Equilibrio y mérito de los médicos mientras la política pelea

Pese a que se dice que la clase política mendocina es distinta, los vicios de los “grandes” ligas también se encarnan en nuestros hombres públicos. La presencia de la ministra de Salud en la Legislatura sin permitir el ingreso a periodistas ni a las redes, fue una decisión lamentable, desafortunada.

Equilibrio y mérito de los médicos mientras la política pelea
Ilustración Gabriel Fernandez / Los Andes

Fue muy atinado el título de Los Andes en la nota sobre la exposición de Ana María Nadal ante diputados y senadores sobre la gestión provincial de la pandemia: “La visita de la ministra de Salud a la Legislatura terminó en el barro”.

¿Por qué en el barro? Porque el oficialismo pensó en una estrategia excesivamente defensiva, que tuvo su aspecto más criticable en la prohibición de la presencia de los periodistas en el recinto donde la bicameral de Seguimiento y Control de Covid-19 recibió a la funcionaria del gobierno de Suárez. Fue una decisión lamentable, desafortunada. A ese despropósito hay que agregar que tampoco se transmitió por redes sociales, o por YouTube, como suele suceder para reflejar la actividad parlamentaria que muchas veces los medios no alcanzan a cubrir.

Como bien señaló el periodista Gastón Bustelo en su nota de opinión, también en este diario, sobre este insólito desenlace, se trató de un pelotazo en contra para “los que siempre están atentos a destacar que la clase política mendocina es distinta…”. Es real: los vicios de las “grandes ligas” de la política lentamente se van encarnando en nuestros hombres públicos. Hay dirigentes cada vez más carentes de iniciativas y que muchas veces se transforman en una suerte de apéndices de las modas políticas que imperan en el gran circo nacional porteño. Que quede claro: este defecto alcanza a unos y otros, oficialistas y opositores. Casi nadie se salva.

De los puntos de vista de uno y otro lado, se puede decir que de ambas partes hubo exageraciones y sobreactuaciones. Si bien la ministra Nadal no terminó su informe, cuando se dio por levantada la reunión ya había expuesto lo más importante según la convocatoria que se le efectuó.

La cita a la funcionaria fue aceptada por el oficialismo legislativo ante la insistencia y el malhumor público de la oposición, que no se conformaba con los informes por escrito enviados desde Casa de Gobierno. El titular de la Cámara de Diputados, Andrés Lombardi, tocó la herida cuando dijo que la Bicameral a cargo de la interpelación “ya tiene varios informes presentados, pero también era prudente tener un intercambio de opiniones”. Este intercambio al que aludió poco y nada se produjo. Era lógico que ello sucediese así. Por otra parte, los informes por escrito que la mecánica legislativa establece generalmente son en respuesta a pedidos de informe que se aprueban en el recinto. Pero nada impide que, ante la gravedad de una situación especial, como en este caso lo es la emergencia sanitaria, se llame a un ministro para que dé explicaciones.

Por otra parte, la ministra Nadal es una fuerte apuesta de Suárez y eso explica que el oficialismo busque protegerla. Posiblemente, el Gobernador se identifique mucho con su colaboradora no solo por el trabajo de ésta, sino porque ambos se encontraron con el mismo desafío de gestión; al gobernador marcado por la pandemia de coronavirus lo acompaña una ministra también comprometida por la duradera emergencia sanitaria. Hasta ahora, una dupla inquebrantable. Por ello más de una vez Suárez elogió en público a su funcionaria.

Sí queda claro que la paz no está ni medianamente cerca luego de la tormentosa cita del jueves. Los voceros del justicialismo, por ejemplo, siguen comentando que “fue un show lamentable. Todo el papelón posterior se podría haber evitado con la prensa presente o con una transmisión por redes sociales”, siguen argumentando luego de la inusual reunión. “No querían que se supiera lo que se hablaría y eso pone en evidencia que tienen irregularidades de gestión en cuanto a la pandemia”, reiteran del lado del Frente de Todos.

Y prometen en el principal sector de la oposición seguir con la embestida al área de Salud del gobierno de Suárez. Dejaron trascender que lo que viene es un posible llamado a los directores de los más importantes hospitales de la provincia. Y tampoco descartan dar paso a acciones judiciales por supuesta mala praxis política ante la emergencia.

Mientras tanto, médicos, enfermeros y otros profesionales de la salud siguen, como en todo el país, haciendo grandes esfuerzos para mantener el equilibrio, inmersos en eternas jornadas de trabajo en las que la atención de los enfermos de Covid-19 se convierte en un desafío profesional y, sobre todo, humano.

Cualquier profesional sensato al que se consulte destacará que los profesionales de hospitales públicos, como también de clínicas y sanatorios privados, atraviesan sus horas de trabajo en medio del cansancio y el deterioro físico y anímico al que los somete la pandemia. No tienen toda la tranquilidad que requieren y que deberían tener, en especial porque en mayor o menor medida en todos lados faltan elementos.

Pero los profesionales no politizan su problema. Admiten las carencias, pero coinciden en que el combate contra el virus ha sido llevado con errores en todo el país. Y el reproche no tiene color político. El desconocimiento sobre la enfermedad hizo que se tuviese que aprender sobre la marcha.

Sí destacan muchos que a esta altura de la pandemia se debería estar mejor en cuanto a testeos y, por lo tanto, en el manejo de un más certero registro de enfermos y víctimas. Y ni hablar del drama por la lentitud de la vacunación, que administra el Estado nacional.

El lado político del nuevo confinamiento

Repasando el costado político de la nueva decisión de cerrar todo durante nueve días, como mínimo, está claro que ningún gobernador no reconoció la gravedad de la situación. El peor momento de la pandemia en el país sin vacunas suficientes y con una realidad económica desoladora para muchísimos argentinos.

No eran momentos para reproches o reticencias. Pero sí hubo gestos claros que demostraron que subsisten, o se potencian, algunas desconfianzas hacia las intenciones del poder central y aliados (por caso, Buenos Aires/Kicillof). El porteño Rodríguez Larreta no tardó en adherir públicamente al cierre anunciado por el presidente Fernández, pero tampoco demoró en aclarar que las clases presenciales (su caballito de batalla contra la presión K) volverían el lunes 30, sin dejar pasar ni un solo día desde el final del neo confinamiento.

Y algo similar ensayó aquí Rodolfo Suárez, cuyo gobierno, a través de las redes sociales y mientras se esperaba la publicación del DNU presidencial para ver en detalle la letra chica del mismo, también dejó en claro que el lunes los mendocinos volvemos al ritmo que teníamos.

¿Desconfianza? Rodríguez Larreta y Suárez son los más fuertes exponentes de Juntos por el Cambio al frente de distritos importantes en el país. El porteño es uno de los dirigentes opositores al kirchnerismo con más alta imagen y el mendocino, un gobernador bien visto por su prudencia, silencios y administración sin mayores sobresaltos. De ahí los embates ahora frecuentes desde el poder nacional hacia la administración de CABA y la dura postura que aquí esgrime el kirchnerismo/PJ para encontrarle puntos vulnerables la gestión mendocina.

Aunque es muy probable que esta cierta calma y armonía se pongan a prueba si a los habitantes actuales de la Casa Rosada les pareciese viable extender un poquito más el actual confinamiento luego del domingo 30. Total, ya para el sábado 5 y el domingo 6 están previstas otras dos jornadas en fase 1. ¡Qué le hace un esfuercito más, compañero!

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