El respeto a los acuerdos y el rigor de la motosierra

Se llegó a un cierre de 2024 en el que la gestión del gobierno de Cornejo pudo acomodarse a los exigentes requerimientos nacionales en materia fiscal, porque en la mayoría de los casos los entendió y compartió.

El respeto a los acuerdos y el rigor de la motosierra

El gobierno mendocino comenzó a transitar un año en el que, seguramente, algunas de las estrategias electorales irán de la mano de las medidas fiscales que imponga la conducción nacional. Habitualmente los años de elecciones se caracterizan por la flexibilidad de las medidas económicas para atraer o asegurar votantes que respalden a los gobiernos de turno; es lo que, lamentablemente, ha imperado en el país muchas veces. Y en el caso de las provincias esas ideas son generalmente similares cuando el signo político de los gobiernos es el mismo que el nacional.

Sin embargo, no hay concesiones a la vista que hagan pensar en una flexibilización del ideario libertario. El Presidente ya había prometido poco antes de la finalización de 2024 más “motosierra” en sus políticas fiscales para el nuevo año, en ese caso en declaraciones que hizo a un medio internacional, y trascartón aseguró, a través de la red social X y como despedida del año, que en este 2025 su política será la de seguir bajando la inflación y el gasto público. Equipo que gana no se toca, suele decirse en el fútbol. En este caso, política que pueda permitir ganar no se toca; es lo que se puede deducir de los dichos presidenciales al amparo de la mayoría de las encuestas y de un final de año totalmente alejado de los conflictos de otras épocas.

Y en lo estrictamente político, el gobierno nacional ha demostrado en más de una oportunidad capacidad para imponer sus propuestas sin sentir al extremo el rigor de ser notable minoría parlamentaria. Todo lo contrario: supo valerse hábilmente de una oposición mayoritaria en número, pero totalmente opacada y desmembrada por su falta de liderazgos. Y dentro de esa oposición, como hemos dicho en varias oportunidades, sectores que entendieron que las medidas de achique impuestas por la Nación eran las necesarias para intentar comenzar a salir de la crisis dramática que, tanto en lo económico como en lo social, quedó inmersa la Argentina a fines de 2023 luego de décadas de descalabro.

Así surgió la llamada oposición “amigable”, o complaciente con las principales medidas del presidente Milei. En ese espacio se incluye a la mayor parte del radicalismo, el de los gobernadores, que es el que conduce administraciones y, por ende, sabe de necesidades y limitaciones. Todo lo contrario de la UCR de comité, cuyas tramas surgen entre cuatro paredes que muchas veces no permiten ver las exigencias del día a día de una gestión. Así es como hay dos radicalismos en el escenario político actual.

Por eso en este mismo espacio señalábamos hace una semana que se llegaba a un cierre de 2024 en el que la gestión del gobierno de Cornejo pudo acomodarse a los exigentes requerimientos nacionales en materia fiscal, porque en la mayoría de los casos los entendió y compartió.

En general, el cornejismo gobernante en Mendoza supo hasta ahora apoyar a nivel nacional lo que consideró necesario para la economía argentina y marcó diferencias en temas puntuales y de bases radicales, algo que difícilmente varíe con el tiempo, como las políticas universitaria y jubilatoria. Y tuvo la habilidad de no caer en ningún momento en sintonía con la oposición kirchnerista, como sí lo hicieron otros sectores, incluso los de la UCR no dialoguista con el Gobierno.

Por otra parte, el criterio de que el Estado debe estar presente en los aspectos esenciales de servicio a la comunidad es otro de los preceptos básicos del radicalismo mendocino como condición para avanzar en coincidencias con el gobierno libertario. Se puede llegar a asegurar que en estos momentos están mucho más cerca las posiciones sobre el modelo ideal de Estado que requiere un país que hace un año, cuando arrancó arrasando la gestión de Milei.

Es por ello, por esas coincidencias que comenzaron a aparecer bien lubricadas, que en los últimos días surgió inquietud en la administración provincial por la decisión presidencial de prorrogar nuevamente el presupuesto nacional. Es real que la pauta 2024 había quedado pendiente de abordaje en el Congreso porque, con buen criterio, el entonces diputado y candidato presidencial Milei le sugirió al por entonces ministro de Economía y también candidato presidencial Massa postergar el análisis de dicha pauta hasta que hubiese nuevo presidente electo. No obstante, nunca se discutió el presupuesto para 2024 y, como era lógico suponer, la administración de Milei y Caputo trabajaron sobre la estructura anterior.

Ahora ocurrió algo similar. Pero en esta oportunidad la sorpresa derivó en inquietud para las autoridades locales porque, entre otras previsiones, las planillas presupuestarias nacionales debían incluir una serie de obras públicas consensuadas y factibles de ejecución de una vez por todas, en especial en el rubro de las rutas nacionales, por las que circulan diariamente miles de mendocinos sin interesarles qué Estado es el responsable de mantenerlas.

Del lado del oficialismo nacional culparon a la oposición (¿qué sector?) y sus desinteligencias por la falta de presupuesto y ratificaron, en ese contexto, la administración sin fisuras hacia el equilibrio fiscal. En cambio, desde el radicalismo, tanto del gobierno local como desde el parlamentario, encendieron alertas y lanzaron algunas reflexiones interesantes de acuerdo con el contexto en estos dos últimos períodos. “Nunca es bueno trabajar sin presupuesto. El año pasado (por 2024) había razones, porque había urgencias y el país estaba al borde de la hiperinflación. Pero hoy no se justifica de ninguna manera” decía a Los Andes Lisandro Nieri, voz autorizada en lo referente a números y clara expresión del pensamiento del gobernador Cornejo en estos temas.

Son las piezas del rompecabezas las que deben acomodar ambas administraciones si es que las partes pretenden completar el juego. Si realmente hay sintonía en cuanto a los ejes principales de la gestión mileísta, la continuación y terminación de la obra pública en territorio mendocino debería continuar su ejecución en base a lo acordado de palabra y con apretón de manos nada menos que entre Cornejo y Francos. Mucho mejor, si al reanudarse las sesiones del Congreso, en marzo, se puede reencauzar la discusión presupuestaria y aprobarla.

* El autor es periodista. jtoso@losandes.com.ar

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