Habiendo ido a la provincia de Neuquén, en ocasión del eclipse total de Sol, recorrí el nuevo tramo pavimentado de la ruta 40, entre Pareditas y El Sosneado; realmente hermoso, aunque era una deuda de larga data.
Luego, ya en el departamento de Malargüe, grande fue mi molestia por encontrar el último tramo de la ruta en pésimas condiciones y tal como la había dejado hace 30 años cuando trabajaba en la actividad petrolera.
Recuerdo muchísimos años atrás que se reunieron los gobernadores de Mendoza y Neuquén, donde acordaron terminar de pavimentar la ruta 40 en sus respectivas jurisdicciones; Neuquén lo hizo, Mendoza no.
No sólo desalienta al turismo este tramo sin pavimentar sino, también, el transporte de pasajeros, el comercio, y el desarrollo de un sector olvidado de la provincia. Además de este tramo, habría que agregar que no se ha hecho la doble vía a San Juan y, tampoco, la ruta nacional 149 que conecta Uspallata con Barreal, en San Juan.
Al ingresar a esta última provincia se recorre un pavimento en perfectas condiciones, en el ámbito del Parque Nacional El Leoncito.
Si hacemos un análisis del estado de las rutas nacionales en la región, fácilmente, se destaca Mendoza por la falta de concreción de obras viales; todas las provincias vecinas tienen mejor desarrollo vial.
Si bien es cierto que el actual gobierno nacional ha dejado a Mendoza en el último lugar en cuanto al presupuesto para obras públicas se refiere, no es menos cierto que han pasado muchos gobiernos de distintos signos políticos y no hubo avances significativos.
Es una clara evidencia de la falta de gestión de aquellos dirigentes que tienen que hacer valer la importancia de tales obras y, como es el caso de la ruta 40, el completar la pavimentación de la columna vertebral de nuestro país y del elemento fundamental del desarrollo del oeste argentino.