Quiero aclarar que soy profundamente creyente y agradezco a Dios vivir cada día de acuerdo con los preceptos y principios que me inculcaron desde niño en el Colegio San José de los Hermanos Maristas, cuando este establecimiento se encontraba ubicado en la avenida San Martín 861, de la ciudad capital.
En ese colegio, como en muchas otras instituciones religiosas de educación del medio, se impartían las enseñanzas del Evangelio, procurando inculcarnos el respeto al orden natural y el amor a Dios y al prójimo por encima de todo.
Siempre he estado en desacuerdo con la hiprocresía, la soberbia y el doble discurso, lo que me costó no pocos dolores de cabeza y admoniciones en distintas etapas.
Cuando he leído recientemente que el papa Francisco, en un documental producido y dirigido por Evgeny Afineevsky, pide que se otorguen derechos matrimoniales a las parejas homosexuales, esa afirmación no dejo de sorprenderme.
Si nos atenemos a lo que sostiene la Santa Biblia, resulta insoslayable tener presente que las uniones bendecidas por el Santísimo Sacramento del Matrimonio, deben conformarse de acuerdo al orden natural que determina –inequívocamente- la concurrencia de una pareja heterosexual.
En ocasión de discutirse en el Congreso Nacional la Ley de Matrimonio Igualitario, el entonces cardenal Jorge Bergoglio apercibió enfáticamente y bajo pena de solicitar la excomunión de los representantes del partido PRO (en ese momento el ingeniero Mauricio Macri era jefe de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires) que no se opusiesen a dicha iniciativa.
Aun aceptando que los seres humanos somos finitos y falibles, y que además –conforme la Constitución Nacional que nos rige- ostentamos el derecho a cambiar de opinión, me resulta poco menos que imposible comprender esta nueva y sorprendente postura, sin justificación alguna.
Pido perdón a Dios si me equivoco, con mayor razón si de ésta, mi opinión, pudiese resultar molestia o agravio alguno a personas e instituciones. No es mi intención.
Pero, -permítaseme también y al mismo tiempo, conforme a lo expuesto- pedir a Dios sabiduría para poder entender esta ostensible contradicción del papa Francisco.
* El autor es Ing. Quím. Ex alumno Colegio Maristas.
Edición y producción: Miguel Titiro