Industriales en su Laberinto

Un extenso y profundo análisis del desarrollo industrial en la Argentina y su relación con el Estado. Críticas a los empresarios y a los funcionarios que no entienden el valor estratégico de una industria nacional. Unos porque muchas veces prefieren el subsidio permanente a la productividad de sus empresas. Los otros porque al criticar los defectos de la industria sobresubsidiada, pretender hacer desaparecer toda industria. Debe tenerse un plan global industrial, del cual Argentina careció y sigue careciendo.

Industriales en su Laberinto
Industria argentina.

En lo que va del año la relación entre la Unión Industrial Argentina y el actual gobierno ultra liberal o anarco capitalista, como le gusta ser llamado, se ha ido deteriorando. El último cachetazo que recibieron los empresarios fue la ausencia de Milei, Caputo y Ministros a la Conferencia Anual de la entidad en pasado 26 noviembre.

Sabemos que la UIA es gobernada por los grandes empresarios y su política con los distintos gobiernos es primero protegerse ellos, y luego, si hay chances proteger, a los medianos y chicos (pymes). ¿Que esperaban de Milei, aquellos que forman el Círculo Rojo, como los denominó Macrí, cuando hicieron campaña para los libertarios? Son hombres de negocios y cuentan con muchos asesores, pero a la luz de sus decisiones en política, se los puede catalogar de desorientados en esta disciplina. Sucedió lo mismo en tiempos de Menem y también con Macrí. Son con los gobiernos de ideología liberal en donde más empresas manufactureras van a la quiebre y cierran. Las estadísticas hablan del 15 a 20.000 por cada gobierno liberal.

En nuestro país, la clase empresarial y política tiene una tremenda confusión con el liberalismo, quizás producto del alineamiento ciego a Occidente, cultural y económico. Esto nos ha llevado a la decadencia industrial y empresarial desde hace muchos años. Para poner una fecha cercana, el debacle comenzó con la dictadura cívico-militar de 1976. ¿Qué sucedió en el mundo liberal desde entonces?, no me voy a referir a Occidente sino con los Tigres Asiáticos, como se los denominó allá por los ‘90.

Corea del Sur tuvo en 1960 un golpe militar liderado por el general Park. Este llevó adelante una política contra la riqueza ilícita, a través de uso abusivo de la brecha cambiaria, corrupción en obras públicas, evasión fiscal y otras. En paralelo, llevó adelante siete Planes Quinquenales, entre 1962-96. Partieron con un país no industrial y a través de dichos planes convirtieron a Corea en un país con un desarrollo industrial de alta tecnología que hoy nos supera ampliamente. El Estado estuvo muy activo, no solo en liderar los planes de industrialización, sino en políticas industriales de exportación.

Allá en los ‘90, leí un artículo publicado en un diario de Asia, escrito por el Primer Ministro de Malasia, M. Mahathir. El documento analizaba las acciones tomadas por su gobierno para crear y desarrollar industrias en su país. Estudiaron el Plan Prebisch sobre la Sustitución de Importaciones y trataron de entender el porqué de su fracaso. Uno de los puntos que analizaron fuertemente fue el de las exportaciones de manufacturas, las cuales fueron casi nulas. Vieron, que al no estar obligados en exportar, los empresarios se quedaban con un mercado cautivo y no incorporaban nuevas tecnologías, no mejoraban su calidad y presionaban al Estado para que los protegiese de la competencia extranjera y le proveyese de dólares para sus importaciones. Cuenta en dicho artículo, que este tema se discutió ampliamente y decidieron imponer una condición para recibir el apoyo del Estado, de exportar un mínimo del 30% de su producción. Un esquema parecido al de Corea y que fue la política industrial de Tigres Asiáticos.

En esos mismos años, mientras ellos se desarrollaban con industria de tecnología y planes quinquenales, aquí sufrimos unas de las tantas etapas de desindustrialización con el gobierno de Menen. El Mercado lo hará por sí solo, fue y es todavía el sermón de nuestros liberales. Los Tigres Asiáticos fueron también gobiernos liberales, tenían elecciones, parlamento, adherían al capitalismo y había libre empresa. No pueden excusarse, como lo hizo el presidente de Techint, P. Rocca, diciendo en un foro de la industria siderúrgica en Brasil, que competir con China se volvió “sustancialmente imposible” debido a la intervención del Estado y del Partido Comunista Chino. El Sr. P. Rocca y muchos de nuestros Capitanes de Industrias, deberían leer y estudiar el libro del economista coreano Ha-Joon Chang, “Kicking Away the Ladder”, en el cual hace una historia de cómo desarrollaron sus industrias los países de Europa a partir del Siglo XIX y también algunos de los Tigres en el Siglo XX. También está el de Mariana Mazzucato, con el título “The Entrepreneurial State”. Cito a estos dos libros porque es una mirada actual y de investigadores extranjeros. Aquí en la Argentina tenemos suficiente literatura y algunas experiencias sobre cómo llevar adelante procesos de industrialización.

Es importante considerar la ubicación geopolítica de los países. Los Tigres estaban ubicados en una zona caliente. La Revolución China, la guerra de Corea y Vietnam, obligaron a Estados Unidos a revisar y permitir desarrollos industriales con exportaciones competitivas. Argentina, como el resto de países latinos americanos, no estuvieron en una zona de contacto geopolítico peligroso para ellos. Debido a esto, Estados Unidos siempre llevó a cabo una intervención contra gobiernos nacionales y populares, los cuales querían llevar adelante desarrollos económicos autónomos. Primero con golpes cívico-militares que asolaron nuestro continente hasta los ‘80, luego vino el ultra liberalismo y ahora el anarco capitalismo.

El gobierno anarco-capitalista de Milei no quiere a la industria. Lo dijo en el discurso del 2 de septiembre frente a los dirigentes de la UIA. Para proteger a las industrias, se le robó al campo. Se refiere a la oración que los señores de la Sociedad Rural vienen orando desde hace muchas décadas. ¡Nosotros somos los que traemos dólares!. Como vimos antes, los industriales de manufacturas poco exportan y no generan sus dólares. Espert los catalogó de caraduras.

Los empresarios industriales reaccionaron muy tibios, tienen miedo y como tampoco tienen un plan de industrialización no saben cómo defenderse. El Vicepresidente de la UIA, Sr. Rapanalli en su discurso mencionó generalidades, como; el Estado nos debe ayudar a ser competitivos, el tipo de cambio está atrasado, la presión fiscal es la más alta del mundo.

Y ese pedido de generalidades al gobierno eso genera malestar, porque vienen pidiendo lo mismo desde hace décadas. Los industriales deberían contar con un plan, con propuestas concretas y orientadas a impulsar una etapa de desarrollo productivo en el país. Cuando Milei en un discurso dijo que el venía a destruir el Estado, ¿qué pensaron los industriales?, ¡qué pensó la Suprema Corte de Justicia ante tamaña amenaza? ¿Ninguno se alarmó? Cierta política y discursos están copiando el lenguaje del tablón futbolero. Allí se puede decir cualquier cosa para ofender contrincante, pero en un país, No es serio. ¿Qué Estado quiere destruir Milei?, a la luz de estos once meses, parece que solo quiere destruir el Estado de Bienestar. Si es así, pareciera que los industriales y jueces estarían de acuerdo.

Pero si realmente quieren un desarrollo industrial nacional y no solo una declaración para encubrir otras cosas, deberían tener un plan que contemplase al menos algunos puntos básicos, como ser:

1) Industrias que necesita o puede desarrollar Argentina para su mercado interno e internacional. La industria pesada, la de bienes de capital, la química, la electrónica, la de inteligencia artificial y otras. Son todas industrias de capital intensivo, con mano de obra calificada y tecnología avanzada. Industria minera; litio, cobre y otros minerales requeridos mundialmente, no debería ser solo extractiva como hoy aceptan los industriales a través del RIGI. Debería contemplar la industrialización de dichos productos con valor agregado. Evidentemente esto requerirá fuertes inversiones. ¿Quiénes las hará?. ¿El sector privado?, ¿Se animarán?. Dólares hay de sobra. Es bien sabido que en colchón argentino hay unos US$ 200 000 millones y en el colchón de los paraísos fiscales otros US$ 400 000 millones. Los empresarios argentinos perdieron el ímpetu de invertir su dinero, prefieren que otros pongan el capital de inversión. Hoy el Estado está obligado a pagar una enorme deuda externa, que los gobiernos liberales generaron, entonces está impedido en financiar y los bancos nacionales tampoco, no quieren asumir riesgos en proyectos de inversión.

2) Obras de infraestructura, como puertos, aeropuertos, autopistas, líneas férreas y navegables. De igual manera, se necesita ampliar la red de gasoductos con la construcción de plantas de gas licuado, oleoductos y red de alta tensión. En cuanto a los servicios de telefonía celular e internet ampliar la conectividad en las zonas industriales, impulsando el desarrollo de 5G. Es lo que reclama la UIA sobre la logística. Milei, su presidente, ya lo dijo y lo hizo. No hay plata para Obras Públicas y paró todas las obras. Que la haga el mercado, subrayó, es decir los empresarios. Una gran mentira. Menen dijo algo parecido, y privatizó YPF, Aerolíneas, Ferrocarriles, Puertos y Aeropuertos y casi todas estas privatizaciones fracasaron y las tuvo que salvar el Estado. Ahora Milei quiere repetir la historia. ¿Qué dicen los empresarios?. Poco se ha escuchado, algunos están contentos.

3) Investigación y Desarrollo. El Conocimiento ha sido y es un bien muy preciado por todas las culturas que se destacaron. En cambio en la Argentina, es criticado solo por los gobiernos liberales, porque para ellos es un gasto. Los países avanzados invierten en I+D entre el 4 a 6 % del PBI. Milei lo quiere llevar a cero. El Estado generalmente asume este papel a través de instituciones o centros tecnológicos. El empresario también lo debe hacer, pero hay disciplinas que requieren una fuerte inversión en equipos y profesionales y una empresa a veces no puede asumir dicho gasto. Entonces debería alarmar a ciertos empresarios que el gobierno de Milei quiera cerrar o desinvertir centros de investigación. No dicen nada.

Pero volvamos a los puntos marcados por Rapanalli en su discurso;

“El Estado nos debe ayudar a ser competitivos”. La tan aclamada competencia sirve solo para los pequeños y medianos empresarios; un fabricante de zapatos, un fabricante de electrodomésticos que van al consumo de la sociedad. Otras empresas medianas a grandes odian la competencia y se desviven por eliminar al competidor. Aquellas que por el tipo de actividad, su cliente es el Estado (Nacional, Provincial o Municipal) se desviven por tener controlada una licitación, no solo para ganar el trabajo sino para ganar dinero y es muchas de las veces el foco de la corrupción. ¿Entonces como pueden aceptar cero de obra pública?. Si la UIA reconoce que la infraestructura es deficiente, entonces hay que invertir mucho en ella. Milei les dice, ¡háganlo ustedes!. Lo dije antes, pareciera que algunos encumbrados capitanes de industrias se llaman a recato. El gobierno de Mendoza está realizando una ampliación de un tramo de unos 8 km de la ruta provincial 82 para convertirla en autopista. Arrancó en marzo 2021, llevan casi 4 años y les debe faltar otro medio año. Es una obra que debería hacerse en año y medio. Los chinos la hubieran realizado en un año o menos. Este Estado bobo no sirve.

“La carga fiscal es la más alta del mundo”. Argentina está en el orden de carga fiscal como países europeos y de América Latina. Es una falacia lo que repiten siempre. Según el FMI y el World Bank, Argentina es un país con alta evasión fiscal. Además, en los costos de sus productos incorporan los impuestos que deberán pagar.

El tipo de cambio está atrasado. Argentina siendo un país con una economía bimonetaria el dólar está siempre presente en la vida de todos. Rapanalli mencionó que el dólar estaba a $ 1500 y ahora está a 1100. Para la compra de insumos importados conviene, pagan menos pesos argentinos. Para la importación de materiales o equipos para sus industrias también conviene. Podría ser el momento para invertir en renovar sus maquinarias o incorporar nuevas tecnología. Pero dudan, dudan de Milei, aunque lo apoyaron. Otra vez eligieron mal.

Tomemos algunos tópicos del discurso que pronunció Milei ante la UIA en 2 de septiembre, es alarmante para los industriales y para la sociedad.

“La protección industrial generó un sector adicto al Estado, uno de los orígenes de nuestras crisis económicas”. Vimos en la parte II de este artículo, que en todos los países existen industrias y empresas ligadas al Estado. Ambos se necesitan, el Estado debe encarar obras de infraestructuras y necesita a dichas empresas. Antes las obras las hacía directamente el Estado, pero dijeron que no era eficiente y entonces aparecieron empresas privadas para obras de infraestructura. Pero la historia a partir del liberalismo de Menen, demostró que algunas empresas encararon obras como inversión privada, en donde los usuarios debieron comenzar a pagar antes de su ejecución. Es decir, los usuarios financiaron las obras. Otras utilizaron su poder de lobby y alianza con algunos estudios de abogados, para arrasar al Estado, con la complicidad de las justicia. El Estado debe ser eficiente, pero la Justicia debe también ser eficiente y defender al Estado. Si no existe un equilibrio entre las partes, se llega a situaciones como la que hemos ya vivido y estamos viviendo.

“Prometieron que con el tiempo la industria competiría de igual a igual, pero se volvió cada vez más dependiente del Estado”. Hay una confusión de Milei en este párrafo. ¿A qué tipo de industria hace referencia? Las industrias de alimentos, la textil y de productos de consumo masivo, en general no dependen directamente del Estado. El Estado debería controlar, porque los alimentos contienen sustancias nocivas a la salud, y otras, con la novedad de la caducidad programada, fabrican productos caros y en un par de años no sirve, generando chatarra contaminante. Si algo quieren estos industriales del Estado, es que les provea los dólares baratos, que le cobren pocos impuestos, que ponga topes a los salarios, entre otros. Milei, con esta frase, se dirige a las grandes empresas o conglomerados de empresas que su cliente es el Estado.

“La industria quedó subordinada a la sobreprotección del Estado en formas de crédito, subsidios, exenciones tributarias y barreras arancelarias”. Las empresas en todo el planeta necesitan créditos blandos, para su capital de trabajo, para reequipar su planta fabril o nuevas inversiones. En todos los países que alcanzaron un grado de desarrollo industrial sustentable, el Estado jugó un papel importante y los empresarios defendieron a ese Estado, porque lo necesitaban. El Banade fue un banco de fomento con créditos blandos para empresas. Resulta que las pymes devolvían los créditos, pero las grandes no lo hacían, lo terminaron fundiendo. Destruir el Estado para que surja la empresa privada es pura teoría anarco capitalista. Tanto Rocca como Rapallini, manifestaron su preocupación por la apertura de importaciones, dijeron que están subsidiadas. Pero ambos le piden al Estado que los ayude a ser competitivos; con protección arancelaria para algunas industrias, subsidios a las exportaciones, baja de impuestos, y otras.

Con el gobierno de Milei, uno de los sectores más golpeados es la industria manufacturera. También la de alimentos, comercio, trabajadores y jubilados. Parece que nadie se salva de la furia. Los únicos que están ganando son los que operan en la bicicleta financiera. La caída de la producción manufacturera es de un 13,2%, para los ocho meses de gobierno. Ni siquiera en el gobierno liberal de Macri hubo una retracción tan grande. Por sus dichos y hechos, es evidente que para Milei la mejor política industrial es aquella que no existe. El mismo discurso de los ‘90 y así nos fue, destruyendo industrias.

En Mendoza, se encuentra Impsa, una gran empresa metalmecánica pesada. Diseña y fabrica equipos para centrales hidroeléctricas, para centrales nucleares, energía eólica, grandes grúas para puertos, entre otras cosas. Exportó a muchos países del planeta. El Estado la socorrió años atrás, como han hecho los estados europeos para sus industrias líderes, pero Milei decidió privatizarla. Ningún empresario argentino se animó a comprarla. Una empresa de Estados Unidos realizó una propuesta. ¿Qué les pasa a los capitanes, no se animan a timonear una empresa de esta talla?

Hoy Occidente muestra signos de fatiga en su economía y cultura. Está abandonando la globalización y sus políticas ultra liberales para volver a la producción y protección. Trump amenaza con aumentar los aranceles y causa preocupación en Europa y América Latina. La dirigencia empresarial y política argentina debería analizar este movimiento. El Sur Global, a través del BRICS, sale a proponer un nuevo paradigma. En el año 2000 la participación del Brics versus G7 en el PBI mundial, fue de 21,4 vs 42,8%, pero en el 2003 se invirtió y es de 34,9 vs 30% del G7. También la proyección de crecimiento es 3,6 vs 1% y la relación Deuda/PBI es menor que el G7. La posición de Milei en el ámbito internacional es lamentable, es típicamente mesiánica. Menen y los empresarios tuvieron una oportunidad de haber aprovechado la globalización, al final de la guerra fría. Pudieron haber copiado algo del modelo de los Tigres. No se hizo nada, solo acumular una gigantesca deuda que hundió al país. Se alinearon a Estados Unidos y ahora Milei copia a Menen, pero en un tiempo equivocado, la locomotora ya no está en Occidente.

* El autor es ingeniero electromecánico-UBA.

Tenemos algo para ofrecerte

Con tu suscripción navegás sin límites, accedés a contenidos exclusivos y mucho más. ¡También podés sumar Los Andes Pass para ahorrar en cientos de comercios!

VER PROMOS DE SUSCRIPCIÓN

COMPARTIR NOTA