La crisis estadounidense

Estados Unidos vive una crisis política sin precedentes al tener lugar las protestas violentas de mayor envergadura en medio siglo.

La crisis estadounidense
Imagen ilustrativa / Archivo

Han ocurrido muertes violentas de afro-americanos por policías durante el gobierno de Obama. Pero fueron mucho más limitadas y circunscriptas y la actitud moderada y conciliatoria del gobierno contribuyó a ello.

Las protestas alcanzan el nivel de las que tuvieron lugar en los gobiernos de Kennedy y Johnson que llevaron al primero a utilizar el Ejército para contenerlas y al segundo a poner en marcha el programa para promover la igualdad racial más importante de la historia estadounidense.

Pero ello no ha impedido que los afroamericanos, que son el 14% de la población del país, dupliquen o tripliquen a los blancos en cuanto a personas encarceladas, pobreza, desempleo y víctimas de la violencia policial.

La minoría hispana y en menor medida la asiática sufre una situación similar, aunque menos intensa y además ellos han ido voluntariamente a los EE.UU., mientras los afroamericanos son los descendientes de los esclavos que llegaron entre el siglo XVII y comienzos del XIX. Las raíces en este caso son mucho más profundas.

Convergen tres factores en la protesta: la discriminación y violencia sobre los afroamericanos, el fuerte aumento de desempleo en el primer cuatrimestre del año y las tensiones por la Pandemia.

La marcada presencia de manifestantes blancos se explica porque la sociedad se ha hecho más igualitaria que medio siglo atrás y ahora apoya mayor integración con las minorías.

Pero durante dicho cuatrimestre, los pedidos de seguro de desempleo mostraron que se perdieron 30 millones de empleos y que el aumento de la pobreza fue significativo, llegándose a verse colas de personas para recibir comida, cono sucedió en los años treinta del siglo XX.

A ello se suman la tensión y ansiedad generada en este período para enfrentar la Pandemia, mientras el Presidente promovió una política que daba prioridad a la reactivación de la economía y buscaba limitar el confinamiento al mínimo, los Estados adoptaban políticas diferenciadas.

Estados muy demócratas y adversos a Trump, como New York y California mostraron importante desobediencia frente a las restricciones.

Es así como en este estallido de violencia, convergieron otros factores además de la segregación racial y ello contribuye a explicar el protagonismo “pluriracial” en las protestas.

Ellas han profundizado la “grieta” que hoy divide a la sociedad estadounidense, que algunos historiadores dicen es la más profunda que ha vivido el país desde la Guerra de Secesión en el siglo XIX.

La base republicana gira más hacia la derecha, temiendo la anarquía y la demócrata lo hace hacia la izquierda.

Propuestas como desfinanciar las policía o incluso reemplazarla por un sistema de “seguridad comunitaria”, profundizan esta división que Trump busca potenciar con intención electoral.

Pero los republicanos moderados han reaccionado y figuras como George W. Bush y el general Collin Powell -el último es afroamericano- han manifestado que no votarán por Trump por su actitud adoptada frente a las protestas violentas. Hay legisladores que ya han expresado la misma posición.

En el campo demócrata está sucediendo otro tanto. Al hacerse presente en el sepelio del afroamericano muerto por un policía (Floyd) el alcalde “progresista” de New York (De Blassio) fue abucheado.

Esto plantea dudas sobre la eficacia de la candidatura de Joe Biden, ya consagrada al haber alcanzado los 1991 delegados necesarios.

Es que su imagen moderada, queda un tanto descolocada frente a la radicalización de su base electoral y corre el riesgo de perder votos en un sistema electoral en el cual el voto es voluntario.

Como suele suceder en todo el mundo, los protagonistas de las protestas son mayoritariamente jóvenes.

Ello plantea la necesidad de una renovación en la política estadounidense. Pero la realidad es que la elección presidencial del 3 de noviembre queda planteada entre un candidato de 76 años (Trump) y otro de 77 (Biden).

Cuando todo parecía adverso para el Presidente, la inesperada e importante baja en el desempleo lo favoreció. Contra todos los pronósticos de bancos y economistas, se crearon en mayo 2,5 millones de empleos. Ello hizo que el desempleo que se esperaba en mayo llegara al 20%, descendió del 14,7% al 13,3%. Cabe señalar que en el mismo mes, las acciones que cotizan en Wall Street, subieron 43%.

La protesta puso en evidencia el límite que representaron los militares para el Presidente y la globalización de la protesta.

Trump escaló el conflicto, anunciando que desplegaría miles de soldados armados para terminar con las protestas, llevando al extremo su postura represiva, pero para su sorpresa recibió la negativa militar, que hizo pública su actual Secretario de Defensa (Esper) “desaconsejando” la decisión adoptada por el Presidente. Incluso dos generales que fueron funcionarios de su propio gobierno, uno como Secretario de Defensa (Mattis) y otro como Jefe de Gabinete (Kelly) rechazaron públicamente la orden del Presidente. Ello no impidió desplegar la “Guardia Nacional” que es una fuerza voluntaria no permanente que se moviliza para las emergencias y que tiene equipamiento militar liviano.

Fue un límite inesperado para el Presidente, que posiblemente le evitó una escalada del conflicto con decenas de muertos en las calles.

Ahora ya ha replegado la “Guardia Nacional”, aunque las protestas continúan.

Estas se han globalizado, siendo más intensas en las capitales de Europa con pasado colonial fuera del continente: Londres, Paris, Madrid, Roma, Bruselas y Amsterdam, en las cuales hoy vive un porcentaje importante de migrantes, cuyo promedio de infectados y muertos por el Coronavirus es varias veces superior al de la población blanca originaria.

Como sucediera en EE.UU., estatuas de figuras con significación histórica que tuvieron que ver con el tráfico esclavista fueron volteadas.

Pero la rebelión estadounidense separó al EE.UU. gobernado por Trump, aún más de Europa. En el resto del mundo las protestas fueron menos intensas, incluso en países como Brasil, que tiene 40% de la población con origen afro, aunque con un mestizaje mucho más alto que en EE.UU.

En conclusión: las protestas que tuvieron lugar en los EE.UU. fueron las más violentas que han tenido lugar en medio siglo, tanto por su furia como por su extensión en todo el territorio nacional; en ellas, no sólo ha jugado el histórico conflicto racial, sino también el alto desempleo generado en el primer cuatrimestre y las tensiones y ansiedades acumuladas por la Pandemia; han profundizado la “grieta” que hoy divide la sociedad estadounidense, que historiadores consideran es la más honda desde la Guerra de Secesión del siglo XIX y la negativa militar a participar en la represión fue un sorpresivo límite al Presidente, que lo obligó a desacelerar el conflicto, al mismo tiempo que las protestas se extendían a las principales capitales europeas.

*El autor es Director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría - Especial para Los Andes.

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