentido, una ‘hija de la caridad’ es la religiosa de la compañía que, en 1633 y para atención hospitalaria, creó en Francia San Vicente de Paul.

Y, en relación con la religión cristiana, se llama “Hijo” a la segunda persona de la Santísima Trinidad; el diccionario señala que, en este uso, el vocablo ‘hijo’ va con mayúscula inicial.

Si el término se usa en plural, alude a la descendencia: “Ellos son todos mis hijos”. Además, se denomina ‘hijo’ también a toda obra, producto del ingenio: “Este último libro es hijo de mi período de soledad y reflexión”.

Cuando se quiere menospreciar a una persona, se la nombra como ‘cualquier/cada hijo de vecino’: “No vas a creerle a cualquier hijo de vecino”. Además, la colocación de un adjetivo junto al vocablo ‘hijo’ (‘bastardo’, ‘natural’, ‘espurio’, ‘legítimo’, ‘reconocido’, por ejemplo) da cuenta de su origen, dentro o fuera del matrimonio. Y la locución ‘hijo pródigo’ se usa para nombrar al que vuelve al hogar paterno, después de haberlo abandonado durante un tiempo.

Otras veces, en lugar de un adjetivo, se coloca un complemento que comienza con ‘de’, a través del cual se acota su valor: ‘hijo de papá’ es la “persona bien situada, más que por sus propios méritos, por el influjo o el poder de sus padres”: “Lo que tiene no lo ha conseguido por trabajo personal sino porque es un hijo de papá”. La expresión malsonante ‘hijo de p…’ puede usarse como insulto, connotando que el destinatario de la expresión es una mala persona; pero, por antífrasis, puede tener valor ponderativo. En cambio, la expresión ‘hijo/a de su madre’ constituye un insulto pues significa llamar “bastardo” a aquel a quien se apostrofa. Una locución que escuchamos muy poco es ‘hijos de la cuna/de la piedra’ que designa a los “expósitos”, esto es, a los niños recién nacidos que eran abandonados o expuestos frente a una institución benéfica.

¿Y qué se quiere significar al afirmar que ‘cada uno es hijo de sus obras’? El valor es que se conoce a alguien, no por su linaje o nacimiento, sino por su modo de obrar. Extraña nos resulta la locución ‘buscar un hijo prieto en Salamanca’; de valor coloquial, señala que se busca a alguien o algo por indicios comunes a otras muchas. Y de sentido afín resulta ‘todos somos hijos de Adán/de Dios’, la cual denota que, por naturaleza, todas las personas tienen igualdad de condiciones y linajes: “No tengo ningún complejo porque todos somos hijos de Dios”.

En nuestro país y en Uruguay, existe una expresión coloquial, ‘ser alguien hijo del rigor’, que da a entender que las personas solamente parecen actuar adecuadamente cuando se las castiga o apremia: “Reaccionó bien ante la reprimenda por aquello de que todos somos hijos del rigor”.

El adjetivo que corresponde a ‘hijo’, se forma a partir de la voz etimológica; en efecto, es ‘filial’ la cualidad que se define como “propia de los hijos”, como en “amor filial”; si ese mismo término se usa con valor sustantivo, ‘filial’ alude a una entidad que depende de otra principal: “Debe dirigirse a otra filial para obtener esa credencial”. De este mismo origen etimológico, es el sustantivo ‘filiación’ que da cuenta de la procedencia de los hijos, respecto de los padres, y también de sus datos personales: “Complete en ese formulario todos sus datos de filiación”.

Así como tenemos los verbos ‘prohijar’ (adoptar a alguien como hijo) y ‘ahijar’ (tomar como propio al hijo de otros padres), se da en el idioma español el verbo ‘afiliar’ que, derivado del latín “affiliare”, tenía el significado de “prohijar”, pero que, en la actualidad, equivale a “incorporar o inscribir a alguien en una asociación o en un grupo”: “Acabo de afiliarme a esa cooperativa”.

Para concluir esta nota, dos refranes, uno serio, el otro jocoso: “De los bienes temporales, los hijos son los mayores” y “Los hijos son una enfermedad de nueve meses y una convalecencia de toda la vida”.

El Refranero multilingüe del Centro Virtual Cervantes nos deja reflexionando: “Tanto quiso el diablo a su hijo que le sacó un ojo”. Aunque el refrán está en desuso, no lo están el contenido y el consejo brindado pues recrimina a quienes maleducan a sus hijos dándoles todo lo que piden, sea o no beneficioso para ellos. En sentido general, alude al daño moral o material que causa un amor excesivo e imprudente.

* La autora es profesora consulta de la UNCuyo.

Tenemos algo para ofrecerte

Con tu suscripción navegás sin límites, accedés a contenidos exclusivos y mucho más. ¡También podés sumar Los Andes Pass para ahorrar en cientos de comercios!

VER PROMOS DE SUSCRIPCIÓN

COMPARTIR NOTA