¿De qué se habla cuando hablamos de “nueva normalidad”? Y la respuesta al primer golpe vista debiera girar en que tenemos que salir hacia algo distinto, hacia algo superador. La singular crisis que nos provocó el coronavirus, tanto acá como en el resto del mundo, nos abre las puertas hacia un estadio donde podamos desplegar toda nuestra imaginación. Es el momento de pasar de una política cortoplacista hacia una, sustentada sobre el bienestar y el cuidado de nuestra gente. Estoy convencido de que éste es el momento de pensar un nuevo paradigma para el país.
Pero si empecé hablando de una “nueva normalidad”, ¿cuál sería esa “vieja normalidad política”, que debiéramos dejar atrás? La respuesta no sería otra que esa errada creencia que tienen algunos, respecto a que se puede gobernar desde un partido único, prescindiendo de esa necesaria “oposición” a la que hoy muchos prefieren llamar “enemigos”.
¿Y por qué me animo a decirlo y a escribirlo ahora?, porque lo creo desde el minuto cero en el que me puse a trabajar en política. No me gusta ser autoreferencial, pero me alegró leer en un artículo de Luis Rapaport cuando de manera correcta se recordó que una de las condiciones para salir de la crisis del 2002 fue ese liderazgo político y sin mezquindades que llevamos adelante junto a Raúl Alfonsín. Esto me hace pensar que si nuestra dirigencia política lo pudo hacer una vez, porque no lo podrá hacer nuevamente ahora.
Es por esto mismo, y pese a que aún no se ha establecido una convocatoria transversal a todas las fuerzas políticas del país, que celebro los diferentes encuentros que ya se concretaron por parte de diversas entidades y personalidades -deponiendo antiguas mezquindades- para avanzar hacia la búsqueda de consensos. Tal es el caso del encuentro de la CGT con empresarios de la Asociación Empresaria Argentina (AEA), o como el que mantuvieron el Consejo Agroindustrial Argentino y la Unión Industrial Argentina, donde arribaron a un plan destinado a promover la productividad del sector y, esencialmente, las exportaciones con un alto valor agregado.
Siempre es bueno reflejarse en aquellos espejos que nos devuelven resultados positivos. Por eso me gusta recordar una charla que mantuve con Felipe González. Fue en 2004 cuando trabajaba en la constitución de la Comunidad Sudamericana de Naciones.
En esa oportunidad yo le pregunté cómo habían hecho esos pueblos, esos países enfrentados por diferentes guerras para forjarse un futuro de unión y progreso. Y su respuesta fue que tenían un millón de razones que los empujaban a ponerse de acuerdo, haciendo franca alusión a los muertos de la Guerra Civil Española. Con este sólo ejemplo quiero demostrar que cuando dejamos las mezquindades de lado y nos marcamos un camino de desarrollo sustentable lo imposible no existe.
Dicen que después de la pandemia ya nada volverá a ser igual, bueno, tratemos que en política tampoco. El éxito del regreso a la nueva normalidad es responsabilidad de todos. Es por eso que debemos hacer todo lo posible para darle la bienvenida a esta nueva normalidad política. Para conseguirlo, es necesario reducir la distancia entre los políticos entre sí, y entre estos y la gente. Debemos trabajar todos juntos: políticos, medios de comunicación y la ciudadanía en general. Necesitamos sortear este gran desafío.
Necesitamos que nos convoquen “a una mesa de diálogo nacional”.