La carne vacuna aumentó 19,9% en diciembre y casi 75% durante todo 2020. El Gobierno nacional sí tiene un plan económico y se está tomando su tiempo para ejecutarlo sin descuidar el más mínimo detalle, tal como lo prueban los datos de los últimos 30 días: tres aumentos consecutivos de los combustibles, la carne y hasta los cigarrillos.
Todo ello sobre la transición de un año a otro, cuando se supone que impacta menos porque los ciudadanos están un tanto distraídos.
El objetivo es claro: ir viendo y durando hasta alcanzar la siempre dura prueba de las elecciones de medio término, mientras las pautas inflacionarias previstas en el Presupuesto del presente año se convierten en mera ficción, golpeadas por esa matemáticas inapelables que dicen que carnes y combustibles mueven el índice de precios un punto por cada 10 por ciento de incremento.
Por esos motivos se frenan, argumentando idénticas razones, el ajuste de la medicina prepaga y las exportaciones de maíz (ahora rehabilitadas), con el objetivo anexo de crear un nuevo conflicto sectorial dado que los existentes no nos alcanzan.
En ese estadio se requieren decisiones claras y contundentes, tales como la de poner en pausa por un año un largo listado de importaciones, con lo que la industria electrónica de más al sur (armadurías se les dice por aquí y maquilladoras un poco más allá) vivirá un nuevo verano, gracias a la falta de competencia y podrá vender caros en el mercado interno productos que atrasan no poco.
Mentes esclarecidas conducen al puerto en el que vivimos con lo nuestro, ese puerto al que nunca llegamos en todas las ocasiones que lo intentamos en el pasado. Pero podría ser que esta vez lo logremos siempre que nos aferremos a la idea de que Dios es argentino (alguien debería decírselo a Dios).
El plan existe: se trata de confundir a la economía hasta marearla, a efectos de que la muy díscola se ponga de rodillas y nos pida una tregua, cansada de lidiar con tanta argentinidad durante tanto tiempo. Como muchas otras cosas que no logramos en el pasado pero quizás esta vez podamos. Y si no sucede ya se nos ocurrirá algo.
Entretanto se emiten otros 400 mil millones de pesos que no alimentarán la inflación, según sostuvo sin sonrojarse un exministro de Economía que ha llegado a gobernar la provincia más grande del país gracias a la amplitud de sus saberes.
Debe decirse, honor al mérito, que estaban totalmente equivocados aquellos operadores económicos que declamaban su desconcierto mientras reclamaban un plan claro de gobierno para afrontar los diversos problemas, viejos y nuevos, de la economía nacional.
Sin dudas el plan existe y los argentinos lo estamos viendo en acción día a día, siempre dispuestos a dar una nueva batalla para triunfar esta vez donde antes hemos fracasado hasta el cansancio.
Y por si quedaba duda que el plan, aunque muy malo, existía, se encargó de confirmarlo la legislador nacional kirchnerista, Fernanda Vallejos, al afirmar muy suelta de cuerpo que la maldición de los argentinos es la de que tienen que exportar porque así aumentan los precios internos. Una forma poco sutil de querer “vivir con lo nuestro”, a ser un isla que considere al mundo como su enemigo.