No nos hemos puesto a reflexionar acerca de cuántas expresiones formamos con el vocablo “día”, para connotar diferentes significados. Analicemos algunas de ellas, aplicándolas a diversas realidades; alguien describe el modo de vivir de un amigo y dice de él que “vive al día”: ¿qué se quiere indicar? Se pretende decir que esa persona emplea, en sus gastos cotidianos, todo lo que gana, sin ahorrar nada. Pero no es lo mismo que usar la expresión “vive el día” ya que con ella se pretende significar que disfruta de lo cotidiano que le ofrece cada jornada, sin evocar el pasado ni proyectarse al futuro. No tiene nostalgia ni tampoco experimenta angustia: goza el presente. Cuando quiero referirme a la continuidad en una manera de obrar, puedo usar la locución “un día sí y otro también”, esto es, en forma continua; muy diferente es decir “un día sí y otro no”, que querrá significar que la actividad no es permanente, sino que se cumple en días alternos: “Llamá para ese trabajo a Pedro porque sabés que, seguramente, lo vas a tener un día sí y otro también; en cambio, Ramiro cumple un día sí y otro no”. Estoy narrando y, de pronto, inserto la locución “un buen día”, que da a entender que, de modo imprevisto o inesperado, se produjo algo: “La vida transcurría con placidez, pero un buen día hubo una tremenda crisis económica”. Coloquialmente, cuando quiero señalar que un hecho, bueno o malo, se produce en forma constante, uso “todo el día”, expresión a la que puede añadírsele un elemento intensificador: “todo el santo/ el bendito/ el dichoso / el maldito día”: “Está todo el santo día estudiando escalas”. El carácter mudable y desigual de una persona, ya en su trato, ya en su humor, se refleja en la locución “tener (sus) días”: “Mi abuelo tiene sus días, a veces es dulce y apacible, otras, gruñón e irascible”. De manera eufemística, para disimular la cruda realidad, se usa “tener los días contados”, expresión que señala para alguien un inminente final, en la vida o, por ejemplo, en un trabajo: “Hoy lo vi y, evidentemente, tiene los días contados”. Distinta interpretación posee “tener alguien su día”: si es positiva, equivale a afirmar que está muy acertado y que emprende exitosamente la empresa que acomete en esa jornada; pero, si es negativa, significará suerte adversa: “Ayer, el empleado tuvo su día y consiguió vender mucho”. “Hoy, mi hijo no tuvo su día y lo aplazaron”.
Connotación positiva posee la locución “al día”, cuyo significado es “al corriente, sin atraso, con exactitud”: “No tiene deuda alguna, pues vive al día”.
La expresión “del día” puede connotar que algo ha sido hecho en esa fecha: “Es comida del día”; pero también puede significar “actual, de moda, según el gusto o el uso predominante o corriente: “Fue el personaje del día”.
Si se usa “día a día” o “día en día”, se quiere indicar “vida cotidiana”: “Después de su muerte, me fue muy difícil el día a día”. También puede señalar “de manera continuada y progresiva o reiterada”: “Es notable cómo mejora día a día”. El presente se indica diciendo “el día de hoy” y el porvenir, “el día de mañana”: “Si es inteligente, no se conforma con lo que tiene el día de hoy, sino que planifica para el día de mañana”. Cuando se desea señalar que nunca o, por lo menos, muy tarde, se va a verificar un hecho, se usa “el día del juicio” o “el día del juicio por la tarde”: “Eso no tendrá lugar ni el día del juicio”. Y la expresión “un buen día” así como la que dice “el día menos pensado” sirven para connotar “de modo imprevisto o inesperado”: “Todo parecía normal, hasta que un buen día apareció ese pariente desconocido”. Del mismo modo, usar la expresión “un día es un día” es querer indicar la excepcionalidad con que una persona se aparta de sus costumbres: “Es metódico y muy reservado, pero un día es un día y en algún momento va a mostrar otra faceta de su carácter”.
En algunos lugares de habla española, como México, se presenta la locución “día de manteles largos”, para aludir al día en que se tienen invitados y se los trata de modo espléndido.
Las expresiones “como del día a la noche” y “como de la noche al día” sirven para enfatizar la diferencia que existe entre dos términos comparados: “Son hermanas, pero tan diferentes como del día a la noche”.
Ironía señala la expresión “cualquier día”, equivalente a “un buen día”: con cualquiera de ellas se quiere significar “en cualquier día imprevisto o inesperado”; así “Todo parecía desenvolverse con normalidad, pero un buen día las cosas se dieron vuelta”.
. En los años bisiestos, se agrega un día en el mes de febrero, precisamente el 29: se denomina “día intercalar”, expresión en la que “intercalar” no es un verbo, sino un adjetivo equivalente a “interpuesto”. Y un “día adiado o diado” es el preciso y señalado para ejecutar algo: “El día diado era siempre el último domingo de octubre”. Cuando se quiere señalar que algo se lleva a cabo en poco tiempo se usa la expresión “cuatro días”: “Era conocida aquella obra musical que decía ‘por cuatro días locos que vamos a vivir’, que muchos tarareaban”. Por otro lado, para hablar de un recién nacido, de lo describe como “de días”: “Era apenas de días cuando lo trajeron”. Hay dos locuciones con valor adverbial, muy similares, con el sentido de “en muy poco tiempo, de manera inminente”: ellas son “de un día a otro” y “de un día para otro”: “No se podía explicar cómo amasó semejante fortuna de un día para otro”. Una locución ya en desuso es “día y victo” que sirve para designar la ganancia diaria que alcanza solamente para el sustento en el día, sin permitir ahorrar: “Imposible ser previsor si vivís de un día y victo”.
Por fin, cuando sentimos que nuestra vida ha transcurrido y que hay efectos negativos producidos por la edad, lo indicamos con la expresión “no se van los días en balde”: “Soledad, lentitud, tristeza y escepticismo rodean hoy su existencia porque, evidentemente, no se van los días en balde”.
* La autora es profesora consulta de la UNCuyo.