EL populismo y nuestras costumbres institucionales

Nunca mejor elemento para legitimar la continuidad de la democracia populista que achacarle la culpa a nuestra cultura.

EL populismo y nuestras costumbres institucionales
La Justicia entró en la angosta callecita de la historia, donde deberá asumir su rol definitivo para evitar que el populismo arrase con todo su desvencijado andamiaje institucional y jurídico.

“Cuando a las marchas salen las señoras bien alimentadas y de buena ropa a decir todo lo que dicen no les presto atención”. Hugo Moyano en el Día de la Lealtad: uno de los empresarios más rico y poderoso.

“Estos argentinos y argentinas que se manifestaron (por el 12 0.) no son la gente, no son todos, no son el pueblo, no son la Argentina”. Santiago Cafiero Jefe de Gabinete de la Nación.

“Menos mal que el peronismo está gobernando en este momento”. Alberto Fernández en el acto de la CGT.

“¿Por qué marchan? Podría dar varias respuestas. Pero tal vez la más certera sea la siguiente: ‘Porque perdieron las elecciones’. Sí, en el fondo, por eso marchan”. Ricardo Alfonsín actual embajador en España a propósito de la marcha del 8N.

“Espero que esto sirva para terminar con la grieta en la Argentina”. Marcelo Tinelli cuando crearon la Mesa contra el Hambre.

Si hemos dicho que la democracia populista ha degradado la palabra además ha acrecentado y esparcido " ad infinitun” la insensatez.

Insensatez que pone de manifiesto el pensamiento único, el desprecio total por el otro y hace surgir nuestras fantasías voluntaristas a las que somos tan propensos y de la que no están libres ni los personajes exitosos de la farándula.

Por otro lado, la telaraña jurídica construida en estos setenta años de populismo terminó con la Corte afirmando que los fallos están llenos de “costumbres inconstitucionales” (?) incluyendo sus propias conductas, para justificar su última acrobática acordada sobre el traslado de los jueces, que dejó en un tembladeral a la mismísima estructura jurídica institucional.

Nunca mejor argumento para sostener y legitimar la continuidad de la Democracia Populista, en detrimento de la Republica, que achacarle la culpa a nuestra cultura: “Y bue que le vamo´ a sé “, “Es lo que hay”...

Lástima que sea la Corte Suprema de la Nación la que diga esto.

Y continuando con el sainete populista es notable ver como se acepta sin chistar, la injerencia de la política en la justicia y de ésta en la política.

Así en el amplio espectro del periodismo y el análisis político se pudo leer:

• Fue un “fallo de naturaleza política” (?) o el fallo tiene muchos “aspectos rescatables” (?).

• Frases como “Rossati, miembro actual de la Corte Suprema, es peronista desde la cuna” , “la Corte Suprema es el vértice político de la justicia”?, “algunos jueces de la Corte sienten al peronismo como propio”, “la mayoría peronista de la Corte”, “la mayoría automática”, “la Corte está en el dilema de satisfacer a la gente movilizada, a Cristina a Alberto Fernández o a los jueces cuestionados”, “frustran esas expectativas (de avalar a los Jueces trasladados) para no convertirse en los verdugos de un gobierno frágil, al que algunos de los miembros de la Corte, pueden sentir, en su intimidad, como propio”, “pero al relativizar la inamovilidad de los jueces, el fallo ha generado un clima de nerviosismo que no podrá sino incidir en la conducta de los reacios a enfrentarse con el poder político”... Y se podría llenar varias páginas.

Nuestra democracia populista ha generado jueces, desde la Corte para abajo en cualquier nivel: militantes, peronistas, radicales, oportunistas donde cualquier argumento le viene bien, mientras le garantice su estilo de vida y su continuidad junto a un cierto periodismo, tipo BBC, al que no se le mueve un solo pelo al ver todo esto.

Con la primera carta de Cristina Fernández datada el pasado 27 de octubre ya tiene fecha cierta el comienzo de la implosión del pero–kirchnerismo y del conflicto final entre la Republica y la Democracia Populista.

Así la dirigencia en general, deberá actuar cada vez más testimoniando, sin eufemismos, caretas, dobles discursos, ambigüedades y equilibrismos que hasta hoy le han sido tan redituables.

Deberá defenderse y sustentarse cada vez con más claridad y transparencia los valores centrales de una y otra postura.

Por último, la Justicia entró en la angosta callecita de la historia, donde deberá asumir su rol definitivo para evitar que el populismo arrase con todo su desvencijado andamiaje institucional y jurídico.

*El autor es Sociólogo.

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