El puente de plata que Cornejo ofrece a Milei

Por ahora, Cornejo tiende un puente de plata para un pacto sobre el que hay dudas de su comprensión en Buenos Aires. Una sociedad que reparta utilidades y deje a todos satisfechos.

El puente de plata que Cornejo ofrece a Milei
El gobernador Alfredo Cornejo recibió a Javier Milei cuando éste viajó a Mendoza.

El año electoral es -por ahora- una serie de indefiniciones que agitan especulaciones en todos los sentidos y promueven estocadas medidas, de ataque o defensa, capaces de hacer prevalecer posicionamientos futuros. A la espera del destino final de las PASO nacionales, cuya embestida en el Congreso para su tratamiento en sesiones extraordinarias desvela a Javier Milei, en Mendoza el tema excluyente es la conformación de alianzas, y especialmente, los socios participantes del convite.

En esa línea, el gobierno provincial ha sido cauto a la hora de mostrarse aliado de la Nación, aunque no incondicional. Los reparos, más allá de diferencias ideológicas, se dan por la mutua intransigencia que tanto desde el cornejismo como de algunos de los que aquí se presentan como libertarios (el Partido Demócrata -PD- o los demarchistas del Pro oficial) tienen respecto a una confluencia electoral.

De arriba hacia abajo

Alfredo Cornejo sabe (y con eso juega) que de darse un acuerdo que refleje la sintonía con la Casa Rosada, será de arriba hacia abajo y no a la inversa. Entiende el gobernador que si la orden nacional es ir juntos en Mendoza, los pataleos locales pierden eco y esa decisión ordenaría el esquema hoy en disputa, aunque siempre exista la posibilidad de que aparezcan disconformes.

Los últimos días, pese al necesario relajamiento que impone el verano, han sido de envío constante de mensajes cifrados -y no tanto- que reafirman la voluntad local de cerrar filas. A través de declaraciones periodísticas o posteos en las redes, el gobernador dejó en claro que por sobre las disonancias privilegia el sostenimiento de un rumbo macroeconómico en el que -a trazos gruesos- coincide.

Cada acción del mileísmo que sea posible de emparentar con el modelo mendocino es remarcada para ser cargada en la columna del haber de La Libertad Avanza (LLA), pero también en la semejanza que pueda concluir la opinión pública que hoy, fuertemente en la provincia, está también del lado del Presidente.

Ortodoxia fiscal innegociable

Esta semana, una ratificación de expresiones del ministro de Economía, Luis Caputo, respecto de la baja de impuestos sirvió de excusa para que el propio Cornejo, pero también sus expertos Lisandro Nieri y Víctor Fayad le recordaran a la Nación que en los últimos 8 años Mendoza bajó Ingresos Brutos del “3,6% en 2016 al 2,9% en 2024, con alivios claros en sectores primarios e intermedios como agro, industria y transporte”. Algo así como una profesión de fe de la ortodoxia fiscal que endulza los oídos libertarios. En limpio, el mensaje fue: aquí los impuestos ya se vienen bajando para darle más aire al trabajo, la producción y el desarrollo logístico capaz de mover la economía. “Alcoyana/Alcoyana…” diría un memorioso.

Sin embargo, la exaltación de las coincidencias no es el único plano en el que el Ejecutivo local hace foco. En paralelo, aunque de manera más solapada y por ende, menos explícita, busca marcar la cancha respecto de las condiciones políticas que podría tener un eventual acuerdo entre Cambia Mendoza (el radicalismo y sus aliados) y las Fuerzas del Cielo.

Allí Cornejo se reserva una más que poderosa y personalísima decisión: la definición de convocar elecciones provinciales simultáneas o separadas del cronograma nacional. Y si al principio de este debate la lógica indicaba que la agenda de una y otra contienda bien pueden diferenciarse, para que la discusión de una no impacte en la otra y cada cual defienda su territorio de la mejor manera, los acercamientos y reflexiones estivales dejan abierta la instancia para ir hacia una unificación que debe partir de una premisa básica: convenir a ambas partes.

Señales de humo

Así lo expresó el gobernador a medios nacionales sobre el inicio del año, casi con la certera intención de que el mensaje fuera leído correctamente en los despachos de Balcarce 50. De allí se desprenden dos conclusiones contundentes. La primera, obvia, que no “descarta” una alianza con Milei. La segunda, en algún punto envenenada: “Los argentinos que queremos un cambio tenemos que tratar de estar todos del mismo lado”, declaró Cornejo, quien además no se privó de recomendarle al Presidente que “debería ser el primer interesado en unificar la oferta electoral y simplificar la elección a los votantes”. O sea, digamos…

“Si hay un acuerdo que beneficie a ambas partes, por qué no hacerlas en forma conjunta…” especuló luego. ¿Pero qué quiere anticipar Cornejo con esa conveniencia? Que él no va a ceder en la unificación del cronograma si no está del todo recompensado en el armado de las listas, con lugares expectantes para la Cámara de Diputados. Mendoza renueva cinco bancas que hoy corresponden a los radicales Julio Cobos y Pamela Verasay; los peronistas Adolfo Bermejo y Liliana Paponet, así como el demarchista -ahora libertario- Álvaro Martínez.

Además, ¿ese acuerdo podría replicarse para la Legislatura o los Concejos Deliberantes? Otra incógnita en la que la existencia de las PASO mendocinas (aquí ratificadas aunque el PD insiste con eliminarlas o suspenderlas como se debate en la Nación) pueden dar una solución para desacuerdos territoriales.

Por ahora, Cornejo tiende un puente de plata para un pacto sobre el que hay dudas de su comprensión en Buenos Aires. Ceder una muy probable victoria contundente aquí, que beneficiaría claramente a Milei, deberá favorecer también a Cornejo. Una sociedad que reparta utilidades y deje a todos satisfechos, aunque no en un contexto de aceptación unilateral de exigencias, mucho menos sumisión, con el que los libertarios amagan manejarse en otros distritos.

Un condimento adicional en la novela es la irrupción o no de Luis Petri en este juego. Ya que si bien se trata de un paso fuerte en el contexto de su carrera hacia la Gobernación en 2027, esa decisión puede ser también la llave que destrabe (por su aceptación general en ambas orillas) lo que hoy sólo son gestos mediáticos capaces de transformarse en un armado político de mediano/largo plazo.

Las cartas, al menos las simbólicas, se empiezan a barajar.

* El autor es periodista y profesor universitario.

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