La actualidad de Ricardo Balbín

Recordarlo hoy a Balbín es para lograr, con otros protagonistas naturalmente, la ansiada unidad de los argentinos. Con las grietas de ambos lados sólo se consigue el odio, el rencor y el desencuentro nacional.

La actualidad de Ricardo Balbín

Ayer, 9 de setiembre, se conmemoró un nuevo aniversario de la muerte de Ricardo Balbín.

El ilustre muerto integró la generación que se incorporó a la acción política desde la universidad de la Reforma. Cuando ocurrió el golpe corporativo del 6 de septiembre de 1930, Balbín contaba con 26 años.

Esa joven generación debió, por sus convicciones instalarse en el campo de la resistencia contra el despotismo neofascista, el fraude y la entrega del país a manos internacionales.

Sociológicamente, al mismo tiempo, se producía en el país un fenómeno de migración masiva que la conducción alvearista no logró representar. El dirigente más notorio y brillante de esa generación de la resistencia fue Balbín.

En tal sentido, tuvo que enfrentar a las policías bravas, a la negación de la voluntad popular, luego al autoritarismo peronista, la represión indiscriminada, el continuo padecimiento de otras cárceles y el riesgo de su propia vida personal a partir de la década del setenta.

Lo caracterizó su coraje personal que le posibilitaba identificarse con los valores en los que creía con total autenticidad, expresado en miles de tribunas que él levantaba con su encendido verbo.

Su idea-fuerza fue la libertad y en nombre de ella tuvo que enfrentar casi un año de prisión en una celda de máxima peligrosidad. Esa libertad que le permitía después de cada derrota que sufría, reponerse, y al día siguiente comenzar de nuevo en su prédica democrática.Pero también Balbín perseguía esa libertad que asegurara niveles de igualdad imprescindibles para una mayor homogeneidad social.

Para esa generación, la honestidad personal era una condición natural. Despreciaban el dinero, pero más aún, despreciaban a quiénes ejercían la política para llegar al dinero. Así se afirmaba la superioridad de su concepción ética y moral.

La manifestación más elocuente fue su actitud frente al poder. Como todo político activo, Balbín quiso llegar al gobierno y compitió cuatro veces como candidato a Presidente. En todas las instancias perdió. Pero su búsqueda del poder no era un fin en sí mismo, como en la actualidad ocurre, sino que concebía al poder como un medio para la ejecución de políticas públicas que condujeran al bienestar general, al modelo republicano protagonizado por hombres y mujeres libres e iguales.

La coherencia de su conducta se trasuntó en una absoluta identificación con los principios de la Unión Cívica Radical. Más aún, Balbín nunca se creyó más importante que la UCR. Siempre colocó al partido como el protagonista esencial de la acción política. Logró incorporar a la juventud para garantizar su propia continuidad con su permanente prédica en favor de los jóvenes.

Voy a contar una anécdota personal con Balbín. Derrotado en las elecciones de 1973, vino a Mendoza a los dos o tres meses luego de la elección. Siendo un joven le recriminé, mano a mano, que el 25% que había obtenido la UCR era porque había saltado la pared para reunirse con Perón en su casa de Gaspar Campos. Tuvo la paciencia, la tolerancia de darse vuelta de su asiento del automotor en que íbamos a San Rafael para decirme con su ronca voz, que él había saltado las cercas de las antinomias que dividían a los argentinos e inmediatamente me contestó: “Lo hice para que Uds. lleguen, pues hay que meterse en el peronismo pues allí están los votos que necesitamos para llegar”. Cuando en 1983, triunfó la UCR con Alfonsín como abanderado, me hice un lugar aquel 30 de octubre para recordar a Balbín de sus proféticas palabras expresadas hacía diez años atrás.

Es que don Ricardo concebía a la UCR como una realidad permanente de contenido moral que estaba más allá de los resultados electorales.

Su hora más gloriosa fue su última relación con Perón. Cruzó los puentes de su amor propio para alcanzar la unidad de los argentinos.

Lamentablemente, hoy, en estos planos inclinados, esta concepción krausista derivada de los imperativos kantianos que era la U CR se ha desvirtuado absolutamente para dar paso a circunstanciales aprovechadores de una concepción política y moral que ha perdido su identidad política y lo que es más grave, sometida a otras vecinales agrupaciones que, al menos por hoy, la han cooptado para mal de la República.

Recordarlo hoy a Balbín es para lograr, con otros protagonistas naturalmente, la ansiada unidad de los argentinos. Con las grietas de ambos lados sólo se consigue el odio, el rencor y el desencuentro nacional.

Pero esta pequeña recordación no la necesita Balbín, la necesitamos todos aquellos que tratamos de seguir su ejemplo, su coherencia y su conducta al servicio de la República.

* Abogado. Convencional Constituyente UCR - Especial para Los Andes

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