Un 17 de abril de 1924 fallecía en Brunoy (Francia), a los 87 años, Josefa Dominga Balcarce y San Martín, hija de Mercedes Tomasa San Martín y Mariano Severo Balcarce. La trayectoria de esta ciudadana francesa hija de argentinos, nos remite al recuerdo de las glorias sanmartinianas en América, pues Josefa no podía negar su estirpe sanmartiniana.
De una esmerada educación junto a su hermana María Mercedes, quien falleció joven a los 27 años, impartida por sus padres, quienes no descuidaron inculcar en ellas la cultura de la patria argentina lejana; Josefa siempre invocaba la Patria de sus padres y su Tatita como siempre recordaba a su abuelo.
Tal educación que Merceditas recibió de su padre, le fue trasmitida por ella a sus hijas María Mercedes y Josefa Dominga; no podía ser de otra manera que Josefa exaltara con su obra solidaria la grandeza de su abuelo.
De una vocación solidaria muy profunda, Josefa dedicó su vida a servir a sus semejantes, preparándose para brindar un servicio más adecuado, por lo que realizó cursos de enfermería.
Mujer de refinada cultura, parlante de varios idiomas, junto a su madre Mercedes y su padre, representante de la Confederación Argentina en Paris, oficiaban de anfitrionas recibiendo a sus invitados en la embajada argentina, en veladas que hacían del deleite de las personalidades asistentes.
Los integrantes de su familia fueron muriendo, en 1850 su abuelo el General San Martín en Boulogne Sur Mer. Cuando vivían en Brunoy fallece su hermana María Mercedes en 1860, su madre Mercedes Tomasa en 1875, 10 años después su padre Mariano y finalmente su esposo Fernando Gutiérrez Estrada en 1904, por lo tanto, queda sola en el Petit Chateau, palacete de Brunoy, lugar donde llevó adelante su sueño de crear un asilo de ancianos.
Muy querida por la comunidad de Brunoy y apoyada plenamente además por las Hermanas de la Congregación Hijas de la Sabiduría (Filles de la Sagesse) Josefa pudo llevar adelante su grande empresa de brindar toda sus energías y recursos a los viejos desvalidos de la comunidad.
Casada en 1861 con un acaudalado ciudadano mexicano agregado a la embajada de su país en París, planearon la creación de una fundación con fines solidarios. No tuvieron hijos. Luego de fallecer su esposo en 1904, un año más tarde cumplió su sueño de crear dicha fundación, de Balcarce y Gutiérrez Estrada, que fue orientada a servir de asilo de ancianos. Funcionaba en el Petit Chateau, el pequeño palacete que su padre adquirió en 1854 y donde vivió toda la familia, luego del fallecimiento de San Martín.
Compró terrenos aledaños para brindar comodidad a los ancianos y sembrar frutales y hortalizas para una mejor alimentación de ellos. Pero su obra cumbre se cumplió, cuando en el curso de la Primera Guerra Mundial, Alemania invadió Francia a mediados de 1818, para disponer de una mejor posición en la negociación de un armisticio, ya que EEUU ingresó en la guerra y la evolución de la misma no le era favorable.
El gobierno francés ordenó la evacuación de París hacia el sur, Josefa desobedeció la orden, sólo envió a los abuelos que podían movilizarse y permaneció con los otros y con la ayuda del doctor Jules León Ladroitte, cirujano que le brindó todo su apoyo, junto a las Hermanas de la Congregación y la comunidad.
Trasformó el hogar de ancianos en un Hospital de Guerra, la Clínica Quirúrgica Nº 89, la más completa de Francia, dotándola de 50 camas, complejizándola con dos quirófanos, sala de rayos, laboratorio, sala de esterilización, de hidroterapia y farmacia.
Asistió a todos los heridos de guerra, alemanes y franceses, sin distinción. Cuando finalizó la guerra, al tiempo se presentó el general Le Long con su Estado Mayor y funcionarios de la Cruz Roja, quienes la reconocieron por su heroica labor, con la Cruz de la Legión de Honor en Grado Militar por los servicios prestados a la República de Francia, la máxima condecoración a los héroes de Francia. Josefa Dominga Balcarce y San Martín, es pues, heroína de Francia.
Los heridos colocaron un pasacalle con la inscripción: “Señora, ud. es más valiente que todos nosotros”. Todo el pueblo de Brunoy estuvo presente.
Josefa y su abuelo, el general San Martín, son ciudadanos Ilustres de Brunoy.
Ya octogenaria y pensando en el final de sus días, intercambió correspondencias con Mitre, quien escribía su obra cumbre, Historia de San Martín y la Emancipación Sudamericana y le remitió papeles, cartas y mapas de su abuelo que serían de gran valor para la obra que estaba escribiendo.
Al director del Museo Histórico Nacional, Adolfo Carranza, en 1895, le envió los muebles de su abuelo y un croquis exacto de la ubicación en su habitación y otros elementos. Conservó algunos recuerdos que dolían en su corazón.
Donó al Patronato de la Infancia de Buenos Aires, la casa que recibió en herencia por línea materna ubicada en la actual esquina de San Martín y Juan Domingo Perón.
La fundación la cedió para ser administrada por la Sociedad Filantrópica de París.
Murió a los 87 en el mismo hogar de ancianos que había creado, y pensando en la Argentina como su país por herencia, esa tierra lejana con la que su abuelo soñó hasta el último minuto de su vida.
* El autor es médico. Secretario de la Asociación Sanmartiniana de Luján de Cuyo.