«La guerra es la paz. La libertad es la esclavitud. La ignorancia es la fuerza»
George Orwell “1984″.
Quiero comenzar con un muy rápido examen de la bibliografía más relevante en una línea de tiempo a partir de la caída del muro de Berlín
Lester Thurow, en La guerra del siglo XX aborda el tema desde un punto de vista convencional, trasciendo lo bélico, con un pensamiento lineal basado en un estado de situación y en el supuesto de que el conflicto con el pensamiento soviético ha concluido: “La guerra fría ha terminado. Pero una nueva y feroz batalla ha comenzado. …la lucha por la supremacía estratégica entre los EE.UU. y la Unión Soviética se ha trasladado a una contienda por el dominio económico entre Japón, Europa y América”.
Por su parte Samuel Huntington, en un artículo de 1993. El choque de las civilizaciones, que ocupó la agenda geopolítica por un tiempo, considera un quiebre: ya que durante la guerra fría los países eran satélites, clientes o no alineados de las dos superpotencias; a su fin, los países se relacionarían como Estados miembro de cada civilización, como estados centrales, países aislados, países escindidos o países desgarrados.
Una versión ingenua, pero muy difundida fue la de Francis Fukuyama en “El fin de la historia y el último hombre” de 1992. Donde anuncia que la historia, entendida como lucha de ideologías, ha terminado con el fin de la Guerra Fría, y el “ganador”: la democracia liberal que se ha impuesto en un mundo final.
Desde otra perspectiva, Alvin y Heidi Toffler, en “Las guerras del futuro”, 1994. cita a Trotsky: “Tal vez no te interese la guerra pero a la guerra le interesas”. Expresando su preocupación por la supervivencia del género humano en su actividad más constante y contradictoria: la guerra. Porque frente a la amenaza y a la descarnada realidad de la violencia, interesa la paz. Su tesis puede sintetizarse citando “nuestro modo de guerrear, refleja nuestro modo de ganar dinero y la manera de combatir contra la guerra, debe reflejar la manera de librarla.”… “La manera de enfrenta a esta amenaza de violencia explosiva determinará, en buena medida, el modo en que nuestros hijos vivan o tal vez mueran”. …”Si quieres la paz, prepara la antiguerra. Porque el razonamiento geoeconómico es obsoleto por dos razones es demasiado simple y está anticuado. Simple porque trata de explicar el poder mundial sólo en términos de dos factores, el económico y el militar; anticuado, porque ignora el cada vez más relevante rol de los conocimientos (ciencia, tecnología, cultura, religión,...) que constituyen hoy en día el meollo de los recursos de toda economía avanzada así como de la eficacia militar»....«La humanidad no está entrando en la era de la geoeconomía sino en la de la geoinformación».
La invasión rusa de Ucrania confirma su previsión. Más de 1000 empresas redujeron sus operaciones en Rusia, y afectó globalmente la seguridad, la provisión de alimentos, de energía, las cadenas de suministros y servicios, las tecnologías aumentando la precariedad del orden mundial. Como dijo Fumio Kishida, primer ministro de Japón, en el foro de seguridad global Shangri-La Dialogue de 2022, “Ucrania hoy puede ser el este de Asia mañana”.
Autores chinos: Qiao Liang, Wang Xiangsui, en “La guerra más allá de los límites”, febrero de 1999, destacan tres supra: supra-nacional, supra-dominio y supra-medio. Más allá de las fronteras, el poder puede combinarse yendo más allá de las naciones, de los dominios, de los medios. Estos autores señalan cosas que serán alteradas o diluidas: las posiciones de autoridad y los límites de interés que tienen como principales actores a las naciones. Ello implica que el “estado-nación” ha perdido su calidad de poder máximo sobre organizaciones sociales, políticas, económicas y culturales y asistimos a la emergencia de organizaciones meta-nacionales, transnacionales y no nacionales. A lo que debemos sumar las propias contradicciones endógenas de las naciones. Todo ello implica un desafío sin precedentes a la soberanía nacional, los intereses y voluntad nacional.
Una guerra global trasciende soberanías, fuerzas armadas, políticos, corporaciones, y finanzas. Las ciudadanías están en crisis y reconstruirlas requiere pensar en que no puede ser un simple nosotros y los otros, sino que debe integrarse a una nueva ciudadanía global, construida sobre la conciencia que hay valores y principios comunes a toda la humanidad.
¿Por dónde empezar? Por la política, un buen fundamento está en los aportes de la politóloga Elinor Ostrom, Premio Nobel en economía 2009, al decir que toda una vida de investigación la economía de los “commons” o bienes comunes, la hacía concluir que “un objetivo central de las políticas públicas debería ser facilitar el desarrollo de instituciones que saquen lo mejor de los seres humanos”. Para responder a la pregunta que lleva a ese objetivo ¿Cómo las comunidades pueden compartir recursos comunes de manera sostenible? desarrolló principios de diseño para que las instituciones protejan y asignen recursos importantes.
Un recurso es el conocimiento científico y técnico compartido para abordar desafíos globales como pandemias, cambio climático, energías sustentables, etc.: “requieren recursos, comprensión científica y conocimientos que pueden desarrollarse a través de fondos comunes de recursos para permitir tanto la escala global como la difusión rápida”.
La democracia fundada en ideologías de la era industrial está agotada, tanto como los partidos políticos que las expresan, como lo están sistemas electorales manipulables, políticas generales para poblaciones muy heterogéneas, propuestas mono-causales de muy corto plazo. Una democracia que pueda afirmarse en un mundo global, requiere gobiernos que respondan a las demandas de una ciudadanía, a su vez, responsable, comprometida con soluciones creativas, que permita recrear las sociedades, por sobre todo tipo de sectores e intereses grupales o individuales.
* El autor es Doctor en Historia. Director del Centro Latinoamericano de Globalización y Prospectiva.