El Millennium Project investigó desde 2015 al 2018 como la relación de tecnologías y trabajo afectaría al empleo en todo el mundo; diseñó escenarios de futuros al 2050 discutidos en 29 países, identificando cientos de acciones, evaluadas por futuristas y expertos de más de 50 países. Estas acciones fueron evaluadas por 5 encuestas internacionales (sobre gobierno y gobernabilidad; negocios y trabajo; educación y aprendizaje; artes y medios; y comunidades de CyT) para evitar los desastres pronosticados para las próximas 3 décadas. El covid19 anticipó estas previsiones 20 años, ya estamos viviendo ese futuro.
Aunque los mayores riesgos ya había sido anticipados en su primer informe “1997 State of the Future”, como la creciente brecha entre ricos y pobres; enfermedades nuevas o recurrentes, microorganismos inmunes y epidemias; poca capacidad de anticipación en la toma de decisiones; desequilibrio en la dinámica humano-ambiental y el cambio de la naturaleza del trabajo.
Esos problemas, interrelacionados y mutuamente influyentes, fueron puestos en acto dramáticamente por el covid-19, impactando sobre condiciones de vida, hábitat y relaciones sociales, con déficit de gobernabilidad en todo el mundo. Dejando a la vista la gran vulnerabilidad humana.
Mi primer análisis tras la aparición del covid19, estimaba que la investigación científica necesaria para las vacunas se aceleraría de 5/10 años a sólo uno. Anticipación que se manifestó también en la aplicación de tecnologías al trabajo, la educación, la salud. Se cumplió, pero es claro que nada nos protegerá de nuevas posibles epidemias.
El fin de siglo, para muchos comenzó con el final de la guerra fría y el inicio de la globalización. Fue un proceso de transición donde nuevos actores sociales y globales emergieron sobre una nueva infraestructura brindada por las TIC. Grandes fuerzas o tendencias se manifestaron en relación con el agotamiento de instituciones tradicionales como el Estado Nación y en función del alcance del nuevo contexto mundial por la reducción del tamaño relativo del mundo y la aceleración de la historia. Todo esto configuro la globalización pre-covid19.
Muchos confundieron estos cambios con el comienzo de una nueva sociedad: la pos-modernidad, pos-industrial; de la información, de las tecnologías, de la información, o del conocimiento, pero siempre como culminación dentro del marco de una sociedad de consumo desenfrenado.
Fueron tiempos de crecimiento económico, pero no de desarrollo humano. Con serias crisis: de seguridad en 2001, financiera de 2008 y otras menores. Pero no fue hasta el 2020, con la pandemia que enfrentamos la primer crisis verdaderamente global en la historia de humanidad. Todos vivimos en tiempo real un mundo global, atacado por virus microscópicos. Interactuando sin contacto físico y sin liderazgos inteligentes ningún país fue capaz de dar respuestas adecuadas y oportunas a las gravísimas deficiencias en los sistemas de salud y educación, común a todos.
La globalización pos-covid marca el verdadero comienzo del milenio, y el final de la sociedad de consumo. Todas las transformaciones que la tecnología impulsó para afrontar la epidemia, no tienen retorno. Las tecnologías no desaparecen, sino por nuevas innovaciones, y se cruzan y adicionan para acelerar, no ya la historia, sino el futuro.
La humanidad tiene nuevos desafíos: delimitar la soberanía nacional para diseñar una gobernanza global, que responda a los problemas mundiales, capaz de integrar regiones, países y ciudades; gestar una ciudadanía global responsable, financiada con equidad y justicia. Y sobre todo con nuevos objetivos: protección al medioambiente, educación en los valores de un nuevo humanismo, apoyadas en tecnologías y sostenida por datos, información y conocimiento, fundada en una ética que posibilite el desarrollo de la inteligencia, individual, nacional y colectiva.
La convergencia de ciencia, tecnología y toma de decisiones políticas y empresariales, requiere una nueva conciencia de las interrelaciones entre inteligencia artificial, robótica, computación cuántica, impresión 3 y 4D, digitalización, ciencias cognitivas y de datos y las funciones sociales: trabajo, educación, salud, vivienda.
Aquello que nuestro exhaustivo estudio -mencionado al inicio de la nota- sobre las relaciones entre tecnologías y trabajo que pensamos pasaría circa el 2050 ya está aquí entre nosotros y solo podemos enfrentar su complejidad e incertidumbre con una creciente inteligencia humana, para enfrentar con éxito el fin de fiesta, de la sociedad del consumo y el derroche. Es el fin de la transición al nuevo milenio, con el surgimiento de un nuevo mundo y el despertar de un nuevo ser humano, si somos capaces de acceder a la sociedad del conocimiento armados de un renovado y profundo humanismo.