El milagro argentino, anunciado por Stiglitz, ejecutado por D’Elía y comunicado por C5N

Cansada la oposición de cometer tanta tonterías, decidieron descansar un poco y en su reemplazo retornan los clásicos delirios kirchneristas de siempre. Actualizados.

El milagro argentino, anunciado por Stiglitz, ejecutado por D’Elía y comunicado por C5N
Cansada la oposición de cometer tanta tonterías, decidieron descansar un poco y en su reemplazo retornan los clásicos delirios kirchneristas de siempre. Actualizados.

Albricias. Han vuelto -con el calor que no cesa- las excentricidades oficialistas. Esas que durante casi un mes parecieron desaparecer frente a las excentricidades opositoras que mostraron a los dirigentes de Juntos por el Cambio como que se habían vuelto locos, desesperados por imitar y de ser posible superar los desmanes bi-fernandistas (de los dos Fernández, Cristina y Alberto). Pero cuando aún no se calmaron del todo, albertistas y cristinistas, volvieron a las andadas sin siquiera tomarse vacaciones (salvo la de Luana Volnovich, la titular del PAMI junto a su novio en los paraísos caribeños) y nos prometen ardorosas diversiones veraniegas con el regreso de sus disparates de siempre.En estas vacaciones, el ejemplo del regreso triunfal de la locura lo encabeza Luis D’Elía, pero no como referente marginal (lo que efectivamente es y siempre fue) sino cómo referente principal ya a que sus iniciativas se le suman ahora el presidente Fernández y otros referentes oficialistas. No es que D’Elía haya subido de categoría proponiendo cosas sensatas sino que el kirchnerismo en general y el gobierno en particular descendieron al modo de ver el mundo y de actuar ante él de esa caricatura que es D’Elía.

A través de Juan Martín Mena, el ministro de Justica con rango de viceministro, Alberto y su gobierno adhieren a una movilización convocada por el piquetero tomador de comisarías para pedir el descabezamiento del poder judicial guillotinando a los jueces de la Suprema Corte mediante una movilización popular. Como si se tratara de la Toma de la Bastilla, pero apoyada por el gobierno. El oficialismo entero tras Luis D’Elía. La revolución francesa reemplazando a Robespierre por un marginal proiraní al frente de la insurgencia. Y con el aliento de la reina María Antonieta de Kirchner que se pasó al bando del lumpenproletariado para evitar que ruede su cabeza haciendo rodar primero la de los jueces.

A esa locura judicial le siguió la internacional de Nicaragua, donde el gobierno envió un representante a la asunción trucha de la cuarta presidencia de Daniel Ortega. Allí la única foto importante de una asunción donde no asistió ningún país civilizado, fue la de cuatro dictadores festejando (de Nicaragua, Venezuela, Cuba e Irak). Una foto que parecía sacada de algún álbum antiguo de Al Capone cuando los jefes mafiosos se reunían para conferenciar. Allí estuvo oficialmente Argentina con su embajador en el mismo acto con un asesino de la AMIA. Pero la cosa no fue inocente ni por error, el gobierno asistió porque Nicaragua con su voto le permitió acceder a la presidencia de la Celac. Otra vez se entrega la causa de la AMIA por intereses espúreos, como hizo Cristina con el pacto con Irán. Desastroso.

En medio de ese clima de delirio generalizado con lo cual el oficialismo tapó con creces los anteriores errores opositores, y con el anuncio de una inflación anual de más del 50%, Joseph Stiglitz, el afamado premio Nobel de Economía, afirma haber visto con sus sagaces ojos algo que nadie más ve: que la Argentina está viviendo un verdadero milagro y sale para adelante.

Sin ningún dato más que los aportados por el gobierno argentino, el prestigioso académico internacional le envía una ayudita a su discípulo Martín Guzmán para que no lo rajen del puesto, apoyando a Alberto y Cristina como antes apoyó a Hugo Chávez. Total siempre podrá decir después (como ya dijo de Venezuela) que él aconsejó bien pero los aconsejados aplicaron mal sus consejos.

Así, mientras el gobierno llama a la insurrección contra la Justicia y avala regímenes dictatoriales, y Stiglitz afirma que la Argentina es un milagro, C5N comunica las buenas nuevas.

Con el video del ministro de María Eugenia Vidal que propuso una Gestapo para sindicalistas, el canal C5N de Cristóbal López se está haciendo el verano.

No hablan de otra cosa. Pero C5N no es 6,7,8. Es algo más sofisticado, demostrando cómo el oficialismo comunicacional K mejora.6,7,8 era nada más que un insultadero generalizado donde la difamación, la mentira y el chantaje eran gestadas en las usinas del poder y comunicadas con un bizarrismo berreta bajo el formato de un anterior exitoso programa de crítica televisiva, luego al servicio del gobierno kirchnerista.

La sofisticación de C5N sobre 678 es que ya no son tan burdos, sino que parecen haber aprendido mejor el relato kirchnerista en la era albertista. Ahora repiten textualmente las críticas que desde 2008 le viene haciendo la oposición y todo el mundo no K, intelectual, periodístico, etc, a los K, para dándolas vuelta. En esta ocasión son los kirchneristas los que critican a los no kirchneristas de lo mismo que durante años éstos acusaron (y siguen acusando) a aquéllos.

Así C5N en la actualidad sostiene que el gobierno representa la realidad y los opositores el relato. Que los corruptos son los otros y ellos son los buenos que denuncian a los corruptos. Incluso sumándole algo más original aún: los de C5N critican como si estuvieran en la oposición porque han inventado un mundo en donde los que mandan en la Argentina son los poderes fácticos, y ellos desde el gobierno más que el poder, son la oposición a esos poderes. Un país donde el gobierno no manda sino que se opone a los que mandan. La “verdadera” Argentina del poder no es la de Alberto y Cristina sino la del espionaje macrista que generó todo el mal argentino y ahora vienen ellos a desenmascararlo.

Espiando, los macristas condenaron a todos los inocentes nacionales y populares (desde los bolsos de José López hasta los hoteles de Cristina) contando con el invalorable apoyo del nuevo golpista internacional, el FMI, al que responden los ejércitos mediáticos y judiciales. Todo liderado por Macri, encarnación del mal absoluto.

Contra ellos viene a combatir el nuevo gobierno. Alberto se les anima en parte, y Cristina lo empuja a que se anime del todo. Con la plata de las estaciones de servicio, Cristóbal López les presta apoyo mediático. Y Stiglitz califica como milagroso lo que está ocurriendo en la Argentina.

Hablan como si el poder aún estuviera en manos de Macri y ellos fueran -aunque gobiernen- la oposición que con minoría de fuerzas lucha contra las clases dominantes que de verdad mandan.

Es muy loco todo. Casi milagroso, aunque no en el sentido que pretende el venerable Joseph Stiglitz.

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