En primer lugar, me gustaría poner el acento en la idea de que nuestro Parque San Martín es un parque histórico y que es un sistema. Un verdadero sistema histórico/ambiental donde su presente tan apreciado, deviene de múltiples hechos que lo conformaron como tal.
Es importante tomar conciencia de la entidad cultural que representa, en sus valores materiales e inmateriales.
Para esto, resulta útil recordar que de acuerdo al decreto provincial N° 2307 del 24 de noviembre de 2017, firmado por el gobernador Alfredo Cornejo, se lo nomina como “Parque histórico”, haciendo énfasis en su “historicidad”, producto de múltiples acontecimientos, objetos y personajes, que pertenecen a su cronología y que muchos de ellos, sin duda, cambiaron el devenir de la historia de la ciudad.
En nuestro parque esta historicidad está dada “por el afamado profesional que lo diseñó, por la época en que lo proyectó; por tratarse de un parque típico del siglo XIX, por la persistencia de su trazado viario original, por su diseño como parque urbano, por la tipología de su mobiliario y la historicidad adquirida a lo largo de las décadas, con célebres reformas como la del arquitecto Daniel Ramos Correas en la década de 1940”.
Pero la lista sigue, debemos agregar también las diferentes gestiones políticas y equipos técnicos que ayudaron a que el Parque esté hoy presente con sus valores ambientales y paisajísticos, todos los bienes culturales que se fueron incorporando sucesivamente en él, como por ejemplo, los conjuntos escultóricos artísticos, el lago y el sistema de riego original por acequias, las avenidas de circulación internas del Parque, sus especies arbóreas, las que constituyen su patrimonio forestal e identifican los diversos sectores.
También otros bienes complementarios y de valor per se, que se incluyen en el decreto como el “Monumento al Ejército de Los Andes”, su base y su entorno y el “Ofrendatorio Sanmartiniano”; el Teatro Griego “Frank Romero Day”; el ex edificio de Playas Serranas, el antiguo predio del Hospital Emilio Civit y sus edificios remanentes; el Hogar escuela y el Observatorio Astronómico.
En efecto, su calificación como “Parque Histórico” (una categoría de Bien Cultural reconocida por UNESCO) lo entiende en su complejidad y temporalidad, ubicándolo además, en el selecto grupo de Parques Históricos del Mundo.
Lo mencionado demuestra claramente, que estamos hablando más que de un espacio público, de un verdadero Sistema Histórico Ambiental, que relaciona en una línea de tiempo, todas estas piezas arquitectónicas / paisajísticas / artísticas y que son especialmente significativas en su valor de conjunto.
Será fundamental entonces, a partir de este reconocimiento como sistema histórico/ambiental, encontrar un equilibrio entre variables como la preservación, las nuevas demandas, las expectativas de la población y la asignación de nuevas funciones. Las intervenciones en el presente y en el futuro deberían estar enmarcadas por esta filosofía sistémica.
A partir de ahí, podremos planificar obras que den respuesta a requerimientos funcionales/operativos y que al mismo tiempo, tengan su génesis en los valores pre-existentes de cada sitio del conjunto.
Por otro lado, el PHGSM debe ser usado y quienes lo visitan deben disfrutarlo en las mejores condiciones de seguridad y de servicios.
Por eso es muy importante, que el gobierno promueva obras para su mantención y mejora, como las que se realizaron en estos últimos años en infraestructura, seguridad, iluminación, restauración de elementos escultóricos y ordenamiento de la circulación vehicular y peatonal, entre otras. O también proyectos ambiciosos como Ecoparque.
Pero creemos también, que no podemos dejar de planificar integralmente estos espacios simbólicos, atendiendo a las mayores demandas que seguramente tendrán estos sitios en el futuro.
Entonces surgen las preguntas ¿cuáles actividades y servicios son susceptibles de ser incorporados en cada uno de los componentes del parque histórico? ¿Cómo sería la relación capacidad de carga-sitio, en caso que se incorporaran servicios, como los de gastronomía u otros? ¿Cómo afectarían nuevas intervenciones las características ambientales y paisajísticas? Podríamos decir desde el proceso de diseño, pensar en el qué, el dónde y el cómo.
Una planificación integral, un plan maestro, nos permitiría orientar programas y proyectos, tener en cuenta estas variables mencionadas y que se las pueda abordar de acuerdo a la especificidad de cada una.
Entonces seguridad, recreación, obras, servicios, vialidad, paisajismo, el uso de energías alternativas, las relaciones con las funciones internas y externas del parque, sistemas de interpretación, etc., podrán ser entendidos finalmente dentro de esta filosofía de integralidad, conservando y poniendo en valor sus contenidos.
Si un plan de este tipo fuese posible y que el gobierno lo adopte como hoja de ruta para los tiempos venideros, será una gran oportunidad para que autoridades, especialistas, ciudadanos y organizaciones de la sociedad civil, se reúnan con aportes para el presente y el futuro de uno de los espacios más significativos para los mendocinos y uno de los principales atractores turísticos de nuestra provincia.
Nota: El decreto provincial N° 2307 del 24 de noviembre de 2017, fue redactado por la Dirección de Patrimonio, con la valiosa colaboración de los especialistas Cecilia Raffa, Ricardo Ponte y Silvia Cirvini (CONICET).
*El autor es Arquitecto especialista en Gestión del Patrimonio.