“Antes de ser reconocida, toda verdad atraviesa tres estados: primero, es calificada como ridícula; luego, es violentamente rechazada y, finalmente, es considerada autoevidente”.
Arthur Schopenhauer (1788-1860)
El 29 de Junio de 2020 el exgobernador de Mendoza y actual Diputado Nacional Alfredo Cornejo planteó la idea de una autonomía regional basada en políticas comunes.
Como muchos, creo que Mendoza podría ser un país independiente. Es un concepto atractivo combinado con hartazgo.
Previo a estas declaraciones, Los Andes publicó (27/6/2020) un excelente artículo titulado: “El Covid-19 hizo caer la venda de los ojos al centralismo porteño”.
En 1890 se creyó conveniente instalar las industrias cerca del puerto para abaratar la mano de obra y bajar costos de flete y, desde entonces sufrimos el hacinamiento—y la precariedad asociada donde el Covid pasa factura.
Argentina tiene, aproximadamente, 45 millones de habitantes. Buenos Aires tiene 16 millones (36%). El 60% de la población del país (unos 27 millones) se concentra en menos del 20% del territorio. Claramente, esto obstaculiza un “federalismo racional”.
Como ingeniero, lo primero que noto es la falta de equilibrio distributivo que, si aumenta, puede llevar al colapso. Ante este creciente desequilibrio social, económico, demográfico y político, ¿seguiremos resignándonos porque ya está todo legislado?
Me niego a hacerlo porque, justamente, lo primero que dicen, quienes se rinden o resisten al cambio, es que hay ideas inviables. Me pregunto, en cambio, si esta realidad es viable. Creo que Cornejo nos invita a pensar opciones más viables.
El tema resurge con los últimos acontecimientos: discriminación en la coparticipación y trabas para la concreción de una obra soñada por muchos en Mendoza.
Argentina no es un país federal más que en teoría. El slogan “San Luis, otro país” se aplica mejor a Buenos Aires que se comporta como otro país, mientras el interior padece las consecuencias de sus incoherencias y caprichos.
Como expresó Los Andes (5/07/20), hombres como Manuel Olascoaga y Emilio Civit tenían otras ideas para integrar las Provincias.
No me identifico con ese Buenos Aires donde se ganan y se pierden las elecciones—y nuestra esperanza de ser respetados.
Como dijo Cornejo, ni siquiera con gobiernos nacionales del mismo signo nos fue bien (ni con un vicepresidente que recibió la “bendición para hacer la obra”). Dicen que somos una Provincia rica, pero somos una provincia con convicciones y hacedores.
Hoy, el país es inviable. La declaración de Cornejo me parece acertada, valiente y generosa por su potencial proyección nacional. Es el secreto a voces que nadie se anima a decir. Deberíamos darle una oportunidad a la idea antes de tildarla de locura, traición, bravuconada política o pasatiempo twuitero.
Una propuesta más federal sería mudar la capital al Punto Central de la República (PCR), Realicó (el Centro Geográfico es Villa Huidobro, a 40Km).
La capital de Nueva Zelanda, por ejemplo, está en Wellington, a mitad de camino entre Auckland y Christchurch; la de Australia, en Canberra (ni en Sídney ni en Melbourne).
Brasil creó Brasilia como alternativa a Río o Sao Paulo.
Santiago está casi en la mitad de Chile; igual Madrid
Años atrás, se intentó mover la Capital a Viedma, pero seguía lejos para los del Norte, el Sur y el Oeste.
Realicó, al Norte de La Pampa, está en el cruce de las Rutas Nacionales RN188 y RN35, dentro del área de influencia del corredor bioceánico, a 270Km de San Luis, 400Km, equidistante, de Neuquén y San Juan, 435Km de Córdoba, 505Km de Rosario, 560Km de Buenos Aires y 570Km de Mendoza.
Todos nos beneficiaríamos de una ciudad moderna allí, diseñada para cumplir su función eficazmente. Federal en ubicación, limitando con casi cuatro provincias. Nos permitiría mayor equilibrio en el desarrollo demográfico y movilizar gente al interior. Dios dejaría de atender en Buenos Aires y muchos temas dejarían de “decidirse” en el puerto y sus adyacencias. Un Estado efectivo admite la necesidad de cambios fundacionales para salir adelante. Las leyes y la constitución pueden enmendarse. Todo es posible.
¿De dónde obtener recursos? De los muchos edificios que hoy se ocupan en la Capital, de los bienes y dinero de la corrupción, de inversores privados, del turismo que surgiría por las nuevas rutas, la reducción del gasto público que nos ahoga y la infinidad de ideas que cada mente abierta pueda aportar. Esta nota debe ser breve: sumen ustedes.
En 1986, Alfonsín habló del problema del centralismo y la desnaturalización del federalismo por estas causas. CFK adhirió a la necesidad de trasladar la Capital Federal y expresó que, si se hubiera encuestado el cruce de Los Andes, la respuesta hubiese sido negativa. Coincido, aunque la nueva locación debe ser equitativa para todos los argentinos.
Por un lado, expongo mi positiva actitud frente al MendoExit. Por otro, retomo un planteo de años: trasladar la Capital, pero al PCR. Esto no se puede resolver “en un minuto”, como se dijo. Lo bueno de las opciones es que existen; lo malo, matarlas prematuramente sin argumentos (más que los basados en lo que existe hasta hoy).