La cana se llevó a alguien que peina canas

En una época en que impera el edadismo, esto es, la discriminación por razón de edad, especialmente de las personas mayores, nos aparece oportuno recordar el dicho: “A canas honradas. no hay puertas cerradas”.

La cana se llevó  a alguien que  peina canas
Un relevamiento de CEPAL estima que, para 2030, habrá en Latinoamérica 119,67 millones de personas mayores. Foto: Web

Muchas veces, a través de esta columna, presentamos palabras idénticas en su escritura y fonética, pero absolutamente diferentes en cuanto a su significado y a su etimología. Se trata de homónimos y, dentro de este tipo de términos, son homógrafos y homófonos. Hoy vamos a ver qué cosas diferentes denotan y connotan los dos sustantivos ‘cana’ que figuran en el diccionario, además del adjetivo ‘cano’.

En la vida cotidiana, muchas veces oímos decir “Está en cana” o “Vino un cana y le hizo una boleta de infracción”. ¿Figura este vocablo en el diccionario? Sí, la versión actual del diccionario académico incluye el término, en una tercera entrada, y circunscribe su uso a países como Argentina, Chile, Bolivia, Uruguay, Colombia y Perú, con tres valores: “cárcel”, como lugar de reclusión de presos; “cuerpo de la Policía” y “miembro del cuerpo de la Policía”. No hay indicación de una sola etimología: nos parece adecuada la de Américo Castro, que vincula el vocablo con la expresión italiana “mettere in canna” (“encarcelar, detener”); también, la que lo considera un galicismo derivado del francés “canne”, voz que designaba el bastón que usaban los policías como instrumento.

Un artículo interesante, titulado “Cana: una palabra, varios orígenes”, de Rodrigo Lastreto, publicado en enero de 2015, consigna un origen anecdótico: “Están los que buscan la referencia con un anclaje más periodístico. Son quienes citan una de las históricas Aguafuertes Porteñas que Roberto Arlt escribió en 1929 para el diario El Mundo. Allí Arlt menciona a un comisario de apellido Racana, quien atemorizaba con sus razzias a los muchachos que jugaban al fútbol en calles y potreros, algo no bien visto. Y que el grito ‘¡rajemos que viene Racana!’, terminó como que había que escapar de ‘la cana’. También están quienes creen que la expresión tiene que ver con los bastones de la Policía, conocidos como macanas”.

Son interesantes las locuciones que aparecen en el Diccionario etimológico del lunfardo, de Oscar Conde: ‘Caer en cana’ tiene el significado de “ser apresado”; ‘batir la cana’ equivale a “alertar”; ‘dar la cana’ es sinónimo de “sorprender ‘in fraganti’ a alguien”; ‘mandar en cana’ se usa con el valor de “delatar”; ‘morfarse una cana’ señala que se cumple una pena en la cárcel; “¡Araca la cana!”, nombre de la murga uruguaya, significa “Cuidado, la policía”.

Se relaciona este sustantivo con los verbos ‘encanar’/’encanarse’ que, en nuestro país, en Colombia y en Cuba, siempre en el lenguaje del hampa, significan “meter a alguien en la cárcel”.

Distinto es el origen del término ‘cana’, sustantivo femenino, que designa el “cabello que se ha vuelto blanco”. Lo curioso es que proviene del adjetivo latino “canus, cana, canum” (“blanco brillante”) y que se aplicaba a los cabellos absolutamente blancos por la edad. También, en nuestro idioma, aparece en el diccionario bajo la entrada del adjetivo “cano, cana” (“de color blanco” y, desusadamente, “sabio o experimentado por viejo”); allí se dan algunas locuciones, con valores diversos: ‘echar una cana (una canita) al aire’ es, coloquialmente, “divertirse fuera de su norma habitual”. Así, “Dejaron la formalidad y se echaron una cana al aire”. Una metonimia del efecto por la causa se da en ‘peinar canas’ (“ser ya viejo”) porque indica el efecto (el cabello blanco) por la causa (el avance del tiempo): “Me callé por respeto pues no era tan joven, peinaba canas”.

Cuando usamos la locución, hoy un tanto olvidada, ‘quitar mil canas (a alguien)”, estamos significando que se le ocasiona a esta persona gran gusto y satisfacción: “Ante el anuncio de una noticia favorable, vimos que le habíamos quitado mil canas”. Exactamente lo contrario, indicamos al usar ‘sacar canas verdes (a alguien)’, pues aludimos a que se le causa preocupación y disgusto continuos: “Sus permanentes faltas le sacaban canas verdes a la abuela”.

También este sustantivo ‘cana’ se relaciona con un verbo: se trata de ‘encanecer’ que, no solamente significa “ponerse cano”, sino también “ponerse mohoso” y, además, “envejecer”: “Es notable ver cómo encaneció en poco tiempo”. El efecto de ‘encanecer’ se manifiesta en el sustantivo ‘encanecimiento’: “Advertís su estado de estrés por el encanecimiento repentino”. Por otro lado, se da otro sustantivo, ‘canicie’, que designa el color blanco del pelo: “Su canicie temprana le suma años a su aspecto”.

En una época en que impera el edadismo, esto es, la discriminación por razón de edad, especialmente de las personas mayores o ancianas, nos parece oportuno traer a colación la paremia recogida por el Centro Virtual Cervantes, en su Refranero multilingüe: “A canas honradas, no hay puertas cerradas”. La ficha incluida en este refranero nos brinda esta explicación: “Se refiere al respeto que se debe tener a los ancianos. Por otra parte, alude a quien es bien recibido en todas partes porque se ha ganado un buen nombre al cabo de los años, por su juicio y prudencia”. Muy relacionado se da otro refrán que reza “Honra la cabeza cana y honrado serás mañana”.

También se refleja el avance inexorable del tiempo en dos refranes que, al mencionar las canas, aluden al efecto (lo blanco en el cabello) por la causa (la mayor edad): ‘Canas son, que no lunares, cuando comienzan por los aladares’ y ‘A la vejez, aladares de pez’: los aladares son los cabellos que están a los lados de la cabeza; allí aparecen las primeras canas, con el paso del tiempo. El sustantivo ‘pez’, femenino en este uso, designa la sustancia negruzca y viscosa, resultado de la destilación de la trementina y extraído de la resina de algunos pinos. Tenía un uso práctico: servía para tapar las canas o disimular la calvicie.

Nos vamos cantando, mientras la hacemos nuestra, la letra del tango-canción “Volver”, de Gardel-Le Pera, para ver cómo se alude a las canas, asociadas al nostálgico paso del tiempo: “Volver, con la frente marchita/ las nieves del tiempo platearon mi sien/. Sentir que es un soplo la vida/, que veinte años no es nada…”.

* La autora es profesora consulta de la UNCuyo.

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