Haití: país empobrecido y la actualidad de su crisis

Desde principios del siglo XX, en Haití se produjeron múltiples golpes de Estado e intervenciones militares extranjeras.

Haití: país empobrecido y la actualidad de su crisis
Ciudadanos participan en una protesta cerca de la comisaría de policía de Petion Ville después del asesinato del presidente haitiano Jovenel Moïse el 8 de julio de 2021 en Puerto Príncipe, Haití.

Para quienes seguimos a diario el acontecer de los países de América Latina, en la mañana del 7 de julio pasado nos enteramos del magnicidio de Jovenel Moïse, presidente de Haití.

La noticia no puede pasar desapercibida, ya que representa el último acontecimiento político-institucional de un país que sufre una serie de crisis estructurales complejas y de larga data. Cuando hablamos de crisis estructurales nos referimos a cuestiones económicas, políticas, sociales, territoriales, interrelacionadas.

Para analizarlo concretamente, en un problema acuciante que vincula los aspectos anteriores y que afecta directamente a una gran parte de su población, podemos revisar las cifras sobre falta de alimentos y malnutrición que se condensan en el Informe Mundial sobre las Crisis Alimentarias 2020. Este informe que aporta datos valiosos es elaborado por la Red Mundial contra las Crisis Alimentarias donde colaboran, entre otras instituciones, la Unión Europea, la FAO (Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación) y el Programa Mundial de Alimentos.

Durante el periodo de estudio, octubre 2019-febrero 2020, Haití se encontraba entre los primeros 10 países del mundo con el más alto nivel de la propia población en crisis alimentaria. Los resultados publicados indican que 3,2 millones de personas se encontraban en situación de estrés alimentario (fase 2), 2,6 millones en situación de crisis alimentaria (fase 3) y 1,1 millones de haitianos estaban en situación de emergencia (fase 4). Esto incluye un aumento con respecto a la medición anterior de 100.000 personas en esta última fase.

Estos datos representan a 6,9 millones de personas, casi el 60% del total de población de Haití (11,5 millones en 2021 según la Comisión Económica para América Latina). Además, en el estudio no se registró la situación de la población desplazada internamente, que se estima en aproximadamente unas 34.500 personas.

El presidente de Haití, Jovenel Moise, fue asesinado la semana pasada.
El presidente de Haití, Jovenel Moise, fue asesinado la semana pasada.

Un número considerable de los menores de 5 años necesitaban tratamiento para desnutrición en áreas afectadas por la sequía. Muy pocos (11%) niños recibían una dieta que cumpla con el nivel mínimo aceptable de calidad y cantidad para el crecimiento y desarrollo. El estudio también midió la falta de requerimientos dietarios mínimos y el acceso a agua potable tanto en zonas rurales como en las áreas metropolitanas.

Según el informe, las causas del empeoramiento de la inseguridad alimentaria aguda en 2019 fueron la crisis política y socioeconómica. La sucesión de crisis políticas y el aumento de la violencia provocaron una desaceleración o suspensión de servicios públicos y de la inversión bilateral y apoyo, mientras que la depreciación de la moneda nacional, el gourde haitiano, desencadenó alta inflación y precios récord o casi récord de los alimentos. El desempleo urbano se disparó y los hogares más vulnerables de las zonas rurales carecían de oportunidades de trabajo agrícola.

La situación, que ya era grave por los conflictos políticos internos, los problemas económicos y las condiciones meteorológicas extremas –como las consecuencias del paso del huracán Matthew en 2016 o el déficit de lluvias causado por El Niño contribuyó a una caída del 12% de la producción de cereales para la cosecha 2019/20 - y otros desastres naturales –como el terremoto de enero de 2010 que causó una catástrofe humanitaria sin precedentes-, se agravó con la llegada del SARS-COV2 y sus consecuencias socioeconómicas. Particularmente, desde el punto de vista sanitario puede empeorar todavía más si consideramos que Haití aún no ha iniciado una campaña de inmunización contra el Covid-19.

Un país históricamente empobrecido y violentado

Históricamente Haití, que fue el primer país de América Latina en lograr su independencia en 1804, ha mantenido complejas relaciones con la República Dominicana, que ocupa dos tercios de la isla “La Española” y ha sido un destino elegido por los migrantes debido a su nivel económico comparativamente mejor. Además, desde principios del siglo XX en Haití se produjeron múltiples golpes de Estado e intervenciones militares extranjeras, como la ocupación de Estados Unidos (1915-1934) y la larga dictadura de François y Jean Claude Duvalier (1964-1986).

Las complejas situaciones estructurales, económicas y de violencia, en las que ha vivido el pueblo haitiano produjo un constante y de larga data flujo de emigrantes. Este proceso demográfico es denominado “diáspora haitiana”. Los migrantes se han dirigido a diversos destinos que incluyen a República Dominicana, otras islas caribeñas, países de América Central, Estados Unidos, Canadá, Francia y distintos países africanos, todos ellos unidos por lazos históricos.

Últimos acontecimientos y complejo devenir

El empresario bananero Jovenel Moïse, quien asumió la presidencia en febrero de 2017, gobernaba por decreto desde enero 2020 ya que la Asamblea Nacional fue suspendida y su mandato presidencial venció el 7 de febrero de este año.

Los últimos actos de gobierno del difunto Moïse aún están marcando los acontecimientos políticos haitianos. Para el 26 de septiembre estaban previstas elecciones presidenciales y legislativas, además del referendo constitucional (que proponía la eliminación del Senado, Primer ministro y habilitaba la posibilidad de dos mandatos presidenciales consecutivos) aplazado previamente dos veces desde las elecciones legislativas de 2018. Asimismo, estamos siendo espectadores de una disputa por la conducción del gobierno entre Claude Joseph, primer ministro interino, y el 5º primer ministro Ariel Henry, anunciado el 5 de julio por Moïse, pero aún sin haber asumido. Sumado a ello, debemos considerar los intereses del resto de los actores políticos y económicos que también intentarán sacar sus propias ganancias, incluso a cambio de violencia y vidas.

Esperamos que la compleja situación del pueblo haitiano pueda ser superada y que esta repudiable instancia se transforme en un punto de inflexión para ello. Ningún país de América Latina puede ni debe darle la espalda a esta nación hermana, sin que esto dé lugar a las ya conocidas intervenciones extranjeras.

*La autora es geógrafa y docente de Geografía de América Latina en la FFyL. de la UNCuyo

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