Alfredo Cornejo tiene un extraño “privilegio”. Concentra, como es obvio, el protagonismo de su campaña para volver a ser gobernador. Y desde hace unos días, su rostro y su apellido también son los que dominan la publicidad electoral de su principal rival, Omar de Marchi.
Hay en el despliegue de La Unión Mendocina en calles y redes sociales un hecho que difícilmente registre antecedentes locales. El debut de la cartelería y los spots con la frase “Cornejo todo mal” es, además, el caso más claro del lenguaje de las redes sociales llevado a la publicidad política. Un hashtag que se volvió eslogan.
El objetivo es el mismo que viene explicitando el principal candidato de La Unión Mendocina desde que abandonó el oficialismo: polarizar con su ex aliado devenido en archirrival. Busca así alimentar su caudal electoral con el germen de anticornejismo que crece en la sociedad hace un tiempo.
Esa semilla fue sembrada y regada inicialmente por el peronismo, cuando De Marchi aún era parte de Cambia Mendoza, y él ahora busca usufructuar el brote sin tapujos.
Así como en 2015 Cornejo transformó el sustantivo “kirchnerismo” en un adjetivo con connotación negativa, La Unión Mendocina busca hacer ahora lo mismo con el cornejismo.
“No hay que subestimar nunca el poder del odio como aglutinador de un colectivo”, advierte un intelectual de las campañas políticas. Allí está el ejemplo de Milei para quien dude.
El uso de la imagen del radical generó sorpresa y alarma en el comando oficialista. Y, en un primer momento, se evaluó iniciar algún tipo de reclamo ante la Justicia, para frenar esa exposición. Pero, por ahora, está descartada la vía judicial.
La duda, por ser un terreno inexplorado, es cómo repercutirá esa campaña en el electorado.
Un estudioso de la política ve con preocupación lo que se insinúa para las tres semanas que restan hasta la elección. “Viene una escalada de violencia y agresividad. Se va a poner feo el ambiente y si Cornejo sale a contestar, se va a picar”, intuye.
Ese escenario descripto se parece mucho a lo que podría denominarse una “lasherización” de la puja por la gobernación. Una provincialización de la lucha en el barro que desde hace semanas domina la contienda política en el municipio gobernado por Daniel Orozco, ex Cambia Mendoza y ahora candidato a vice de LUM.
“A De Marchi sus focus group le han dado lo mismo que a nosotros, que hay un clima anti Cornejo”, explica un peronista. Pero acota: “El escenario está dado para que pierda Cornejo, pero no va a perder porque nosotros estamos hundidos y De Marchi es mal candidato, ya todos lo conocen. Si Petri fuese el rival ahora, gana”.
Cada momento de una campaña expresa las inquietudes, miedos y certezas de los protagonistas. Hay también, a veces, desesperación.
Son esos temores también los que modifican el eje discursivo. Y en esta elección se ha percibido claramente: deberíamos estar hablando del futuro de una provincia que nadie puede discutir está estancada hace años. Pero, indefectiblemente, se impone el pasado en el debate público.
El ítem aula es un ejemplo. Nadie cree sinceramente, incluso quienes la proponen, que su simple derogación mejore el salario de los maestros. Menos aún la educación. Es simplemente una promesa efectista en una campaña hípersegmentada que busca decirle a cada grupo lo que quiere escuchar. En este caso, el grupo son 50 mil docentes, o sea 50 mil apetecibles votos que todos necesitan.
Obligado a intentar reconstruir el vínculo roto (y tal vez irrecuperable) con los docentes, Cornejo prometió revisar su criatura si gana. Fue hace sólo diez días.
Pero Omar Parisi apuró los tiempos y buscó recuperar protagonismo con la convocatoria a una sesión especial para derogarlo ahora mismo.
Para dar por cerrado el debate, el Gobierno aceptó convocar al Senado el lunes, la fecha más distante posible de la votación del próximo 24. ¿Qué va a hacer? Lo que siempre se hace cuando el objetivo es que nada pase: derivarlo al estudio en comisiones. “Si se deroga, se rompe la estructura salarial de los docentes”, argumentan para rechazar la idea.
El peronismo intentará sacarle rédito a su “picardía” como la definió uno de sus estrategas. Le urge instalarse. Pero no será el único. Desde la Unión Mendocina salieron a adjudicarse la idea de la derogación. Un video de su líder, previo a las PASO, asegurando que el polémico ítem no debería modificarse, los desmiente.
El renacido debate por el ítem aula surgió casi en paralelo con la propuesta de De Marchi de eliminar la Revisión Técnica Obligatoria. Otra vez el pasado y no el futuro. Otra vez los aires refundacionales y la apelación al enojo. ¿En serio es la solución para la provincia que no se haga la RTO? ¿No habría que mejorarla incluso, por ejemplo midiendo la emisión de gases de los vehículos?
Un viejo zorro de la política dice que esa propuesta, además de demagógica, puede esconder una segunda intención: como a los talleres no les ha ido tan bien como esperaban porque la Policía no exige la RTO, les vendría mejor hacer juicio al Estado si se deroga la ley antes de que se venza la concesión por diez años que tienen.
Lo cierto es que entre tanto revisionismo, De Marchi poco y nada ha dicho de aquel programa de gobierno que presentó en diciembre con una fuerte mirada al futuro. Un plan que requeriría de mayores ingresos, a contramano de la eliminación de impuestos, como los Sellos, que promete.
Nervios y reproches
Hoy, Cornejo marcha adelante. Al menos, no hay ninguna encuesta medianamente confiable que lo contradiga. Nadie puede confirmar tampoco el crecimiento que De Marchi dice tener. Lo suyo es más una sombra amenazante que una certeza. Aunque también es cierto que los nervios en el oficialismo los olfatea hasta el sabueso menos entrenado.
Hay en la incertidumbre que invade a Cambia Mendoza un apuntado: Rodolfo Suárez. La gestión provincial no ha dado a su candidato argumentos para salir a pedir que lo voten. De hecho, nadie ha osado ni osará hablar de “continuidad” en la gestión.
El miércoles pasado, en el programa Séptimo Día de Canal 7, el Gobernador evitó autocalificarse porque aún le quedan 100 días de mandato. Prometió sí que serán los más fructíferos. Flaco favor para Cornejo si efectivamente lo mejor se produce con el resultado electoral ya consumado.
El de Suárez, puede decirse, ha sido el gobierno de la procrastinación. Siempre lo bueno está por venir. Así, ha llegado casi hasta al minuto final.
Sin nada concreto para mostrar, la semana que pasó tomó una decisión que va a contramano de dos posturas que ha sostenido desde 2020: adhirió sin chistar a una decisión del Gobierno nacional y a la vez buscó congraciarse con los estatales.
Justo cuando buena parte de los gobernadores peronistas se rebelan a su candidato, Sergio Massa, y deciden no pagar el bono extraordinario, el Gobernador dijo que sí. No sólo eso: lo pagará todo junto y diez días antes de las elecciones. Tal vez sea su mayor aporte si gana el oficialismo.
En los próximos días, Cambia Mendoza hará una encuesta provincial. Han esperado a que pasen las elecciones de los siete municipios que desdoblaron (que deparan siete derrotas seguras) para intentar aproximarse al clima social y el resultado.
Pero como la ansiedad y la incertidumbre podían más, el fin de semana pasado hicieron un sondeo en Guaymallén, como para ir oteando el panorama. El encargado fue Elbio Rodríguez, el hombre que pronosticó el triunfo de Milei en la provincia.
¿Por qué allí? Porque desde 1983, punto más, punto menos, el que ganó en Guaymallén siempre ganó Mendoza. Y no sólo porque es el departamento más poblado. Se da a llí la misma segmentación social y en la misma proporción que en la provincia.
El resultado fue recibido con puños apretados de festejo contenido y dio a la cúpula oficialista algo de tranquilidad: 41% Cornejo y 21% De Marchi, con 21% de indecisos. Mucha distancia y pocos cambios respecto de las primarias de junio.
De tanto pescar dirigentes secundarios del PJ, que poco pueden aportar en votos, el candidato opositor no sólo se desperfiló discursivamente y dejó de ser ese furioso antikirchnerista que fue. También pareció desechar a quienes votaron en las primarias a Luis Petri, que pueden no querer mucho al líder oficialista, pero que son claramente antiperonistas.
De Marchi parte con una debilidad territorial de origen. Sólo puede contar como seguro con su Luján y San Carlos, de su aliado Jorge Difonso. Las Heras, la razón por la que Orozco es candidato a vice, parece difícil ahora: el enojo con el intendente ha ido creciendo entre los vecinos.
La esperanza tan promocionada puesta en el pase a LUM del maipucino Matías Stevanato (que logrará la reelección en su departamento holgadamente) parece insuficiente. Hay un dato que puede servir para medir esa influencia: el intendente sólo se la jugó públicamente por Massa en este año electoral y el candidato a presidente de Unión por la Patria reunió en Maipú apenas el 13,5%. Los votos, claramente, no se trasladan.