Cuando la pandemia que nos azota recién comenzaba, coincidieron en Los Andes dos crónicas, una, referida al rey emérito de España, Juan Carlos I, objeto de investigación por negocios ilegales. La otra dedicada a un personaje netamente local, cuyo historial delictivo es ciertamente muy poco apto para el mundo “fashion” y las revistas del corazón.
Sin embargo, la contemporaneidad de dichos artículos me llevó a verlos en paralelo. ¿En qué se parecen? Tal vez en nada. ¿En qué se diferencian?. En que el Rengo está preso y el Rey no. Por cierto, la cuestión interesante para la reflexión es la que indaga sobre las motivaciones y las causas que llevan a la conducta criminal. Dada la distancia que media entre la vida de uno y otro se podría concluir que hay algo en la naturaleza humana que trasciende las causales sociales y económicas que se manejan habitualmente. En todo caso no parece que se pueda atribuir responsabilidad a Menem en el caso del Rey, atingencia que salta automáticamente en el caso del Rengo, por el sólo hecho de haber iniciado sus correrías en los 90´.
En el caso del Rey tal vez la culpa fue de Franco, que en un paralelo temporal notable, da paso a Juan Carlos en 1976, en tanto entre nosotros el gobierno militar construye el barrio La Gloria donde nacerá nuestro personaje local. En este punto, aparte de lo injusto de esta última estigmatización, viendo la magnitud de los delitos en el mundo más privilegiado, no deja de sorprenderme la eficiencia de la construcción de esa enorme cantidad de viviendas. No haré comparaciones odiosas. Quiero recordar sí que en aquel momento se dijo que el nuevo barrio permitiría el traslado masivo de la población del asentamiento, entonces incipiente, de La Favorita, ubicado al pie del Cerro de la Gloria. El motivo: la necesidad de eliminar una vista poco agradable para quienes previsiblemente se moverían por ese lugar durante el Campeonato Mundial de Fútbol de 1978, al tiempo que importantes obras se llevaron a cabo en el Parque con ese mismo motivo: el Estadio, la nueva iluminación, etc, etc.
Con el tiempo La Favorita volvió a empezar llegando a las actuales dimensiones de modo tal que supera en población a muchos sectores de la Ciudad. Pero ahora, la solución para cubrir la vista indeseable es construir un restaurante, y quién sabe cuántas cosas más a futuro, en la cima del Cerro, ¿Será esta la medida de nuestro fracaso?. El monumento pasará a ser nada y La Favorita seguirá allí.