El negocio en el PJ de no ser candidato a nada

La disputa de la presidencia partidaria en Mendoza tras el final de la era Anabel Fernández Sagasti no genera muchas expectativas. El juego entre dos intendentes para postularse mutuamente, aunque a ninguno de los dos quiera el cargo.

El negocio en el PJ de no ser candidato a nada
Gustavo Correa, referente del SUTE mendocino que tiene adhesiones y detractores en el PJ mendocino.

El peronismo mendocino se acerca, de a poco, a un proceso de sucesión de mandato a fin de año en la conducción del partido a nivel provincial que está particularmente marcado por el síntoma menos excitante de todos: el desinterés.

Aclaremos primero algo. Sí, hay algunos cuadros en ascenso y con intenciones de ocupar el cargo cuando quede vacío. La intendenta de Santa Rosa Florencia Destéfanis asoma como un crédito del kirchnerismo, que es el sector que comanda al PJ actualmente. Esta semana, a Flor le apareció una contrincante, Fernanda Lacoste, asesora de Matías Stevanato en Maipú, discípula de Guillermo Carmona y referente de un kirchnerismo “light”.

Pero esta oferta está lejos de generar ovaciones en el propio PJ. Tal vez no tiene que ver con las candidatas en sí mismas. El problema en el justicialismo es más profundo y quizás no solo suyo.

Por un lado, desde hace tiempo la presidencia del PJ mendocino no parece ser plataforma para nada importante. Anabel Fernández Sagasti es su presidenta actual. Lo fue después de ser candidata a gobernadora (perdió con Rodolfo Suárez en 2019) y su proyecto de liderazgo, tras volver a ser derrotada en elecciones legislativas en 2021, perdió el ímpetu inicial y ahora no conduce a ningún lugar concreto.

O sea, Fernández Sagasti terminará su mandato en la presidencia del PJ de Mendoza sin ningún beneficio por haber conducido la “herramienta electoral”, como llaman al partido, en forma algo peyorativa, algunos dirigentes peronistas importantes.

La otra razón para que haya poco interés en el manejo del justicialismo cuando comience la era post Anabel es la situación del país y la provincia. Los peronistas menos caracterizados con el kirchnerismo critican a más no poder la gestión de Suárez, pero aceptan que los problemas de Mendoza no son total responsabilidad suya.

La bronca social, consideran, es un estertor que en estos días no identifica con mucha claridad los culpables del mal momento. En caso contrario, el PJ ya tendría un candidato, ahora y en 2023: Gustavo Correa, el líder sindical kirchnerista que le plantó a Suárez el paro docente más importante en muchos años. Casi nadie cree que Correa o el kirchnerismo hayan logrado ese fenómeno.

Es más. El Gobierno provincial, en la semana más “cornejista” que se le recuerde desde que Alfredo Cornejo dejó el poder, por la confrontación que produjo con los gremios, está convencido de que neutralizará al kirchnerista Correa con argumentos de la grieta. Aunque sabe que agosto será complicado y es el mes a superar, por el nivel de queja social.

Pero la beligerancia de Correa tampoco encanta demasiado en el PJ. Dicen los más distantes del mundo K que el sindicalista de la CTA apenas cataliza una queja sin identidad política concreta y que gatilla contra todos los políticos por igual.

Para peor, esa bronca, temen, podría empeorar dentro de poco. Tal vez, con un golpe de gracia en el costo de las tarifas de los servicios públicos tras la eliminación de subsidios que debe practicar Massa. La bronca, entonces, podría reenfocarse, advierten los opositores menos fanatizados.

Entonces los peronistas que ahora no quieren ser candidatos a nada, en medio de algunas caravanas internas discordantes con el panorama general, se conforman con prenderle una vela a Massa, el nuevo ministro de Economía, para que le vaya bien, y rápido. Lo quieran más o menos, Massa es la “última bala” del Gobierno nacional para evitar una catástrofe.

Forzados a opinar de algo de lo que no quieren ni hablar, creen que a fin de año es probable que el peronismo mendocino arme una fórmula partidaria para gobernar que disimule su kirchnerismo poniendo al frente a alguien no tan identificado con el sector, y a uno que sí esté identificado con el kirchnerismo, detrás. Aún a riesgo de parecerse a la fallida dupla que conformaron Alberto Fernández y Cristina Kirchner en 2019 para asumir el control del país.

No está en la cabeza de nadie, por ahora, la posibilidad de que el pleito por el gobierno del PJ mendocino se resuelva en costosas elecciones internas que no van a interesarle a nadie, y que incluso pueden provocar más reacciones adversas.

Mendoza es la sede hoy del Frente de Todos a nivel nacional, que convocó a un espacio de debate llamado Peronismo Futuro.
Senadora Anabel Fernandez Sagasti

Foto: Ignacio Blanco / Los andes
Mendoza es la sede hoy del Frente de Todos a nivel nacional, que convocó a un espacio de debate llamado Peronismo Futuro. Senadora Anabel Fernandez Sagasti Foto: Ignacio Blanco / Los andes

Habrá que acordar, entonces, una nueva conducción de la “herramienta”.

Pero como el mejor negocio es no ser candidatos a nada, varios peronistas por estos días se tiran la presidencia del PJ, como si fuera un ancla. Dos referentes, Roberto Righi y Emir Félix, son protagonistas de este juego.

Los intendentes peronistas más alejados del kirchnerismo se vienen postulando mutuamente para la presidencia partidaria desde hace un tiempo. Sin embargo, según se pudo confirmar, ninguno de los dos quiere hacerse cargo de la conducción este año. Más bien, la nominación del otro parece una represalia. “A mí no me candidatees, prefiero que vayas vos”, parecen decirse.

Hay algo que es un hecho hoy: el justicialista que cree tener alguna bala electoral, la va a gastar en 2023, en todo caso. Ahora no.

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