Cristina y Alberto están atados al buen desempeño de Massa, así que están obligados a no pisarle el poncho. Este “gobierno parlamentario” tiene mejores posibilidades de sobrevivir que el sistema presidencialista bicéfalo. Nadie dice que será fácil o agradable, pero hay consenso en que es necesario.
Por un lado Alberto Fernández dejó en claro que su objetivo, tal vez el único que le queda, es garantizar la “unidad” de la alianza que gobierna. Y por otro lado, Cristina y Máximo reconocen con vergüenza, que ordenar las cuentas fiscales (ajuste tarifario en las tarifas de los servicios), y beneficiar al campo con una mejor cotización del dólar es necesario para alejarse del abismo. El slogan “primero la gente” está chocando contra la realidad. Es “primero la macro”.
El gobierno de Massa está alineando la política a la economía, mientras que el gobierno de Alberto y de Cristina buscó someter la economía a la ideología. Esta diferencia es enorme porque limita el voluntarismo personal e ideológico que muchas veces conduce a 180 km/h cuando sólo está permitido circular a 60 km/h.
También hay que agregar que Massa es el tercer candidato “de centro” al cual Cristina Kirchner recurre para salvar su orientación progresista sobre la cual basa su dialéctica política. Los primeros dos no tuvieron el éxito esperado: Daniel Scioli en 2015 y Alberto Fernández en 2019.
La llegada de Massa al Ministerio de Economía también pone en evidencia que Juntos por el Cambio tiene un serio problema de identidad. Las batallas internas por el liderazgo generan dudas hasta entre sus propios votantes cuando estos están muy preocupados por la economía y el rumbo del país. No está clara cuál es la estrategia para jugar el segundo tiempo y la opinión pública está atenta a todo.
Se abre una nueva etapa, una hoja en blanco, disponible para el oficialismo de Massa y para la oposición. Hay inversiones millonarias disponibles en energía, minería y campo para retomar el crecimiento y el consumo sin el comodín de la emisión monetaria. La novedad es que esta hoja en blanco se empieza a escribir un año antes de las elecciones primarias de 2023.
Sobre el autor: Tomás Lanusse es analista político y director de Fuente Primaria