La creación de organismos dedicados a la generación del conocimiento científico ha respondido a la percepción que las sociedades tienen respecto a la necesidad por lograr espacios académicos, científicos y técnicos que sustenten progreso y bienestar.
Las regiones de secano, como Mendoza y en general del oeste argentino, han tenido históricamente un estrecho vínculo a un elemento esencial: el agua.
Desde épocas prehispánicas, durante la colonia y hasta el presente, la irrigación con aguas provenientes de la cordillera ha involucrado la canalización, reserva y dosificación del agua para distintos fines. Sin estos diseños técnicos, no existirían los oasis productivos como hoy los conocemos.
A fines de la década de 1960 se produjo uno de los menores registros de caudales en las principales cuencas hídricas de la provincia de Mendoza, en coincidencia con disminuciones equivalentes del promedio regional en el espesor de nieve. Esta sequía fue más acentuada a la que ocurre por estos tiempos, aunque esta ha resultado más prolongada y generado la actual declaración de crisis hídrica por parte del gobierno.El reconocimiento de que la nieve es el recurso de mayor aporte al sistema hidrológico superficial y de acuíferos subterráneos de Mendoza explica la meticulosa tarea de medir los espesores anuales de nieve en cordillera que el Departamento General de Irrigación viene realizando desde hace más de setenta años.
Los eventos hídricos de los 60′ impactaron fuertemente en la sociedad, de tal forma que promovieron la discusión sobre una problemática tangible al mantenimiento de la economía y desarrollo social de la Provincia. Una de estas manifestaciones ocurrió entre el 22 y el 27 de setiembre de 1969, con la celebración en Mendoza de las Primeras Jornadas de Nivoglaciología. En ellas, el ingeniero José S. Gandolfo expuso la voluntad del Conicet por formar un Centro de Investigaciones Nivoglaciológicas mediante un compromiso entre esta entidad, los gobiernos de las provincias de Mendoza y San Juan y Agua y Energía Eléctrica. Se reconocía así la necesidad por promover y profundizar estudios sobre los recursos hídricos.
Esta idea evolucionó hasta que el 13 de mayo de 1972 fue creado en Mendoza el Instituto Argentino de Nivología y Glaciología (Ianigla), mediante un convenio firmado por el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), como entidad administrativa, y el patrocinio institucional de otros organismos académicos, gubernamentales y científico-técnicos, incluidos las universidades Nacional de Cuyo y Nacional del Sur, Agua y Energía Eléctrica, Instituto Nacional de Economía, Legislación y Administración del Agua (Inela), gobiernos de Mendoza y de San Juan y el Servicio Meteorológico Nacional.
Desde su creación, se estableció que el Ianigla orientaría sus estudios a la física y química de la nieve y glaciares, balance hidrológico, accidentes nivoglaciológicos y de los factores físicos, atmosféricos, biológicos, ecológicos y geológicos vinculados a la cordillera de los Andes.
El nuevo instituto debía establecer colaboraciones con otras instituciones, facilitar información generada, organizar seminarios, cursos especiales y difundir sus investigaciones, formar recursos humanos, entre otras actividades. Igualmente, se vio la necesidad por identificar los procesos históricos más relevantes respecto de las líneas fundacionales de investigación, por lo que los estudios paleoclimáticos y paleoambientales comenzaron a tener un rol de gran importancia.
Con una rica historia de 50 años, el Ianigla se ha consolidado como una institución conceptualmente multidisciplinaria y de un alto nivel de prestigio merced a las contribuciones que ha realizado al medio. Actualmente, la institución que hoy recordamos alberga más de 160 personas involucradas en estudios de glaciología, geología glacial, geocriología, geología estructural y regional, geofísica y geodesia, climatología, dendrocronología, palinología, manejo e hidrología de cuencas, mineralogía, petrografía, geoquímica, paleontología, historia ambiental, arqueología y astronomía.
Además, y desde 2010, el Ianigla coordina, junto con el Ministerio de Ambiente de la Nación, el Inventario Nacional de Glaciares y Ambiente Periglacial (Ley 26.639, art. 5, Régimen de Presupuestos Mínimos para la Preservación de los Glaciares y Ambiente Periglaciar). Hoy sabemos que hay 16.968 cuerpos de hielo que ocupan una superficie de 8.484 km2 a lo largo de más de 5.000 km de extensión, desde Jujuy a Tierra del Fuego e Islas del Atlántico Sur; que los Andes Centrales tienen 8.078 glaciares y que Mendoza es, a nivel nacional, la segunda provincia en cuanto a superficie y la tercera en cuanto a cantidad de glaciares.
El Ianigla es, además, repositorio de importantes colecciones biológicas y responsable oficial por resguardar el Patrimonio Paleontológico de la provincia de Mendoza. Posee laboratorios dedicados a la investigación y prestación de servicios con equipamiento de laboratorio de diferente grado de complejidad, constituyendo una fortaleza instrumental para la región que potencia las actividades entre grupos de nuestra institución, del país y exterior.
En este sentido, el área de Vinculación del Ianigla identifica y articula las áreas de servicio de nuestro instituto con las demandas de la región y la inclusión en la agenda pública de temas prioritarios. Esta actividad es dinámica y requiere de un permanente seguimiento y de intercambio de opiniones.
Sin dudas, la amplitud de los temas de investigación que se desarrollan en este instituto constituye la mayor fortaleza de la institución. Gracias a esto es posible atender una amplia gama de investigaciones, asesoramientos y servicios en las ciencias de la tierra y biológicas con su correlato de inserción en la academia y la gestión pública o privada. Las opiniones de sus profesionales son demandadas por diversos organismos públicos en temas de preservación de recursos naturales, ordenamiento territorial, peritajes, etc. Además, un creciente número de sus integrantes se vincula cada vez más a la docencia superior, en un claro paradigma donde el puro “científico de laboratorio” se inserta en la universidad para volcar allí la actualidad del conocimiento científico, hacer investigación y formación de excelencia en sus claustros.
El instituto se encuentra en pleno crecimiento y seguirá con el compromiso por afrontar nuevos desafíos en la profundización de los conocimientos sobre los recursos hídricos, el pasado de los ecosistemas y las consecuencias del cambio climático.
*El autor es director del Centro Científico Tecnológico-CCT Conicet-Mendoza
Este artículo ha sido realizado en coautoría con la doctora Mercedes Beatriz Prámparo, vicedirectora del Ianigla.