Guerra de nervios y horas decisivas para De Marchi

El diputado nacional del Pro está en un punto de inflexión de su carrera política: sabe que no puede volver atrás y dice que será candidato por afuera de Cambia Mendoza o nada. Crece la presión radical y desde Buenos Aires no llegan buenas noticias para él. Cornejo ya no está dispuesto a negociar.

Guerra de nervios y horas decisivas para De Marchi
Ilustración: Gabriel Fernández

Son horas decisivas para Omar de Marchi. El hombre que desafía al radicalismo gobernante y hace meses amaga con romper una alianza de ocho años puede encontrar en los próximos días el límite a su aventura personal o el disparador para hacer lo que quiere hacer y no se anima.

Disfruta del protagonismo el ex presidente del PD y del Pro que fue intendente de Luján tres veces. Y su escalada contra el Gobierno cuyas listas integró le ha dado justamente protagonismo. Tanto que todos hablan tanto de él como de quien ha convertido en su archirrival, Alfredo Cornejo, hasta ahora el único anotado firme en la carrera por la gobernación.

El hoy diputado nacional ha decidido irse de Cambia Mendoza, sólo que hasta ahora no ha encontrado el camino para hacerlo. Su objetivo es llevar como estandarte el sello del Pro en esa búsqueda del objetivo personal que se impuso hace mucho. Pero no sabe qué hará si se lo sacan.

En la batalla verbal que inició, con críticas durísimas a la gestión radical y a sus dos líderes, Cornejo y Rodolfo Suárez, parece no haber lugar para los pasos atrás. Pero claro, en política todo puede pasar. Los halagos de ayer pueden devenir en insultos hoy y mañana nuevamente ser halagos.

“Omar no tiene vuelta”, sentencia un peronista que dice apreciarlo y compartir muchas de sus posiciones. Nada dice de aquel coqueteo público de hace unos días entre intendentes del PJ y el referente del Pro.

De Marchi tejió un vínculo estrecho, casi familiar, con Adolfo Bermejo. Compartieron la “mesa de los intendentes” en los primeros años del siglo. También en ese entonces generó una buena relación con Roberto Righi y Omar Félix. Todos nombres que aún tienen peso en el peronismo.

A Matías Stevanato, el más entusiasta del PJ en los halagos, lo unen su apellido materno y un lejano parentesco, además de Alejandro Cazabán, hombre fuerte del gobierno de Celso Jaque devenido en su operador.

Pero nada de eso, ni el profundo temor a un nuevo gobierno de Cornejo, alcanza para sellar un acuerdo electoral. Más allá de algunas coincidencias, los separa un abismo. Cruzarlo implicaría para cualquiera no tener retorno a su zona de confort.

Algo está claro: entre las razones para irse del lujanino está el convencimiento de que puede pescar votos entre los peronistas desencantados, además de llevarse varios de Cambia Mendoza.

Uno de los nombres que suena como posible aliado de ese “gran frente opositor” desconfía de los intereses reales de De Marchi: “Sería bueno que defina qué va a hacer. Si estira todo hasta abril, da la sensación de que se está dando tiempo para negociar algo mejor con los radicales”.

Justamente, con tanta crítica, si algo hizo el macrista fue romper todos los puentes con el Gobierno. No hay instancia de negociación abierta ni siquiera mediadores en esa disputa.

En el oficialismo dan por hecho que no hay lugar para un acuerdo. Las diferencias se definirán en las primarias o bien en la general si el del Pro se termina yendo del frente.

Cornejo esta vez no repetirá lo que hizo hace dos años, cuando ante la amenaza de fuga terminó cediendo a De Marchi varios lugares en las listas, incluso contra la sugerencia de sus más cercanos. Uno de ellos reprocha ahora: “Si hubiésemos dejado que el Omar se fuera en 2021, hoy no tendríamos este problema”.

Cornejo, lo saben en el mundo de la política, suele ser implacable y no da segundas oportunidades a quienes le juegan en contra. Hay una anécdota que quienes lo conocen muy bien relatan para describirlo.

Despuntaba diciembre de 2018 y a oídos del entonces gobernador llegó que se armaba una puesta en escena en su contra: convocada por Julio Cobos y De Marchi, con Daniel Orozco como anfitrión, irían Mario Abed, Marcelino Iglesias, Jorge Difonso y la vicegobernadora Laura Montero. Se sacarían una foto juntos, en una suerte de desafío antes del año electoral.

El propio Cornejo se encargó de llamar a cada uno. De los intendentes finalmente sólo estuvo Orozco y Montero fue pese a la advertencia que le hizo: si decidía jugar el juego del grupo rebelde, cuando cerraran las listas no le daría ni un lugar de concejal.

Cuatro meses después, cuando se decidieron las candidaturas legislativas, la vice no consiguió ningún espacio para los suyos. Enojada, sorprendida, preguntó los motivos y le recordaron aquella charla de diciembre.

Contraofensiva

El radicalismo quiere retener al Pro dentro de Cambia Mendoza, por eso apura los tiempos. Incluso, pese a que pueda demostrar debilidad ante cada desplante y faltazo de ese socio incómodo que es De Marchi. Necesita que la intervención se concrete antes de que el 1 de marzo expire el plazo para inscribir frentes en los seis municipios del PJ y San Carlos, donde se harán las primarias el 30 de abril.

Como mucho, esperan que la intervención sea antes del 8 de marzo, cuando deben presentarse las candidaturas, para al menos así asegurarse que no habrá competidores macristas que puedan restar votos a los radicales en esos departamentos.

Desde el Pro demarchista ya dejaron trascender, como publicó este diario, que la idea es no presentar postulantes. Lo muestran como un gesto hacia Cambia Mendoza justamente para no dividir el voto.

Pero detrás de esa decisión, las lecturas son varias. La primera es que en realidad se busca debilitar el frente para favorecer a los intendentes del PJ, a cambio de favores en la provincial. La segunda es que no tiene candidatos a intendente ni concejales suficientes y es mejor disimular.

Una tercera, menos difundida, es que De Marchi busca evitar un papelón que perjudique su plan de ser candidato a gobernador. Porque si en esos departamentos la performance de sus postulantes es mala, la campaña provincial se le hará cuesta arriba.

La crisis generada por la posible ruptura repercute en las bases del Pro. Cuentan que en San Rafael y en Maipú no están convencidos de quedar afuera de la competencia departamental y del frente. También ocurriría lo mismo en San Martín y Malargüe. Son dirigentes con cargos que temen perderlos si deben irse.

El núcleo duro demarchista ve en esa rebelión la mano de Cornejo: aseguran que se comunica directamente con los legisladores del Pro para coptarlos y así debilitar a su rival.

Pero todas las miradas apuntan a Luján, el único departamento gobernado por el Pro y justamente por el sobrino de De Marchi, Sebastián Bragagnolo. “El Omar está poniendo en riesgo lo único que tenemos. Incluso, si compite por dentro en las PASO. Por su capricho, en vez de crecer podemos perder espacios”, reprochó un dirigente disconforme.

“La pelota está en la cancha del Pro nacional”, remarca un intendente radical. Mañana, la mesa de conducción encabezada por Bullrich, aliada de Cornejo, va a discutir el caso Mendoza, pero la intervención la debe definir el consejo nacional del partido. La esperanza del lujanino es que Horacio Rodríguez Larreta, con quien se encolumnó hace tiempo, lo defienda. Pero si esto no pasa, la decisión es resistir en la Justicia la intervención.

Todo este proceso puede incluso ni siquiera iniciarse si se confirma un rumor que el radicalismo hizo circular en las últimas horas: Rodríguez Larreta avisó a su referente en Mendoza que sólo lo apoyará si va por dentro del frente oficialista y éste habría aceptado integrarlo. Según esa versión, fueron dos charlas, una el viernes y otra el sábado. Nada de esto es admitido en el Pro. “Cornejo está muy nervioso y no sabe qué más hacer”, dicen.

De Marchi sabe que está en un punto de inflexión. Si se va, su destino es incierto, ya sin el paraguas de su actual partido y con un mandato de diputado nacional a meses de expirar. Pero si se queda en Cambia Mendoza, después de todo lo ocurrido, no habrá explicación que valga para justificar la voltereta y sólo lo aguarda el desierto más frío.

Una charla de hace dos días con uno de sus más cercanos puede anticipar lo que viene: “Yo no tengo ninguna chance de volver. Seré candidato por afuera o nada”.

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