La planta de jarilla aporta a la medicina natural y su atractiva flor es la más bella entre las especies autóctonas provinciales: algarrobo, jarilla, chañar, retamo, retortuño, pencas, cactus, clavel del aire, etc. Palmira se enorgullece de todo ello. Y no es para menos.
En tiempos pretéritos, a la llegada de los españoles a Mendoza, y luego, en su paso por Palmira (vado del río Mendoza), descubrieron en la zona unas plantas parecidas a las “jaras”, muy abundantes en suelo español. Por sus pequeñas hojas y la especie de mediana altura, las bautizaron “jarilla””. De allí su origen.
Con el paso de los años, se la utilizó para leña. Es entonces cuando aparece un vendedor típico en el distrito: el “jarillero”, luego la emblemática canción del mismo nombre, cantada por Hilario Cuadros.
Estudios e investigaciones realizadas concluyeron que sus hojas contienen resina, para fabricar “nylon”; las cenizas, una vez quemada la planta contiene partículas de uranio. Si se hierven las hojas de la jarilla, sale un té con propiedades terapéuticas para diversas dolencias. A éste se lo llama “limpiador de arterias”. Entre las dolencias que abarca: baja la fiebre y el colesterol, desinflama golpes y heridas, calma la sed, alivia artritis y reumatismo, combate la calvicie. Además en gastronomía, participa con una ramita de jarilla en asados sobre la parrilla, por el aroma que expele.
Además, cabe recordar que por la abundancia de jarilla en Palmira en tiempos de la fundación del Club A. Palmira (1918), las camisetas de los jugadores de fútbol (luego otras disciplinas), lucían en franjas verticales los colores extraídos de ramas y tallo (negro) y de la flor (amarillo).
Según historiadores de la época, fue inspiración de Máximo Pizarro, dirigente local. De allí el mote de “jarilleros “a quienes habitan nuestro terruño.
Hoy rige la Declaración 2199/2009-CDSM- en la que se declara “representativa y preservable” la planta de jarilla y que se incorpore estas especie en espacios verdes del distrito.