La cueva, la madriguera, el búnker y el nido

¿Qué puedo indagar acerca del vocablo “madriguera”? Voz de raigambre latina, nos lleva a remontarnos a la forma del latín vulgar “matricaria” y a la voz “matrix”, hembra reproductora, de cría, nodriza.

La cueva, la madriguera, el búnker y el nido
El vocablo “cueva”: lo encontramos definido como “espacio hueco que ha sido excavado o se ha formado de manera natural bajo la tierra o en las paredes de una montaña”.

¿Qué relación existe en el habla cotidiana entre una “cueva financiera” y la “cueva del oso”? Indudablemente, el nexo se plantea a partir del concepto encerrado en el vocablo “cueva”: lo encontramos definido como “espacio hueco que ha sido excavado o se ha formado de manera natural bajo la tierra o en las paredes de una montaña”. Por ejemplo, “La Caverna de las Brujas es una cueva que supera nuestra capacidad de asombro por las extrañas formas minerales que alberga”.

También se le llama “cueva”, por extensión del concepto, a un lugar pequeño, oscuro y desagradable: “Vive en una cueva, aislado y solitario”.

Derivada de este concepto de sitio recóndito, proviene la expresión “cueva de ladrones”, que se entiende como “casa donde se acoge gente de mal vivir”: “Esos sinvergüenzas tenían su cueva de ladrones en el subsuelo de un edificio céntrico”.

Además, encontramos definida “cueva financiera”, en el Diccionario integral del español de la Argentina, como “entidad financiera que opera de forma ilegal”. Ese carácter de ilegalidad está presente en ideario colectivo; pero la mayor parte de los hablantes suprime el adjetivo “financiera” y reduce la expresión solamente a “cueva”, que toma el valor de lugar donde se realizan operaciones no autorizadas: “Pudo conseguir los dólares que buscaba en una cueva ubicada en plena urbe”.

El Diccionario de americanismos registra las formas “cueva de las golondrinas” y “cueva del indio”, como sinónimos de “penitenciaría estatal”. También, consigna la frase “mala cueva dijo el conejo”, que se interpreta como frase que indica que alguien ha tenido mala suerte.

Se deriva de este sustantivo otro, usado despectivamente: “covacha”. Tan pronto puede nombrar una cueva de pequeñas dimensiones, como en “Al llegar a la cumbre, nos refugiamos en una covacha”, y una casa, cuarto o lugar para vivir, desordenado, pequeño y pobre: “En esa covacha, transcurría sus días el inmigrante”.

Alguien me observa, en relación con este último término, la existencia del verbo “acovacharse”; una rápida búsqueda en el diccionario académico me permite verificar que dicha forma no ha quedado registrada en la última edición, la del Tricentenario. Pero, entonces, vienen en mi auxilio palabras de la propia Academia, en su obra más reciente Nunca lo hubiera dicho (marzo de 2022): “… creencia falsa es la que afirma que las palabras que no figuran en el diccionario no existen. Solo se incluyen las palabras más habituales, las que han pasado a la lengua común. Hay otras muchas, por supuesto. En el caso de las derivadas y compuestas, el diccionario ofrece los instrumentos para crearlas siguiendo las reglas generales del español: adición de prefijos, sufijos y elementos compositivos”. Animada por esta afirmación, corroboro en otras fuentes la existencia de “acovacharse” y verifico que sí figura en el Wikcionario, con tres acepciones: “Recluirse, encerrarse, aposentarse voluntariamente alejado de los demás, rehuyendo de su compañía”, como en “Triste y solo, desilusionado por lo ocurrido, se acovachó en su alejado refugio”; la segunda es “hacer vida de anacoreta”: “Hace mucho que vive acovachado en una vieja casona en el campo”; la tercera, “ocultar algo de alguien que se acerca”: “Se acovachó de la mirada de los que lo andaban persiguiendo”.

¿Qué puedo indagar acerca del vocablo “madriguera”? Voz de raigambre latina, nos lleva a remontarnos a la forma del latín vulgar “matricaria” y a la voz “matrix”, hembra reproductora, de cría, nodriza. Entonces, comprendo cómo esta etimología alumbra las significaciones actuales del término; en efecto, puede ser la “cueva estrecha que excavan en la tierra algunos animales mamíferos pequeños, para refugiarse a tener a sus crías en el interior”, como en “El topo hizo su madriguera entre las raíces de un árbol”; además, “cavidad estrecha natural que algunos animales mamíferos usan como refugio”: “Su madriguera se extendía en línea recta como un túnel”; otra acepción de valor coloquial da al término el sentido de “escondite que sirve de refugio a los delincuentes”: “Desbarataron la madriguera de los ladrones de esa entidad bancaria”; también, coloquialmente, equivale a “lugar, generalmente pequeño, en el que una persona se siente protegida y tranquila”: “Durante la pandemia, se encerró en su madriguera”.

Y, al hablar de refugios, surge el vocablo “búnker”, préstamo desde el alemán; se ha adaptado al español en su transformación en palabra grave tildada, también en su pluralización en “-es” como “búnkeres”, para seguir las normas de la morfología española. Además, su pronunciación con “u”, como corresponde a un vocablo nuestro. El Panhispánico da como recomendación, a pesar de la adaptación al español, que se conserve la “k” original, en lugar de la “q”, usada minoritariamente. En cuanto a su valor significativo, se nos dice que es un “fortín”, “pequeña construcción defensiva”, un “refugio, por lo general subterráneo, para protegerse de bombardeos” y, además, “grupo resistente a cualquier cambio político”. A estos significados básicos, se le suman el de “lugar en donde se reúne un grupo de personas, especialmente los políticos, cuando esperan el resultado de una elección” y “en golf, obstáculo artificial que dificulta el juego, especialmente una depresión con arena”.

Algunos usos en el habla cotidiana son “Darán los resultados de las elecciones desde el búnker partidario”, “Los niños y mujeres se han protegido de los bombardeos en distintos búnkeres que los mantienen a salvo”.

Lo que significa “nido” en el lenguaje denotativo lo conocemos; pero hay que añadir que, metafóricamente, se llama así al lugar de pertenencia, en especial un país, en el que alguien se siente amparado: “Ya deseaba volver a mi nido”. Además, un “nido” es también el sitio en que viven y se refugian delincuentes: “nido de maleantes”. Otras veces, “situación en que se originan discordias o conflictos”, como en “nido de víboras”.

A partir de este sustantivo, encontramos el verbo “anidar”, del cual también nos interesa su valor metafórico: “Referido a un sentimiento, un recuerdo, una idea, estar arraigado en el pensamiento o en la memoria de una persona”, como advertimos en “No deje que el odio anide en su ánimo”.

*La autora es Profesora Consulta de la UNCuyo.

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