El petróleo y la provincia de Mendoza

Los yacimientos y la destilería de Luján de Cuyo pueden ser la base de una nueva empresa abierta a la inversión privada y a la participación provincial.

El petróleo y la provincia de Mendoza
El petróleo y la provincia de Mendoza.

El ex diputado nacional Gustavo Gutiérrez hizo, días pasados, con su estilo audaz y provocador, un interesante y necesario debate sobre las reformas, que, necesita el país y las provincias.

Tal vez, es posible superar la grieta actual, debatiendo los cambios, necesarios para concluir el largo ciclo de decadencia argentina. Tomo una frase que le escuché días pasados al jefe del radicalismo Alfredo Cornejo, “la verdadera grieta es entre los que producen y los que viven de las prebendas del estado”.

Aporto la idea de otra grieta, la de los que tenemos clara conciencia que vivimos en el siglo XXI y los que se quedaron en los ’70 del siglo pasado.

Gutiérrez ha planteado que Mendoza denuncie el convenio firmado por el gobernador Rodolfo Corominas Segura con YPF, ratificado por la Legislatura provincial y recupere los activos de la empresa para Mendoza, incluida la destilería de Luján de Cuyo.

Ese convenio fue firmado en el esplendor de YPF, cuando entre 1932 y 1943 cuadriplicó la producción. De haber mantenido ese ritmo, en 1958, se habría producido veinte millones, de metros cúbicos de petróleo. Sólo, se logró extraer ese año, cinco millones. Esa eficiencia fue posible porque el titular de YPF, el ingeniero Solveyra, fue respetado por tres presidentes que evitaron la intrusión partidista.

En 1956 el general Perón escribió en su libro “La Fuerza es el Derecho de las Bestias” estar convencido que YPF no “estaba en condiciones administrativas, técnicas ni económicas para obtener el autoabastecimiento de petróleo”.

En 1962 se logró efímeramente, por intermedio de contratos celebrados por YPF y empresas privadas en 1958 en la presidencia de Frondizi y anulados en 1964, con un fuerte costo en divisas de indemnizaciones, al perderse los juicios.

En la década del noventa, la privatización de YPF con una participación minoritaria del Estado y la apertura a las empresas privadas, permitió alcanzar el autoabastecimiento y convertirnos en exportador de gas. La conducción profesional de José Estenssoro convirtió a esta empresa, en una multinacional. Algunos expertos como Alieto Guadagni sostuvieron que al adoptar un esquema más liberal, era contradictorio contar con una empresa, que, manejaba un 50 % del mercado interno. Proponían, en cambio, la división de YPF en empresas regionales

Al final de esa década se inicia la decadencia de YPF. La venta a Repsol, es uno de los actos más reprobables del gobierno de Carlos Menem. Fue vendida a una empresa española, de menor envergadura que YPF, tanto en volumen de ventas, como, en su inserción internacional. Repsol absorbió a YPF y transfirió la operación internacional a su casa matriz, quedando limitada Repsol YPF a nuestro territorio. Todo el capital en exploración, es decir el mapa geológico también fue apropiado por la Repsol española.

En el kirchnerismo se promovió la venta irregular al Grupo Eskenazi, del 25% del paquete. Este grupo beneficiado por otro escándalo menemista, la privatización de los bancos provinciales con el consiguiente monopolio del manejo de los fondos públicos, adquirió esa participación con un crédito gestionado por Repsol que obtuvo a cambio, transferir todas las utilidades en concepto de dividendos en lugar de reinvertir en la operatoria. La baja de la producción, el cese de las exportaciones y la importación creciente de gas licuado fue el resultado.

El siguiente escándalo fue una negociación de Kicilloff, pagando cinco mil millones de dólares por la estatización del 51% de las acciones. Su torpeza ha originado el juicio en Nueva York del grupo Eskenazi y del fondo Butford.

Hoy la empresa vale 1500 millones de dólares, adeuda más de seis mil millones de dólares y está al borde del default. El responsable, el ingeniero Galluccio, fue premiado con 47 millones de dólares al retirarse de la empresa.

Hay una constante en las empresas estatales de petróleo como Petrobras y Pemex. Con la cobertura del discurso soberanista patriótico devienen un botín para para políticos sin capacidad de gestión y los clubes de proveedores, sindicalistas, contratistas que las saquean. El Lava jato se armó con Petrobras.

No debe descartarse que la solución sea la división y transferencia a las provincias petroleras de los activos de YPF. Mendoza fue pionera en este negocio cuando un grupo de mendocinos fundo la compañía provincial de petróleo en 1889. Esa empresa perforó pozos en Cacheuta y construyó el primer oleoducto de Sudamérica con un tendido de 38 kilómetros hasta los depósitos instalados en Godoy Cruz.

Los yacimientos y la destilería de Luján de Cuyo, pueden ser la base de una nueva empresa petrolera abierta a la inversión privada y participación provincial. Eso es federalismo y no la pavada de las capitales alternas, que, se le ocurrió al presidente, dejando a la vista su cortedad de miras, propia de una carrera de burócrata.

Mendoza, puede hacerlo. No solo se diferencia de otras provincias por su calidad institucional sino también por ser emprendedora y contar con capital intelectual.

*El autor es de la Academia Nacional de la Historia.

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