La coalición de gobierno está partida desde hace mucho tiempo, quizás desde su origen, y las tres partes que conforman la coalición eran opositores políticos hasta poco antes de conformar su alianza. Los objetivos, la visión política y económica parecen ser bien diferentes y la última decisión que tomaron en conjunto, que fue la designación de Sergio Massa al frente del Ministerio de Economía, parece haber surgido frente al espanto de lo que se avecinaba.
Los roles institucionales tampoco variaron demasiado. La vicepresidente tiene el poder y los votos, el presidente la lapicera y Massa la expectativa.
La opinión pública está partida también desde hace tiempo. Siete de cada diez personas creen que el gobierno no puede resolver los temas de la economía, seis de cada diez consideran que la vicepresidente es culpable en la causa Vialidad y casi ocho de cada diez no tienen confianza en el gobierno, por citar algunos ejemplos de la polarización.
En este contexto se da el atentado en la casa de la vicepresidente. ¿Ha cambiado el escenario político desde el intento de disparo a Cristina Kirchner?
En estos temas es necesario ver la película, entender qué sucede cuando los acontecimientos decantan, pero al parecer, en una primera instancia, no ha variado la opinión de la gente que desconfía fuertemente de lo sucedido. Es cierto que ha revitalizado la mística del segmento que apoya a Cristina y al kirchnerismo, que estaba un poco golpeado al ver las medidas ortodoxas de la economía y el acercamiento nuevamente al FMI.
Pero ¿este hecho unió al peronismo? No parece. ¿Esto unió a la coalición de gobierno o cambió sus roles? Tampoco parece.
Cuando la película avance probablemente se verá que estos hechos y toda la secuencia que lo sucedió solo agregan incertidumbre a un país que lo que más necesita es generar confianza para poder empezar a componer la economía. Y todos sabemos que cuando la economía no funciona, los oficialismos solo ven agravarse sus problemas.