En torno a la Literatura

Sobre “papis y mamis” que no leyeron “Cometierra” (y sobre funcionarios que no funcionan).

En torno a la Literatura

Lo de este grupo de papis y mamis del Colegio Corazón de María atrasa tantos siglos que escribir sobre este tema me resulta tan pero tan básico, que me da un poquito de vergüenza. Obviamente no gastaré saliva en polemizar con ellos. Por lo que se ve disponen de demasiado tiempo libre y el dinero suficiente como para que la disputa resulte totalmente desigual.

(Confesión: por momentos me gustaría explicarles un poquito sobre lo que es el trabajo docente. De lo que significa, a pesar de los sueldos por debajo de la línea de pobreza, desempeñarse con profesionalismo en un aula. Me gustaría también contarles sobre lo que es enseñar literatura hoy a jóvenes con las mentes carcomidas por el ‘scrolleo’ en las pantallas. Pero no. No lo haré. Si no lo han comprendido ya sin que yo se los explique, mucho menos lo comprenderán con mi explicación).

No solo ignoran todo lo que hay por ignorar sobre educación y sobre didáctica de la literatura. Es mucho peor: ignoran mucho sobre sus propios hijos e hijas. Ignoran (mentira, pero fingen bien) lo que es “pornografía”. Por ello propongo que les pregunten a sus hijas e hijos sobre las páginas porno que habitualmente visitan, así al menos la definición de “pornográfico” que manejan no enchastra a una novela tan reconocida como “Cometierra”.

Se ve que no confían demasiado en la inteligencia y lucidez de sus hijos para comprender y disfrutar de esta novela maravillosa. (Y en todo caso, de lo que no confían es en su propio desempeño parental)

Hace algunos años me tocó una mami de esta categoría jurásica que se quejó a Ana María, mi entonces directora, sobre una lectura que estaba trabajando con mis alumnos de cuarto año. Se trataba de uno de los cuentos más extraordinarios que he leído en mi vida. “La Madre de Ernesto” (de Abelardo Castillo) fue el pretexto para que esa mujercita expresara todo el odio y la frustración que su pobre educación no había logrado compensar. A diferencia de lo sucedido con el colega del colegio Corazón de María, mi directora no permitió de ninguna manera que la mami avanzara en su berrinche pedagógico.

  • Señora, el profesor Niemetz se encuentra dando literatura porque reúne todos los requisitos para hacerlo, porque la normativa vigente lo habilita para desempeñarse en esta institución. Y, además, por si lo anterior no le alcanza, cuenta con nuestra absoluta confianza. Por lo tanto, si a usted no le gusta que su hijo lea “La Madre de Ernesto”, usted puede pedirnos el pase a otra institución que le resulte adecuada a sus valores.

De más está decir que la mami se retiró en silencio y yo trabajé ese cuento durante varios años. (Lamento ya no encontrarme en ejercicio de la docencia porque me encantaría incluir “Cometierra” en mi bibliografía).

Y, finalmente, un bocadito para la DGE ¿Realmente no les da un poquito de cosita ocuparse de un tema como este mientras las condiciones educativas, laborales, salariales y edilicias de las escuelas que gestionan solo son comparables a las de países devastados por el subdesarrollo, por una guerra o por un cataclismo natural? ¿Es que acaso no encuentran nada destacable en su labor cotidiana para aparecer en los medios? El sistema educativo cruje por todos lados y, de verdad ¿esto es lo que les preocupa?

La censura y la suspensión del colega (a quien, humildemente, acompaño con toda mi solidaridad) solo evidencia la mediocridad de la gestión que desempeñan.

¿Alguno de los burócratas que suspendió al colega leyó “Cometierra” (y su continuación “Miseria”)? Seguramente no. Porque de haberlo hecho la moralina pacata que rebalsa de sus mentalidades reaccionarias no se horrorizaría al leer la palabra “pija”. De haberlo leído sabrían que la hondura literaria de “Cometierra” es muy adecuada para nuestros pibes porque permite reflexionar sobre la marginalidad, la violencia, la trata, el machismo y la vida sin horizontes. Porque Cometierra, personaje central de la novela, es una jovencita de la misma edad que los chicos del Corazón de María. Quisiera aventurar la hipótesis que precisamente es esa verdad exuberante que brota de “Cometierra”, lo que molesta tanto en un sistema educativo que ha naturalizado la apariencia y la falsedad.

* El autor es docente y escritor. Ganador Premio Novela Clarín 2018.

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