La palabra que mejor define el papel del presidente Volodimir Zelenski en la guerra que se libra por la invasión de Ucrania es “sorpresa”.
Porque, puesto en situación de liderar a su país en tan difíciles momentos, ha superado las expectativas previas, sobre todo por su historia personal y su inexperiencia política, tanto las que se tenían en la comunidad internacional como en el adversario.
Zelenski es un outsider, como otros aparecidos recientemente por el descrédito de la política y los políticos tradicionales, pero no es un outsider típico, al estilo de Trump o Bolsonaro. Es algo distinto.
Decimos “sorpresa”, porque en lo que ha transcurrido del conflicto, logró éxitos concretos. Logró sostener el gobierno, conducir la resistencia a la invasión y presentarse ante el mundo como el portavoz de la nación y pueblo ucraniano.
Su biografía dice que es un comediante, hombre del “espectáculo” (aunque es abogado), cuya mayor paradoja es que la historia le deparó ser lo que representó en su momento, un ignoto candidato devenido en presidente, puesto ahí por voluntad popular, para barrer con la corrupción del país.
A su inexperiencia política y ambigüedad ideológica, se contraponen sus políticas concretas, que lo han encumbrado de ese halo particular que tiene, de hombre común, juvenil, informal, que está en ese lugar por un error.
Así, en las primeras horas de la invasión se mostró seguro y desafiante, en la defensa de su país, como cuando se grabó con sus colaboradores inmediatos en las calles de Kiev bajo fuego enemigo, no abandonó la capital y se eliminó en forma expedita a los supuestos traidores, y se avocó a obtener el ingreso de Ucrania a la EU y la OTAN en forma urgente. No parece ser un burócrata de escritorio y ha visitado el frente de batalla.
No es un político experimentado y mucho menos un militar. Quizá su mérito en lo castrense está en la elección de sus generales.
Pero fundamentalmente, ha desempeñado una diplomacia presidencial con mucho éxito, con un estilo particular, como su vestimenta. Esa función, que le ha valido ser recibido por grandes personalidades políticas y en foros internacionales y recibir homenajes y reconocimiento en el mundo, a él y por su intermedio al pueblo ucraniano. El éxito está en que ha conseguido mantener viva la voluntad de Europa y EE.UU de apoyar a Kiev en la guerra.
Pregona la paz, pero ha dejado bien en claro, que la misma no es a cualquier precio. Se ha mostrado ubicado en la difícil situación geopolítica de su país y ha tendido “puentes” aún con los aliados de Rusia, como China y Turquía. Ha sabido conciliar, como el acuerdo tripartito logrado para la exportación de granos por el Mar Negro.
Su particular figura se hace notar por contraposición de su homólogo, el autócrata Putin, político experimentado de una potencia, hombre fuerte y marcial, sabedor como pocos del manejo de los resortes del poder.
Es el hombre del momento; pero hablar de Zelenski como un estadista es un poco apresurado, porque no tiene la trayectoria o proyección de un Churchill, un De Gaulle o un Roosevelt, o cualidades morales de un Gandhi. Pero ha sido un político práctico y tenaz, y un formidable aglutinador de voluntades internas e internacionales en favor de la causa ucraniana .
* El autor es especialista en Relaciones Internacionales.