Estamos muy mal en nuestro país. Tan mal estamos, que ni siquiera tenemos certidumbre económica para hacer un negocio, comprar un elemento que necesitamos o adquirir la comida diaria. Porque hasta en eso impacta la debacle al que nos han llevado nuestras autoridades, incapaces de resolver un problema que el resto del mundo, lo tiene resuelto.
Ni siquiera tenemos certeza de cuanto valdrá el dólar mañana. No el mes que viene o dentro de quince dias. Mañana no sabremos cuál será su precio.
Y, por supuesto, eso se refleja en todo. En los electrodomésticos que tenemos que comprar porque los necesitamos, en el arreglo del auto porque requiere un repuesto que ahora no se consigue, o en la comida diaria, para la cual muchos hogares tienen un presupuesto, que deben cambiar todas las semanas, cuando no todos los días.
La falta de rumbo económico es grave.
Era de esperar que por parte de nuestros mandatarios, tuvieran un plan, una ruta a seguir.
Pero no. Hemos sido defraudados. Estamos en un tembladeral en el cual renuncian los ministros, el presidente no sabe para dónde disparar, diciendo una cosa hoy para cambiarla mañana. Eso, si no dice una cosa a la mañana y otra al mediodía.
El resto de nuestros gobernantes, también están extraviados. Tampoco tienen o encuentran la solución, salvo echarle la culpa al gobierno anterior.
Así no podemos seguir por más tiempo. Han comenzado a levantarse voces de protestas.
Pero aunque no lo expongan abiertamente- el pueblo está cansado, harto de pasar penurias, de ver que cada día alcanza menos el dinero o que se multiplica la pobreza en forma alarmante. Por supuesto que algunos viven bien, pero la mayoría vive mal.
Por eso, nuestras autoridades deben despertar de este letargo y encontrar las soluciones a los problemas que nos aquejan diariamente.
* El autor es abogado.