“En tiempos de cambio, quienes estén abiertos al aprendizaje se adueñarán del futuro,
mientras que aquellos que creen saberlo todo
estarán bien equipados para un mundo que ya no existe”.
Eric Hoffer
La Ilustración tuvo como resultado la aparición de la razón y la ciencia como métodos de análisis y demostración de todos los fenómenos humanos y naturales que, hasta dicho momento, encontraban como explicación argumentos principalmente metafísicos.
Ello se trasladó natural y paulatinamente al campo de las ciencias económicas que, durante mucho tiempo, ha basado en la llamada “teoría de la elección racional” gran parte de lo que denominan microeconomía. Así, dicha disciplina ha construido una serie de modelos económicos para predecir el comportamiento que presuponen que, frente a variables constantes y con el afán maximizar su utilidad, los sujetos son guiados por la racionalidad al momento de decidir.
Aquello que parecía un dogma para los economistas clásicos y neoclásicos, ha sido cuestionado por importantes y recientes estudios que ponen en duda la racionalidad de la elección de los individuos, ya sea por la constante manipulación que sufre el mercado por parte de los agentes económicos que actúan en él (1) o por la presencia de sesgos cognitivos y heurísticas en las personas que condicionan normalmente sus preferencias (2) . Esta corriente se denomina economía conductual o behavioral economics y sus estudiosos han sido reconocidos con el premio Alfred Nobel de dicha disciplina en varias oportunidades (3).
A mi criterio, esta crisis de la idea la racionalidad como guía de las preferencias económicas de los individuos, hoy se extiende a todos los campos de decisión de los sujetos, no solo a las decisiones económicas. Esto se puede ver, por ejemplo, como las elecciones políticas o, mejor dicho, electorales aparecen sesgadas por la irracionalidad o la manipulación provocada, entre otras cosas, por las estrategias de marketing, publicitarias y mediáticas, que condicionan la voluntad popular a la hora de definir el voto e intentan aprovechar, entre otras cosas, la ira y el inconformismo social en favor o en contra de uno u otro candidato.
Pero debe quedar claro que no cualquier sentimiento tiene la potencialidad para incidir tan eficazmente en los resultados electorales. Es la ira, la indignación y la insatisfacción lo que termina inclinando la balanza, muchas veces, en favor del candidato que consigue transformarse en una alternativa contraria a la permanencia de un status quo que se encuentra lejos de conformar. A mi criterio, son principalmente estos sentimientos los que tiene una capacidad de movilización tal que llevan a los electores a votar alternativas con propuestas que incluso podrían perjudicarlos a ellos mismos. Así, encontramos a empleados estatales, jubilados y algunas minorías apoyando propuestas electorales que ofrecen iniciativas contrarias a sus intereses o que ideológicamente se encuentran en las antípodas.
Esto es facilitado y potenciado por la incidencia de las redes sociales en la definición de las preferencias de las personas. Sin lugar a dudas, el siglo XXI estará marcado por la influencia de las redes sociales y por la importancia de éstas en la determinación del clima social, en la definición de la opinión pública e incluso en los gustos personales de los sujetos. Este se debe a que, en la actualidad, hombres y mujeres tienen como principal mecanismo de obtención de información a las redes sociales y esto ha llevado a un cambio en las formas que la misma se crea, reproduce y, especialmente, se consume.
Los espacios políticos de derecha que, por lo general, son más pragmáticos por estar menos ideologizados, tienen mayor respaldo económico y son mas tecnócratas, han sabido leer en forma las rápida el cambio y pudieron aprovecharlo para hacer realidad sus pretensiones de poder.
Es por esto que Javier Milei y su comportamiento público, es un construcción pensada y diseñada para captar todo lo antes dicho. De ninguna manera, se puede concluir que la exposición de toda esa incorrección política es un fenómeno genuino y espontáneo, sino más bien es el resultado de un estudio minucioso y medido de la opinión pública, que aprovecha el “sentir social” en su favor y de esa manera se presenta ante los electores como una oportunidad de castigo para aquellos gobernantes que son los culpables de los males que los aquejan cotidianamente los argentinos y argentinas.
Así Milei es producto de aquello que Giuliano da Empoli denomina en su libro “ingenieros del caos” (4) y no es más que una imitación de lo que ocurrió en Italia con el humorista Beppe Grillo y “Movimiento 5 Estrellas”. De manera tal, nuestro presidente, representa una alternativa populista construida por el Big Data, los algoritmos y el marketing publicitario, para canalizar la insatisfacción democrática y el enojo social en pos de un resultado electoral.
Obviamente, esto - para tener eficacia- debe converger con un sistema político ineficaz de comprender y, especialmente, dar respuesta a los más elementales reclamos sociales. Es el enojo social generalizado el contexto propicio para que los “ingenieros del caos” tengan la oportunidad para construir su relato e instalar el escenario. Pero, cabe señalar, que gobernar un país es mucho más complejo que ganar una elección y los algoritmos no mejoran la calidad de vida de la gente, por lo cual, es de suponer que estas alternativas no resulten sustentables a largo plazo y pierdan vigor cuando sus fuegos artificiales se vuelvan paulatinamente estériles en su intención de moldear la opinión pública.
Definitivamente, estamos ante un verdadero cambio de época en materia de comunicación política. La fiel demostración del cambio de paradigma que nos atraviesa, como enseña Kuhn (5) , es la imposibilidad de explicar la presencia de Javier Milei en el “sillón de Rivadavia” con las lógicas y los métodos que nos servían para comprender, hasta el momento, las dinámicas políticas y electorales. Aquellos que no comprendan que la sociedad ha cambiado y que eso obliga a “deconstruir” las prácticas y el discurso (en el contenido y en las formas) a las nuevas reglas de juego, perecerán lentamente como un eco que se pierde a la distancia.
1. Al respecto véase AKERLOF, George A. y SHILLER, Robert. J., La Economía de la Manipulación: como caemos como incautos en las trampas del mercado, Traducido por Joaquín Chamorro Mielke, 1ª Ed., CABA, Paidos, 2016.
2 Al respecto véase KAHNEMAN, Daniel, Pensar Rápido Pensar Despacio, Traducido por Joaquín Chamorro Mielke, 5ª ed., Buenos Aires, Debate, 2016.
3 Entre ellos George Akerlof (2001) Daniel Kahneman y Amos Tversky (2002), Richard Thaler (2017), entre otros
4 DA EMPOLI, Giuliano, “Los Ingenieros del Caos”, trad. por Nicolás Boullosa, Madrid, Oberón, 2020
5 Al respecto ver Kuhn Thomas, La Estructura de las Revoluciones Científicas, trand. de Carlos Solis, 3° ed. . México, FCE, 2006.
* El autor es abogado y profesor de la UNCuyo y de la UBa