Quiero compartir una reflexión que me acompaña en mi día a día y que aprendí en mi recorrido laboral: el impacto transformador del liderazgo femenino en el mundo empresarial, un ámbito que aún percibimos como dominado por hombres.
En los tiempos recientes, se ha observado un creciente impulso hacia el fortalecimiento de la influencia de las mujeres en las organizaciones. La necesidad de equidad de género y el reconocimiento de los beneficios asociados con la presencia de mujeres en roles de liderazgo han captado considerable atención por parte de las empresas y organizaciones.
La presencia de disparidades de género en el ámbito empresarial es un hecho ampliamente reconocido. De acuerdo con una investigación realizada por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), tan solo el 15% de los roles directivos en empresas de América Latina y el Caribe son ocupados por mujeres. Pero ya no es una cuestión de números, sino de alcanzar un clima laboral seguro y equitativo.
El ascenso profesional de las mujeres se ve obstaculizado principalmente por aspectos relacionados con comportamientos y percepciones, en contraposición a deficiencias en competencias técnicas. La autocrítica y la subestimación de logros son manifestaciones superficiales de un desafío más profundo. Para efectuar un cambio sustancial, es imperativo identificar y sustituir estos patrones con acciones que promuevan el desarrollo personal y el liderazgo. La práctica de la presencia y la autocompasión reviste una importancia primordial en este proceso, al fortalecer la confianza y la eficacia.
Desde el inicio de mi carrera, me encontré navegando en un mar de desafíos y oportunidades, donde ser mujer significaba, en muchas ocasiones, remar contra corrientes de prejuicios y estereotipos. Pero más allá de los obstáculos, descubrí una fortaleza y una perspectiva única que me impulsaron a liderar de manera diferente. Esta experiencia me llevó a valorar aún más el papel de la mujer en el entorno laboral y a buscar activamente formas de fomentar la inclusión y el empoderamiento en el mundo profesional. En este viaje, he tenido el privilegio de colaborar en diversos proyectos promoviendo la igualdad de género y el desarrollo de la conducción femenina, contribuyendo así a construir un futuro más equitativo y diverso para todos.
El liderazgo, desde una visión femenina, trasciende la mera agresividad o la competencia por el poder. Se trata de construir puentes, de escuchar activamente y de valorar a cada persona en mi equipo como un ser integral. Esta forma de liderar, más empática y colaborativa, ha sido la piedra angular de mi éxito personal en las empresas.
Hoy creo en un liderazgo que celebra la diversidad, promueve el bienestar integral y abraza la vulnerabilidad como una fuente de fortaleza. Nuestro enfoque no es solo crear un lugar de trabajo saludable sino también impulsar una cultura que inspire a otros a seguir un camino similar.
Ser una mujer líder en este entorno no ha sido fácil, pero ha sido increíblemente gratificante. Cada desafío enfrentado, cada barrera superada, me ha enseñado que nuestra perspectiva femenina no solo es necesaria sino vital para el futuro del liderazgo empresarial. Nos ofrece la oportunidad de reimaginar el éxito, de transformar los ambientes de trabajo y de liderar con un propósito más grande que nosotros mismos.
Siendo que la discusión sobre género en nuestro país sigue siendo relevante, enfocándose en desafiar estereotipos y abordar las desigualdades de género, así como el papel de la mujer en la sociedad. Es fundamental reconocer que no se trata de un enfrentamiento entre mujeres y hombres, sino de una colaboración conjunta. Debemos cultivar la habilidad de trabajar en armonía, aprovechando nuestras fortalezas individuales para crear una sinergia. Solo así podremos alcanzar el máximo potencial de las personas y construir un futuro más equitativo y próspero para todos.
A pesar de persistir desigualdades, resulta esencial que las mujeres se perciban a sí mismas como agentes de cambio capaces de transformar tanto sus propias trayectorias como las culturas corporativas en las que se desenvuelven.
Invito a reflexionar sobre cómo podemos, juntos, construir un mundo empresarial más inclusivo, ético y humano. Un mundo donde el liderazgo femenino no sea la excepción sino la norma. Estoy convencida de que, al unir nuestras voces y esfuerzos, podemos hacer realidad esta visión.
*La autora es CEO de Integralis Consulting