Alcanzar una aceptable educación vial es la meta de las autoridades que se ocupan de esa realidad y de los conductores responsables en la carrera para disminuir los incidentes que ocurren con el tránsito.
Pero, la pugna por lograr una cierta estabilidad en materia vial tarda en llegar o se dificulta porque, en ocasiones, disminuyen los incidentes y, lo que es más importante, baja la cantidad de personas fallecidas o que sufren secuelas invalidantes por los episodios de choques o vuelcos en calles y rutas. Pero, luego vuelven a elevarse y el flagelo se instala otra vez en la realidad social y económica de la provincia.
Al momento de escribir esta columna –principio de la tercera semana de junio- se habían registrado varios sucesos fatales, que causaron la muerte a seis personas. Especialmente, el choque de frente de dos automóviles en la ruta provincial 86 (a Tupungato), con tres muertos y diez heridos.
Lamentablemente, todas las semanas debemos lamentar la pérdida de ciudadanos, casi siempre muy jóvenes.
Por otra parte, el caso de las motocicletas ya lo hemos analizado y no se logra disminuir los sucesos fatales entre los usuarios de este tipo de movilidad.
No sabemos en Mendoza cómo están los números de esta triste realidad por falta de datos específicos, pero, según la Agencia Nacional de Seguridad Vial, durante el primer cuatrimestre de 2021 se incrementaron en casi 9% los incidentes de tránsito en Argentina, en relación al mismo período del año pasado, y se duplicó la cantidad de personas afectadas por estos sucesos. Con anterioridad, durante 2020, habían disminuido en forma considerable los percances en la vía pública, pero sabemos que esa situación de bonanza se debió a las restricciones por la pandemia que obligaron a la disminución de la circulación vehicular en la calle.
Frente a este escenario, quienes conducen vehículos de manera irresponsable y contraria a todas las formas recomendadas por el manejo defensivo, deberían meditar, razonar un momento y tratar de evitar más tragedias.
Nos viene a la memoria, como caso paradigmático y doloroso, qué hubiera pasado si el conductor del auto de viejo modelo que atropelló a los niños Abril y Agustín Kruk (8) y a su madre, en la tarde del 14 de diciembre de 2018, hubiera circulado bajo las consignas de la prudencia cuando se desplazaba por la Costanera a velocidad imprudente, a pesar del estado en obra de la calzada.
Seguramente los pequeños estarían con vida.
Por eso propiciamos, como medidas preventivas y necesarias, conocer las señales de tránsito y tener en cuenta el entorno en el que se está conduciendo y conciencia de los límites de velocidad permitida en calles, avenidas y rutas, y en los lugares donde hay establecimientos educacionales y pasos a nivel.
Asimismo, estar atentos a las señales que nos ofrece el vehículo que guiamos, al que es necesario efectuarle periódicas revisaciones técnicas y propiciar la seguridad dentro de la cabina del rodado, aplicando todos los sentidos al momento de conducir, en los que son mandantes el no hacerlo si se está cansado y mucho menos después de haber ingerido bebidas alcohólicas.