El secreto de sus votos

Los disconformes con Norma Llaster pudieron expresar en votación secreta lo que en público no podrían sostener ya que eso implicaría objetar a una profesional poco cuestionable.

El secreto de sus votos
El gobernador Alfredo Cornejo eligió a Norma Llatser para reemplazar al juez Pedro Llorente en la Suprema Corte (Marcelo Álvarez / Los Andes)

El plan fue ejecutado casi a la perfección y con celeridad tras la renuncia de Pedro Llorente a la Suprema Corte de Justicia. Tras un inicial simulacro de confusión de Alfredo Cornejo, la decisión para la nominación de Norma Llaster se tomó sin dilaciones para actuar en consecuencia. Antes de fin de año debía quedar finiquitado el acuerdo del Senado para cubrir la vacante. Así se armó el cronograma de la audiencia pública y la votación del 17 de diciembre, sólo que el acompañamiento no fue el esperado.

Sin morder el cebo

El gobernador sorprendió a la oposición al no caer en postulaciones polémicas, que darían pie a planteos, reproches o críticas que pudieran entorpecer el proceso. Por el contrario, la camarista del fuero laboral, tiene una trayectoria profesional impecable, a los que suma méritos académicos y de representación de sus pares en la Asociación de Magistrados.

Además de ser mujer (otro reclamo de la época), la elegida no viene de la política, no se trata de una advenediza en la Justicia y cuenta con el respeto de la corporación judicial.

Las adhesiones a su candidatura superaron las mil presentaciones y ninguna impugnación (contundente señal), lo que reforzó la idea de una aspirante sólida, en línea con lo que la opinión pública y la sociedad en general siempre reclama: jueces probos, capacitados, independientes.

Y aquí apareció una hendija que más que oponerse al pliego de Llaster, era para votar en contra a Cornejo. Una especie de obsesión de alguna dirigencia que parece nublar decisiones o caer en contradicción bajo el temor de un supuesto disciplinamiento del Ejecutivo. Pero también, del habitual recelo de la política con el Poder Judicial, al que no sólo ve como privilegiado por razones que van desde la exposición pública a la retribución salarial, sino como el que puede decidir o entorpecer sus acciones o decisiones.

La independencia en cuestión

Es probable que cualquier candidato o candidata propuesto en esta ocasión hubiera sido tildado de mero artífice del gobernador. La excepcional cobertura de organismos de control realizada por Cornejo en su primer mandato y en lo que lleva del segundo (más el interregno de la gestión de Rodolfo Suárez), hacen desconfiar a los opositores; sólo que esta vez no lo podían decir públicamente por la impecable foja de Llaster.

La foto del gobernador con ella en su despacho apenas terminada la sesión le dio pie a los puristas a ratificar sus prevenciones, como si acaso no alcanzara con el ejemplo de estos días del supremo José Valerio, impulsado por Cornejo y distanciado de los deseos judiciales del Cuarto Piso.

Lo cierto es que en estas circunstancias, los disconformes pudieron expresar en votación secreta (como indica la Constitución Provincial) lo que en público no podrían sostener ya que eso implicaría objetar a una profesional poco cuestionable.

El resultado de la votación fue en esa dirección: 23 votos a favor y 14 en contra. La especulación marca que todo el bloque de Cambia Mendoza acompañó la propuesta así como cuatro legisladores de la oposición. Por su parte, La Unión Mendocina y el Partido Justicialista, lo hicieron mayormente en contra. ¿Ese acompañamiento adicional al oficialismo, vino sólo de senadores del peronismo? ¿Por qué votaron en contra de una buena candidata? ¿Si la votación hubiera sido pública habrían mantenido su oposición? En fin, preguntas que quedaron flotando tras la sesión en la que sorprendió el resultado final, lejos de las desgarraduras de vestiduras con las que la clase política, y en particular los opositores de turno, suelen realizar para justificar sus actos.

La razón de la política

Es que tales guarismos dejan expuesto de forma palmaria que más allá de los atributos y antecedentes, la nominación de un juez para el máximo tribunal de Justicia, es un acto de pura razón política y que como tal lo ejercen todos quienes están en el juego. Quien propone, el gobernador y quien puede avalar o rechazar, el Senado. Nada más.

Bajo esa aceptación, la noción de independencia siempre podrá ser cuestionada pues quien propone no es independiente, como tampoco lo son los que deben subir o bajar el pulgar. Todo es parte de la discusión política, aunque los argumentos para torcer voluntades sean de otra índole, o al menos puedan dar pie a dilucidar que lo que se está evaluando no forma parte de una decisión que -también- es política.

Consciente de ello, la Constitución prescribe una mayoría especial, no difícil de reunir, que ha posibilitado en casi todos los casos que un gobernador imponga su voluntad, salvo que otros factores -también políticos- se interpongan en el camino. Y aquí el ejemplo de Miriam Gallardo es recurrente sobre las sospechas y traiciones que además habilita la votación secreta.

En definitiva, un método que permite que opositores oculten sus motivaciones políticas y como en el caso de Llaster, no sólo voten en contra de una candidata capacitada, sino que con ello pretendan enviar una señal de disconformidad con el Gobierno. Es decir, la justicia, y la posibilidad de mejorarla al llevar a su cúpula a una profesional avalada, como vehículo canalizador de quejas que deberían dirimir en el ámbito de... la política.

Particularidades del devenir institucional, en el que los dirigentes no siempre actúan con coherencia y responsabilidad, sino en base a especulaciones de coyuntura. Pequeñas miserias que afloran incluso cuando se trata de un acto trascendente como lo es la nominación de un ministro de la Corte.

Los consensos reclamados por la oposición, bien podrían también haberse manifestado acompañando a una candidata que no tenía mayores reparos, lo que hubiera derivado en una apuesta para el mejoramiento de la Justicia en base a la experiencia y conocimientos de la ahora nueva jueza suprema, aunque aún no haya asumido. Otra voz con necesaria perspectiva de género que se sumará a Teresa Day, pese a las bolillas negras de los que dicen querer una mejor Justicia pero, aún así, no dudaron en ampararse en el secreto de sus votos.

* El autor es periodista y profesor universitario.

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