Ningún ciudadano podría estar a favor de un femicidio, ninguno. Y es por ello que cuando suceden hechos como el de Florencia Romano debemos aceptar, permitir y acompañar el reclamo de justicia. Un reclamo que en su mayor efectividad juzgará al responsable de arrebatar una vida, pero que bajo ninguna manera subsanará el daño cometido.
Toda justicia será poca.
Sin embargo, debemos interpelarnos con una incógnita que se plantea casi desde nuestros orígenes: ¿el fin, justifica los medios?
Martin Luther King, pastor estadounidense, decía que “La violencia crea más problemas sociales que los que resuelve”, y en mi opinión personal, esta frase es extremadamente cierta.
En la jornada de la semana pasada, 18 de diciembre, pudimos ver a grandes grupos sociales manifestándose de forma pacífica bajo el lema de “#NiUnaMenos”, aunque por desgracia, un grupo de manifestantes ubicado frente al Palacio Judicial mendocino como así también frente a Casa de Gobierno y Legislatura, comenzó a ejercer violencia hacia diversos periodistas que cubrían los hechos y finalmente contra las instituciones democráticas anteriormente mencionadas.
He aquí cuando la frase de King toma relevancia, y nos preguntamos ¿haber prendido fuego la Legislatura provincial aporta o resta validez al reclamo? ¿Ayuda de alguna forma a evitar otro asesinato o simplemente causa mayores estragos sociales? ¿Cuál es el resultado que se espera de esas acciones?
Ante estos hechos, que sin duda alguna terminan corriendo el foco de la cuestión central y restándole fuerza al legítimo reclamo, se plantea una nueva duda: ¿eran manifestantes en contra de los femicidios quienes iniciaron los incidentes o grupos políticos que aprovechan el camuflaje para intentar desestabilizar a Mendoza bajo el grito de “Hasta que arda Mendoza”?
Difícilmente, aunque no imposible, una persona que busca paz y justicia prenda fuego la casa de la democracia, pero no así aquél violento que con órdenes políticas y fines electorales quiera mostrar al país una imagen de caos en la mejor, o una de las mejores, provincias de Argentina.
A raíz del asesinato hay dos detenidos, uno de ellos es Pablo Arancibia (33), quien ya tenía antecedentes por, por ejemplo, privación ilegal de la libertad. Un hecho no menor que habrá que averiguar cómo fue y en que terminó pero que sin duda alguna demuestra que la justicia y el sistema en general, muchas veces, no hace bien su trabajo y producto de ello reincidimos una y otra vez con el mismo problema. Como es el caso de los altercados ocurridos en casa de Gobierno.
La misma ley lo aclaró en su origen, muchas veces, no se busca que la pena aplicada en base a la ley rectifique los daños realizados sino más bien envíe un mensaje a la sociedad, ejerciendo un rol preventivo, desincentivando potenciales nuevos delitos.
Entonces… ¿Qué mensaje queda en la sociedad después de lo ocurrido? Muy probablemente un mensaje de impunidad, porque tanto respecto a los homicidas como a los violentos que, en menor o mayor medida, también alteran nuestro orden social se los deja libres en un sistema de puerta giratoria avalado y propiciado meramente por jueces garantistas, que lejos están de ser jueces restauradores o reinsertores.
En Mendoza queremos justicia, pero no cualquier justicia, queremos una firme y rápida, una que demuestre que el fin no justifica los medios y que a la democracia se la respeta, una justicia decidida a hacer cumplir la ley y sancionar sin estupor alguno a quien se atreva a violarla.
Queremos paz y armonía, pero sobre todo queremos vivir.
*El autor es Activista por los Derechos de los Niños, Niñas y Adolescentes (NNA).