Luego del receso de invierno e iniciado el segundo ciclo escolar, y después de desandar varios caminos en estos últimos cinco meses, el legado de la Educación Remota Forzada (EDR) que alcanzó en Argentina a 14,2 millones de alumnos nos ha enfrentado con situaciones nuevas y ha dejado innumerables lecciones.
En la macro visión del Sistema educativo no podemos soslayar las dificultades que la “emergencia digital” profundizó, en primer término la referida a la brecha digital, ya que si bien es cierto que el 82,9 % de los hogares en nuestro país accede a internet, la disponibilidad de computadoras para alcanzar los metas didácticas en cada familia es sensiblemente menor, y solo alcanza un 60,9%.
Cabe mencionar además que existen desigualdades vigentes en cuanto a infraestructura tecnológica en diferentes regiones del país, ya que a modo de ejemplo en el NOA (Noroeste Argentino) la disponibilidad de dispositivos arroja una cifra sensiblemente menor (58,9%) y en el NOE (Noreste ) 57.9 %.
En segundo término, hay que destacar la brecha pedagógica originada por las asimetrías socio- económicas, condiciones habitacionales de los hogares y capital educativo de las familias, de impacto directo en la permanencia escolar; se estima próximamente un 20 % la tasa de deserción en América Latina.
Lo remoto no es igual a las carreras realizadas en modelos virtuales. Si bien es cierto que las instituciones educativas se vieron urgidos en sólo unos pocos días a reconvertir sus modelos pedagógicos tradicionales, a plataformas digitales institucionales o incluso aulas de acceso gratuito como Blackboard, Classroom, Dojo, Moodle, la experiencia recorrida, demuestra la importancia de re significar los contenidos curriculares, dotarlos de interés para los estudiantes, fomentar la innovación y aproximar nuevos estándares de calidad de la educación a distancia.
En este contexto se asoma un nuevo modelo –la Educación mixta o blended learning (por sus siglas en inglés)- en el que se combinan prácticas presenciales en el aula y otras remotas. En especial aquellas carreras en la que las competencias se desarrollan en condiciones simuladas a través de talleres experimentales, o laboratorios.
¿Cuál es el aporte de la Inteligencia Artificial (IA) en esta nueva y sorpresiva realidad?
La tecnología emergente ha generado grandes volúmenes de datos (Big Data) que nos permite realizar variados análisis, y materializar procesos de transformación educativa.
Un primer enfoque se refiere a la exploración de los datos en cada territorio derivados de las nuevas modalidades de enseñanza, y a partir de ello indagar sobre los hallazgos, para construir indicadores regionales referidos al acceso, capacidades y resultados educativos.
El segundo enfoque contiene una dimensión psicopedagógica de apoyo a la continuidad de los aprendizajes de los alumnos a través de sistemas tutores inteligentes.
Por último el desarrollo de plataformas inteligentes de Telemedicina y Psicología para el apoyo socio emocional serían de interés. A manera de ejemplo, las Universidades públicas del Estado de Paraná (Brasil) cuentan con un programa experto para el acompañamiento a la comunidad educativa, en el cual se despliegan distintas estrategias de salud ante la demanda espontánea de las personas afectadas.
Una vez más la Inteligencia Artificial (IA) se constituye en una herramienta fundamental de apoyo a la tarea educativa aun en circunstancias imprevistas y brindando recursos para una mejor difusión del saber.
* Debora Schapira es profesora universitaria.Posgrado en educación. Especializacion en Políticas Educativas, Universidad Torcuato Di Tella.